Medio Ambiente: ¿Es el plástico el verdadero problema?
La pandemia no detuvo el ritmo de contaminación que tiene el mundo. Ni siquiera el puñado de acciones que hacemos día a día. Pero ojo, hay que seguir haciéndolas. ¿Cómo podemos retroceder el uso?
Mientras los gobiernos ponen límites al expendio de plásticos de un solo uso – con el fin de proteger el medioambiente – y los usuarios nos acostumbramos a llevar nuestras propias bolsas al súper, nuestro ecosistema se encuentra hoy más amenazado que nunca.
Por ejemplo, en Funes la Ordenanza No 841/12 de 2013 establece la necesidad de reemplazar la utilización de bolsas plásticas por aquellas confeccionadas en papel reciclado o tela. Con la Coordinación de Medio Ambiente como ente encargado, el reglamento establece -con ciertas excepciones- la prohibición en el expendio de bolsas plásticas en los supermercados. A estos esfuerzos institucionales se le suman campañas globales con fotografías alarmantes de animales silvestres atrapados en plástico que se replican e impactan a nivel local con aquellos que piden un jugo “sin pajita, por favor”.
Pero, ¿nos ayudará este monopolio anti-plástico a salvar el mundo de nuestras prácticas depredadoras? Un reciente estudio de expertos en medio ambiente de la Universidad de Nottingham advierte que la guerra contra el plástico le está restando valor a los mayores riesgos que amenazan nuestro ecosistema: el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. ¿Significa eso que el plástico no es un problema? No, tampoco.
Lo que pasa con el discurso anti-plástico es que no siempre está basado en datos científicos ni representativos de los entornos en los que se aplican medidas para mitigar su impacto. Estas medidas, desajustadas a los contextos locales, podrían alentar el uso de materiales alternativos con efectos potencialmente más dañinos (otros ejemplos incluyen fibras textiles naturales como algodón y lana, partículas carbonícelas esferoidales - restos de combustibles fósiles - y partículas de desgaste de frenos de vehículos), así como desviar las miradas y la consciencia colectiva de los verdaderos males que afectan nuestro entorno, una estrategia explotada políticamente por quienes se muestran como aliados de nuestro ecosistema y que a su vez facilita nuestro accionar “consciente” como ciudadanos y consumidores.
Es que los pequeños gestos legislativos que prohíben las bolsas de plástico, los micro-plásticos cosméticos o que incentivan el uso de envases reutilizables corren el riesgo de inculcar una complacencia en la sociedad que se siente ajena a aquellos problemas que no son tangibles y de los que a veces nos cuesta más hacernos cargo. El consumo excesivo, la mala gestión de los residuos, el uso indiscriminado de hidrocarburos son prácticas altamente dañinas para el medioambiente a las que debería hacerse frente con el diseño de productos de larga duración, la gestión circular de los residuos y una movilidad más sustentable.
Entonces, ¿es el plástico el verdadero problema? Sí, el consumo de plásticos de un solo uso es un problema global, pero nuestro compromiso con el medioambiente no se verá reflejado solamente en una pajita menos. “En un momento en que el público está mostrando un compromiso sin precedentes con los problemas ambientales, en especial la contaminación plástica, tenemos que aprovechar la oportunidad para concientizar sobre otros problemas ambientales. Este es un momento clave en el que destacar y abordar áreas como la cultura del ‘descarte’ en la sociedad y la revisión de la gestión de residuos, sin embargo, si se continúa dando prioridad al plástico, esta oportunidad se perderá, y a un gran costo para nuestro ambiente”, explica Tom Stanton, coautor de la investigación.
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