Duelos e infancias: ¿Existen recetas para hablar de la muerte con chicos?
Habilitar palabras, respetar procesos y animarse a entender que, aunque algunas preguntas no tengan respuestas, hay que darles lugar igual.
Miles de corazones se estrujaron tras conocerse que una nena de seis años falleció en un siniestro de tránsito en el centro de Funes. La ciudad entera se conmocionó por la muerte de Antonia y acompañó a su familia en el terrible acontecimiento que seguramente marque un antes y un después de muchas vidas.
Esa conmoción con registro adulto que genera la repentina muerte de una nena tan chiquita se replica abriendo tal vez muchas preguntas a muchísimos niños que convivían con ella en todos los espacios sociales que los niños y niñas suelen habitar: escuela, clubes, actividades sociales, vecinos, etc. Muchas familias pueden verse afectadas cuando la muerte afecta a los niños, por el duelo de un par, por el mismo hecho de tener que lidiar con una dimensión de la que no suele siquiera hablarse.
Son los grandes los que suelen proponer mirar para otro lado, evadir, tal vez por miedo a no saber qué decir o cómo decirlo. No hay que perder de vista que acompañar no es tener todas las respuestas, sino estar ahí. Escuchar, abrazar, dar lugar a la expresión, o a los tiempos que cada quien precise. Eso también es hacer.
InfoFunes dialogó con Lilian Barbieri, subsecretaria de Convivencia y Construcción de Ciudadanía del Ministerio de Educación. Desde el organismo cuentan, explica, con distintos dispositivos y herramientas para acercar a colegios, docentes y alumnos en estos casos, como los que se viven en la escuela donde Antonia asistía.
“Ante un duelo generalmente los niños le ponen palabras, dibujos o lo resuelven más rápido, por ahí tenemos más temor los adultos a cargo, por eso en el Ministerio tenemos equipos socioeducativos que se encargan de acompañar a cada institución en su conjunto. Pero siempre partiendo de un punto importante: No puede explicar alguien de afuera la muerte de un compañero, tiene que alguien propio habilitar la palabra, siempre estableciendo diálogos, abriendo el vínculo, habilitando”, señala la funcionaria y destaca que en la situación de Joan Miró el colegio cuenta con “muchas herramientas y profesionales” para acompañar a los niños.
Desde el colegio coinciden en un abordaje que ponga a disposición de las familias todos los recursos: “Estamos trabajando con toda la comunidad educativa, con todas las herramientas y recursos posibles acompañando a las familias, fundamentalmente a la de Antonia, y a nuestros equipos, en el atravesamiento de este momento tan doloroso”, tal como explicó la directora institucional de Joan Miró, Jorgelina Russo.
Desde el Ministerio dan sostén y ofrecen recursos sin imponer fórmulas, confiando en el manejo que cada escuela haga para acompañar estas situaciones. “Siempre respetuosos del manejo que haga de la situación la institución puertas adentro porque son ellos los que están en el territorio”.
Pero además del colegio, esas preguntas pueden surgir en otros espacios, sobre todo en cada casa. ¿Qué se puede hacer entonces a la hora de acompañar un duelo en infancias?
Lilian, funcionaria provincial con años de docencia, recordó en primer lugar una característica principal de niños y niñas: “Los niños cuentan, los niños hablan. Los adultos podemos ayudar a identificar en qué parten del cuerpo estruja. Es un buen primer paso, el concepto de corporalidad nosotros aprendemos y aprehendemos con el cuerpo, implica percibirse, identificar cuando las emociones se traban o se facilitan. Ahí, en el conocimiento de uno mismo, es donde uno puede habilitar o facilitar la palabra”.
Por lo tanto, lo primero que uno hace es sentarse a pensar con el otro y escuchar, a partir de ahí construir la herramienta para trabajar.
Por otro lado, entender que no resulte nada fácil. Culturalmente no estamos formados para hablar, pensar sobre la muerte, en gran parte de nuestra sociedad es vista como un paso a otro mundo a otra realidad, pero cuando no hay esa fe tal vez cueste ensayar una respuesta. Acompañar no significa tener la respuesta justa, acompañar es nada más ni nada menos que estar.
Por último, no forzar. Quienes sienten la necesidad de hacer un proceso de duelo son quienes viven el proceso, “y eso también puede ser más adelante, siempre hay que respetar los tiempos y los procesos”, recuerda. La misión de los adultos va a ser dejar en claro la disponibilidad, y trasmitir que se les puede preguntar lo que quieran cuando ellos quieran.
Ayudar a comprender y aceptar lo que resulta inaceptable es un doble desafío, los chicos por suerte cuentan con tantísimos recursos, que las familias tengan herramientas debería ser uno central. Lo principal es saber que no hay fórmulas, pero si tips: el principal es estar cerca, predispuesto a seguir una evolución, y que los duelos son procesos subjetivos sin tiempo ni recetas.
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