Mi vecino, el campeón del mundo

Messi, la persona más importante del mundo. La más amada, la más nombrada. Nunca antes en la historia del fútbol -de cualquier deporte- alguien estuvo tan por encima de su equipo. No hablo en términos futbolísticos, sino en términos de amor y de generación de amor. “Quiero que Argentina gane, por Messi”. Frase repetida en todos los hinchas, frase que incluso se multiplicó en hinchas de otras nacionalidades.

El sueño se hizo realidad y nuestro vecino es campeón del mundo. Debieron pasar cerca de tres décadas, como él mismo dice: “La pelota me dio muchas alegrías y también algunas tristezas. Siempre tuve el sueño de ser Campeón del Mundo y no quería dejar de intentarlo, aún sabiendo que quizás nunca se daría”.

Hoy Messi descansa en el Olimpo de los más grandes deportistas de la historia. Y descansa, a la par, en nuestra ciudad. La que elige por su tranquilidad, por su cercanía a su querida Rosario, porque es la convertida como su lugar en el mundo para estar rodeado de su familia y amigos.

Sabemos lo que significa Messi y sabemos que lo significa estar cerca suyo, tener ese saludo, esa firma, esa foto. Quizás, es momento de dejarlo tranquilo, de dejar que disfrute. Que asimile el amor que todos tenemos para él. 

Messi, mi vecino, el campeón del mundo. Siempre te voy a amar. Y nada tiene que ver con eso que ahora, además, seas campeón del mundo. 

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