Domingo, 22 de Diciembre 2024
Domingo, 08 de Diciembre del 2024

Desritualizar las fiestas, ¿la clave para relajarse y disfrutar?

Navidad y Año Nuevo suelen ser fechas que dividen aguas. De un lado están los que las padecen, del otro quienes están dispuestos a pasarlas super bien.

Diciembre, mes emparentado con los cierres de actividades, despedidas de año, balances (y posibles frustraciones), y las tan ruidosas fiestas de Navidad y Año Nuevo. Y entiéndase “ruidosa” en este caso por todo lo que conllevan, tanto a nivel positivo como negativo. Por un lado se espera que estas fiestas sean un momento para reunirse con sus seres queridos y disfrutarlas, brindar a las 12 y compartir el deseo de la felicidad, pero no siempre es así. Es sabido que muchos padecen estas fechas dado que les implica un alto grado de estrés con preparativos, compras de regalos y, lo esencial, pasarlas en un lugar donde no se quiere, o bien con personas con las que no se sienten a gusto.

La psicóloga Ileana Vecellio dialogó con InfoFunes y sostuvo: “A esta altura del año no es necesario seguir cargándose de obligaciones, menos con algo que, se supone, debería disfrutarse”.

“Primero hay que remarcar que las fiestas van en dos sentidos, una donde termina el calendario, y la otra que es la Navidad. Son cosas distintas aunque las tomemos juntas, pero las fiestas de fin de año no deben ser motivo de ningún apuro o estrés porque el 1º de enero será lo mismo que el 31 de diciembre y el próximo 4 de marzo. Pasa que acá se habla, y se vive mucho la cuestión emocional, de hecho se intensifican las emociones por la alegría de compartir con la familia o amigos, gente a la que queremos, y también la tristeza de algún ser que ya no está. Hasta ahí todo bien, el problema surge cuando tanto Navidad como Año Nuevo son una carga pesadísima porque tenemos que correr y preparar esto o lo otro, ir a la casa de quien no queremos, o recibir en casa a quien no hemos querido ver en todo el año, y lo hacemos porque ‘hay que hacerlo’. Okey, acá paramos, esto no está bueno”, resumió y dijo sin titubear: “Hay que desritualizar las fiestas”.

“Todo bien con las tradiciones familiares, en este caso, pero ya cuando alguien no está cómodo, no se siente a gusto y le va a generar un problema, mejor no seguirla. Si no me aguanto o he tenido mala relación con un pariente, no da que vaya a la cena de Navidad con cara larga y la pase mal. Tengo derecho a elegir y a disfrutar de estas fiestas donde y con quien desee. Ahora, en el caso en que no se pueda cambiar esa tradición, es importante saber aceptar la situación, entender que le hace bien a mi esposa y a mis hijos que yo vaya a esa cena (por decirte un ejemplo), que es sólo por unas horas y predisponerme para que sea lo más tranquila posible”, sugirió.

Con el estrés típico de este mes de año, sobre todo este año más las exigencias que se suelen experimentar a nivel social ante las fiestas del 24 y el 31, Vecellio asegura que se trata todo de “un combo explosivo, es la tormenta perfecta el hecho de festejar, estar feliz, exponerte porque tuviste que llevar un plato especial que haces sólo una vez al año, te evalúan, te miran, tenes que estar feliz obligatoriamente con gente con quien no tenes ganas de festejar nada”. “¿Con qué necesidad se vive así?”, continuó.

También expuso sobre la importancia de cuestionarse cómo cada uno se siente ante una situación, o en esta época del año: “Siempre le digo a mis pacientes que la mejor manera de vivir es sentarse y cuestionarse si estoy cómodo, si me siento a gusto, si soy feliz, si esto me genera satisfacción, alegría o por qué tengo que ir obligado. Y ahí elijo un camino o el otro: no quiero pero elijo ir porque a mi mamá le va a dar felicidad que vaya, o elijo no ir porque me voy a sentir mal y haré sentir mal al otro. No se es feliz con el estrés, y todo esto suele generar un estrés emocional importante”.

A su vez, resaltó la importancia de transmitir este mensaje a los más jóvenes, incluso desde pequeños, en cuanto a que nadie debe ser obligado a estar donde no se sienta bien, donde no sea feliz.

“Hay q ser auténticos, y eso nos va permitir cuestionar todo este clima emocional de las fiestas. Practiquemos la alternancia, que es permitirnos elegir. Si siempre es negro y negro, nunca voy a saber qué es el blanco, y eso es necesario aplicarlo a todos los ámbitos de la vida”, agregó sin dejar de mencionar que es fundamental “proteger emocionalmente al otro, no es cuestión de patear el tablero, cantar las 40 y todo ‘porque yo soy así y digo lo que pienso’. Del otro lado siempre hay sentimientos”.

Un dato no menor es también prestar atención al “bajón” que suelen provocar estas fiestas. Ileana Vecellio sostuvo que “una cosa es estar triste por esa persona que hoy no está, o porque no podré compartir las fiestas con alguien en particular, que es algo normal de la época y está bien sentirlo, permitírselo, y saber que se trata de algo estacional; y otra muy peligrosa y silenciosa es la depresión, que más allá de las fiestas de fin de año este sentimiento de dolor, angustia, permanezca. Veamos bien de qué se trata y pidamos ayuda si sentimos algo así”.

Ahora bien, si todo en el ámbito familiar se encuentra de maravillas, las fiestas de Navidad y Año Nuevo pueden tomarse como un excusa más para encontrarse, compartir un momento y hasta revivir anécdotas que alimentan la historia e identidad de los más jóvenes y refuerzan el lazo familiar, sin ataduras, sin estrés, pero con amor.

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