Celiaquía: la difícil tarea de disfrutar del “comer afuera” en Funes, sobre todo con niños
A pesar de tener una ordenanza que insta a los locales gastronómicos a ofrecer variantes sin Tacc, muchos no lo cumplen y generan malestar entre los clientes.
La celiaquía es una enfermedad crónica que se desencadena por la ingestión de proteínas presentes en trigo, avena, cebada y centeno, habitualmente llamadas gluten, afectando el intestino delgado de personas que están genéticamente predispuestas. Si bien esta enfermedad puede aparecer en cualquier momento de la vida, desde que se incorpora el gluten a la alimentación, no todos los pacientes lo viven de la misma manera. Más allá del malestar que les genera en cada caso el consumo de estas harinas, tienen también que lidiar con la poca empatía que pueden encontrar en el entorno social, como los locales gastronómicos. El “ir a comer afuera” se puede convertir en un manojo de problemas, y ni hablar si los celíacos o celíacas son niños.
En Funes, a pesar de tener una ordenanza aprobada por el Ejecutivo en 2018 que obliga a los locales gastronómicos, incluidas las cantinas escolares, a ofrecer entre sus opciones variantes sin Tacc (trigo, avena, cebada y centeno), muchos no lo cumplen, o bien sólo se remiten a ofrecer una ensalada. “¿A vos te parce que un nene de diez años va a querer comer una ensalada en un bar? Quiere una hamburguesa o una pizza. Es cuestión de tener buena voluntad y de informarse”, planteó Paula Filidoro (@filidoropaula), una de las madres que compartió su historia con InfoFunes. A su hijo Renzo le diagnosticaron celiaquía días antes de cumplir los 10. Paula es pastelera y, diálogo mediante con el doctor y Renzo, acordaron que la torta de su cumpleaños iba a ser la última con Tacc que iba a comer.
Por otro lado, Belén Faur (@belu_en_funes) volcó la experiencia con su hija Nacha en generar contenidos que ayuden a crear conciencia de esta enfermedad, cuya única cura hasta el momento es la alimentación sin Tacc y de la cual poco se informa, en especial en la manipulación de alimentos y en la importancia de evitar la tan famosa “contaminación cruzada” (que algo que se haya manipulado con harina toque un alimento o utensilio que sea para trabajar un producto sin Tacc).
“Desde que tuvimos el diagnóstico, a los 2 años (ahora tiene 5), decidimos no perder la partes social, no dejar de ir a ningún cumpleaños ni nada, así que llevamos en paquete lo que ella podía comer, además de hablar bien con Nacha sobre lo que le hacía bien y lo que no a su pancita, y tuvimos mucho apoyo de los familiares y amigos, incluso familias de los chicos del jardín nos re apoyaron y eso fue muy conmovedor. Ahora, es difícil ir a comer a un barcito o heladería y no tener un alfajor, unas galletitas, un menú kids para celíacos, son pocos los lugares en Funes a comparación de la gran movida gastronómica que hay”, sostuvo Belu.
En el caso de Paula, recordó tener una discusión importante con un bar de la zona de Funes City, donde, si bien la carta decía que había ñoquis sin Tacc, la moza le dijo que “hacía 15 días que estaban sin esa opción”. “Era un domingo cerca de las 14, llevábamos mucho esperando el pedido y me saqué. Incluso les dije cómo preparar un filete de pollo y unas papas fritas, o un puré y no hubo caso hasta que pude hablar con la encargada. Renzo incluso me decía que nos fuéramos, pero a esa hora no íbamos a conseguir comida en otro lado. No me pareció justo tener que pasar por eso, más allá de que luego todo se solucionó. Pero los dueños de los locales deben informar a sus trabajadores sobre estas cosas, además de incluir y tener en stock opciones sin tacc. No es una elección, los celíacos no pueden comer la misma comida de todos, y no es tan difícil de incorporarlo en la carta”, relató.
Ambas coincidieron en que “golosinas sin Tacc hay un montón”, en especial las de la reconocida marca cordobesa, pero desde que llegaron los diagnósticos a su vida, “todo lo que compremos debe tener el logo de que es un alimento sin Tacc”.
“Tuvimos que hablar con nuestros amigos y familiares, era una cuestión de informar y concientizar, así si va a tomar la leche a casa de un amiguito o se queda con los abuelos, nadie se vuelva loco y lo pase mal. No es difícil, es cuestión de buena voluntad”, sostuvo Belén y Paula sumó: “En las escuelas también deben informar y capacitar porque entregan la merienda y mi hijo está cansado de la barrita de arroz. Entiendo que sea una partida de dinero a cada escuela, pero no son muchos los chicos celíacos, podrían comprar unas galletitas diferentes. Tengamos un poco de empatía con los chicos que no la pasan bien en esta situación”.
Por otro lado, la situación económica es un obstáculo para estos casos, dado que la gran mayoría de las harinas sin Tacc suelen mucho más costosas que la de trigo que se consigue en el supermercado. “Hoy la premezcla, que es el harina con que podemos hacer tantas comidas para Renzo cuesta cerca de tres mil pesos el kilo, el triple de lo que sale un paquete de harina común”, dijo Paula, mientras que Belén mencionó: “Hay que tener cuidado con los productos que no tienen el logo, porque hasta una lata de choclo tiene trigo. En casa tengo guardado en un Tupper los utensilios con los que preparo la comida de Nacha y aprendimos a hacer recetas sin Tacc, que también subo a mi redes, porque después de conocer el caso de Nacha, varios amigos prestaron atención a algunos síntomas de sus hijos y recibieron también el diagnóstico de celiaquía”.
La ordenanza municipal
Cabe señalar que la ordenanza nº 1152/18, aprobada por el Concejo de Funes en 2018 obliga a los locales de gastronomía, sean bares, restaurantes, negocios de ventas de comidas (catering) o heladerías a tener, al menos, un menú y/o un tipo de helado aptos para celíacos en sus propuestas gastronómicas.
En caso de no cumplir con ello, pueden tener una multa de 50 a cien litros de nafta super y/o la clausura por 30 días.
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