Jueves, 02 de Mayo 2024
Martes, 08 de Enero del 2013

Pequeños emprendimientos, grandes sueños

En Funes hay más de medio centenar de microemprendedores. Treinta ya cuentan con habilitación municipal y otros 30 se encuentran en trámites. Surgidos a base de ingenio en épocas de crisis, las pequeñas empresas familiares se esfuerzan por crecer y encontrar un lugar en el mundo.

Aunque de tan repetido se ha convertido en un cliché, no por eso deja de ser cierto: toda situación de crisis es también una oportunidad. Una idea por demás de sabida en nuestro país, en donde cada vez que golpearon feo los latigazos de una crisis salió a flote el ingenio como posibilidad de subsistencia. Basta recordar el 2001, cuando en medio del cataclismo comenzaron a aparecer las pequeñas alternativas que al menos permitían llegar a mañana. Los clubes de trueque quizás fueron el exponente de aquel abismo.

Hoy, alejado el país de una situación de crisis macroeconómica, aún quedan sectores de la sociedad hundidos en una crisis casi permanente. Muchos de ellos han encontrado en los microemprendimientos la forma de apostar a mejorar su nivel de vida.

Un microemprendimiento, que es un emprendimiento comercial de baja escala, a veces es el primer paso de una empresa exitosa, pero aun no siéndolo, es una actividad que le puede otorgar sustento a una familia, por eso los distintos niveles estatales le prestan especial atención.

Desde la Oficina de Empleo de Funes se lleva un registro de microemprendedores. "Este año el Concejo aprobó una ordenanza que les da mayores beneficios a los microemprendedores. En dos semanas, luego de cumplir los requisitos, les damos el número de habilitación. Esta ordenanza le otorga la exención del Drei -entre 6 meses a 1 año- a los emprendedores que permanezcan un año en el programa", afirma Pablo Zabala, Coordinador de la oficina.

Si bien aún no se ha otorgado ayuda económica, el funcionario adelanta que a partir del 2013 la habrá. Los fondos vendrán tanto de las partidas asignadas en el presupuesto municipal como desde la Provincia, a través del programa Banco Solidario. "Generalmente son prestamos que van hasta los $2.000, evaluando cada caso", explica.

El objetivo es "principalmente formalizar, lo que queremos es que se acerquen para que el Municipio les otorgue un aval que permita identificar a los productos bajo una marca colectiva de la ciudad". Y adelanta nuevas acciones. "Vamos a hacer cartelera, en principio web y después en comercios grandes de la ciudad, en donde podamos promocionar los productos de los emprendedores".

Actualmente en el registro municipal hay 30 microemprendimientos habilitados, y otros 30 en trámite de habilitación. La mayoría comercializan sus productos cada semana en la feria de la Plaza San José, y una vez por mes en la Feria de la Economía Social, que se inició hace poco en carácter de itinerante.

Cerveza Impeesa

Alexis Alsop, Adrían Iacomozzi y Ariel Arico hacía 20 años que se juntaban a comer y tomar cerveza cuando se les ocurrió que podían fabricarla ellos mismos. Empezaron a prueba y error, ensayando con pequeñas cantidades. Luego se fueron especializando en el conocimiento y de a poco los comercios funenses empezaron a comercializar sus cervezas.

"Queremos que la gente sepa que hay otra cerveza aparte de la comercial, con otros sabores, otros colores, fabricada en forma artesanal", cuenta Alexis.

A medida que fueron creciendo dejaron de lado la cocina donde hacían los primeros ensayos y acondicionaron un sector de la casa. "Arrancamos con una ollita de 20 litros, salieron solo 10 pero tenían gusto y olor a cerveza, ya con eso aquella vez estábamos contentos", recuerda. Hoy la cosa cambio. "La diferencia entre una bebida buena y una muy buena está en los pequeños detalles", se obsesiona.

"Para nosotros esto es un hobby que se transformó en un microemprendimiento que todavía no es un trabajo, pero apuntamos a dedicarnos exclusivamente a esto, y así poder generar mano de obra para la comunidad", cuenta, y adelante que estarán presentes en la Expo Funes.

Y yo que llevo

El primero de mayo de 2012, a falta de trabajo, Ivana Zapata y su novio, Ariel Vallejo, decidieron reflotar un emprendimiento que había naufragado años atrás. Así comenzaron nuevamente a producir exquisiteces dulces en base al amplio conocimiento que su mamá Nanci Santoli había adquirido durante toda su vida.

"Nosotros ahora vendemos en todos lados, llegamos a Cañada de Gómez… La primer semana hicimos 30 bandejas de masas secas, después llegamos a hacer 500 bandejas", dice Ivana. El salto es fenomenal.

En verano, afloja la demanda de sus productos estrellas, así que producen pan dulces y productos navideños e intensifican el servicio de mesas dulces para fiestas.

Durante este primer año no ganaron plata, ya que todo lo que quedó fue invertido. Compraron un auto que le permitió crecer en logística y sortear el inconveniente que había llevado al fracaso el emprendimiento anterior: el cuello de botella en la distribución.

Pare este año, los planes son pretenciosos: doblar la producción y vivir del negocio. Sobre todo Ivana espera que su madre pueda cumplir su deseo de abandonar el servicio doméstico y dedicarse íntegramente al arte de la cocina. Mientras tanto ellas siguen amasando, y explican que es fundamental la ayuda de Haidee García, mamá y abuela de la familia.