Sábado, 20 de Abril 2024
Domingo, 12 de Septiembre del 2021

¿Qué pueden ganar (o perder) los candidatos y sus espacios en estas elecciones?

En una elección que no genera mayores atracciones en el grueso de la comunidad, Funes elegirá tres concejales para que representen al pueblo durante los próximos cuatro años.

por Vanesa Fresno

En el marco de un ambiente extraño, producto de la nueva normalidad que impuso la pandemia, sumado a un creciente (y preocupante) desinterés por parte de la mayoría de la sociedad en la política y los procesos electorales, este domingo se desarrollarán las primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias para dirimir quiénes serán los candidatos que pugnarán por ocupar alguna de las tres bancas que se renuevan en el Concejo funense. Con un peronismo unido, a gusto en su rol de oficialismo y encolumnado detrás de la figura del intendente Roly Santacroce, y una oposición atomizada que ve en estas elecciones la oportunidad ideal para tasar sus acciones de cara a la difícil e improbable empresa de la unidad, más de veintisiete mil funenses decidirán el futuro de la ciudad en las urnas.


En las elecciones de este año se renovarán los logros obtenidos en las legislativas de 2017. Aquella vez, el oficialismo que lideraba Diego León Barreto obtuvo un fuerte espaldarazo de la mano de la amplia victoria de su candidata, Ana Martelli. Cambiemos arrasó en los distritos más importantes del país y Funes no fue la excepción, ya que hubo más de diez puntos de diferencia con el peronismo, que ocupó el segundo lugar con Roly Santacroce como candidato, quien a la postre sería elegido intendente de la ciudad. La tercera banca se la llevó un debutante: Pedro Giantenaso sorprendió en la interna del Frente Progresista, ganándola por escasos doce votos y quedándose en las generales con la tercera banca en disputa. Hoy en día, con Santacroce en la intendencia y Giantenaso trabajando para la elección de Rímini, solo Martelli irá por la re reelección, buscando ampliar a doce años su estadía en el Concejo Municipal.


Pero más allá de lo estrictamente objetivo, de los fríos artículos de las leyes, de la obviedad de quién será concejal los próximos cuatro años, en las elecciones también se disputa poder, también quienes le ponen el cuerpo a las campañas se juegan algo más que cuatro años como concejales. A veces posicionarse y hacerse conocido en el electorado, a veces dirimir liderazgos, a veces hacer atractiva una interna y restarle atención a otra, a veces ayudar a unos robándole votos a otros, a veces simplemente que haya una presencia de determinado sector en la boleta para no perder voto cautivo, lo cierto es que no siempre el objetivo primordial de un político en elecciones es ganar lo que está obviamente en juego. Y la elección que se viene en Funes no es la excepción.


Un ejemplo de esto que mencionamos lo es la campaña del oficialismo. Por primera vez en muchos años, en el peronismo de Funes sobra optimismo. El ritmo frenético que Santacroce le impuso a la gestión más los recursos que recibió tanto del sector privado a cambio de la aprobación de desarrollos urbanos y comerciales como de la gestión provincial del gobernador Perotti le permitió al peronismo motorizar obras y mostrarse activo en una ciudad que se desacostumbró a tener un municipio activo tras los cuatro años de León Barreto, cuya gestión entró en un espiral descendente que le valió perder su reelección. Con ese panorama, el objetivo lógico del peronismo es lograr que su candidata, la secretaria de salud Gabriela Jakubowski obtenga un lugar en el Concejo. Sin embargo, el objetivo político es obtener una victoria que valide y legitime lo hecho en estos últimos dos años. “Vamos a plebiscitar la gestión”, dicen en el peronismo, y por eso en todas las acciones de campaña dice presente el propio intendente. El optimismo es tal que no descartan una victoria aplastante que les permita ocupar con peronistas dos de las tres bancas en disputa. ¿Quién acompañaría a Jakubowski en ese escenario? Martín Papini, secretario de gobierno funense.


Enfrente está Juntos x el Cambio. Allí hay una interna de alto voltaje donde se dirime algo más que la candidatura a concejal del espacio: se dirime el liderazgo del espacio opositor más importante de la ciudad. El presidente de la UCR Nacho Rímini anunció su postulación dentro de JxC en un movimiento con potencial para destrabar el esquema de tercios que se venía dando en las elecciones de la ciudad, esquema que lo dejó a quinientos votos de la intendencia hace dos años. En el marco de su proyecto de ser intendente en 2023, Rímini apuesta a presentarse en esta campaña como la única opción realmente opositora a Santacroce, con críticas basadas en la falta de transparencia en la gestión. 


La rival en esa interna no es nada menor: Ana Martelli, quien busca su tercer mandato en el Concejo como frontwoman del armado que lidera el presidente del Concejo Carlos Olmedo. Acompañada en la lista por el ex secretario de gobierno de León Barreto, Santiago Carloni, Martelli hizo una campaña blanda donde usufructuó su imagen de mujer de familia, preocupada por los reclamos más básicos y la agenda social de la ciudad, mientras que paralelamente otorgó una lectura positiva de su acompañamiento a iniciativas del peronismo en estos últimos dos años, planteando que así se lograban los recursos necesarios para construir una mejor ciudad. El tercero en discordia de esa interna es Gonzalo Miranda Aguiar, ex secretario de gobierno de Mónica Tomei, quien cuenta con el apoyo de José Corral.


El objetivo del Frente Progresista es demostrar que está vivo para dar pelea tras el golpe de knockout que fue la muerte de su mayor referente, Miguel Lifschitz, y la salida del grueso de los radicales en toda la provincia con rumbo a JxC. Con cuatro listas que representan cada una una tribu distinta, serán Lorena Velozo por el socialismo, Raúl Porreca por el javkinismo, Marcelo Galicchio por los radicales que optaron por mantenerse en el frente y el Chino Quintana por el armado de funenses “nacidos y criados” que usan el sello del PDP, los encargados de ayudar a un golpeado progresismo a surfear la grieta evitando ahogarse en una ciudad en la que JxC pisa fuerte y el peronismo tiene el aparato municipal. Con una campaña austera y una constante mención a la memoria de Lifschitz y Binner, lo que queda de aquel potente e invencible Frente Progresista funense enfrentará el desafío de ganar una banca en el Concejo para no perder una representación que mantienen desde su nacimiento.


Otro espacio con un desafío político más allá de ganar un lugar en el Concejo es el progresista Unidad Popular. El partido distrital liderado por el concejal Mauro Miguez, quien dio el batacazo en 2019 ganando las elecciones, se encuentra en estas elecciones con un escollo que ya le fue difícil de superar anteriormente: hacer una buena faena en los comicios sin el apellido Miguez en las boletas. El espacio que nació a principios de la década anterior casi no gravitó en las elecciones en las que Mauro Miguez no fue candidato, como por ejemplo en 2013 cuando no cruzó la línea de los cinco puntos, pero creció con el actual edil en la boleta, al punto tal de ganar las últimas elecciones. Hoy, con Miguez dentro de la lista de candidatos a diputados nacionales de Carlos Del Frade, es Nani Ferroni la responsable de demostrar que el crecimiento es del espacio y no solo de la figura. 


La cantidad de votos que obtenga cada fuerza política de la ciudad en las urnas es un dato objetivo importante, pero solo relacionándolo con las expectativas y objetivos políticos que surgen de la hoja de ruta de cada una de las fuerzas políticas de la ciudad es que se podrá hacer un balance y saberse así quiénes son los ganadores y perdedores el domingo a la noche. Solo así puede entenderse que una elección que no genera mayor atracción en el grueso de la comunidad, signifique para el círculo rojo político funense algo más que decidir quiénes serán los inquilinos durante los próximos cuatro años de las tres bancas que se ponen en juego este domingo. 


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