La demora de algunos servicios atentan contra la fluidez en las obras y los nuevos comercios de Funes
Desarrolladores inmobiliarios y comerciantes advierten que pueden tardar hasta meses en habilitarse de manera definitiva.
Funes atraviesa una problemática que no se ve en los planos ni en los renders de los desarrollos: la demora en la conexión de servicios esenciales. Mientras la ciudad sigue creciendo y sumando obras terminadas, muchos inmuebles no pueden ser ocupados por falta de habilitaciones que dependen de Litoral Gas y la Empresa Provincial de la Energía (EPE). La situación afecta tanto a emprendimientos inmobiliarios como a comerciantes que ven frustrados sus intentos por abrir al público. Para "consuelo" local, el problema no es exclusiva de Funes, sino que al haber tantas obras en la región, el personal de las empresas citadas a veces no da abasto, y la situación se replica en muchas localidades del Gran Rosario.
Quienes desarrollan proyectos en Funes coinciden en que los tiempos para lograr una conexión definitiva se han extendido notablemente en el último año. Un desarrollador que prefirió no dar su nombre explicó consultado por InfoFunes que en el caso del gas, el proceso completo —desde el pedido de inspección hasta la aprobación final— puede demorar entre cuatro y seis meses. Para la conexión eléctrica, el plazo promedio es de dos a tres meses, incluso cuando toda la instalación ya está concluida y aprobada por el municipio. En ambos casos, no hay plazos garantizados ni respuestas claras por parte de las empresas prestadoras, lo que genera una sensación de incertidumbre permanente.
“La obra puede estar lista para habitarse, pero no se puede entregar ni ocupar hasta que los servicios estén habilitados. Y eso puede demorar meses. Es una espera interminable que supone un pérdida económica”, señaló. En el caso del gas, los turnos para solicitar una inspección se demoran cada vez más y es importante preveer esta situación. “Antes podías conseguir uno en quince días, ahora hay que esperar tres meses solo para que vengan a mirar”, añadió. La revisión puede ser aprobada o rechazada, y en caso de observaciones técnicas, la reprogramación del proceso puede extender aún más los plazos.
La electricidad, por su parte, también presenta demoras que se acumulan entre los pedidos de factibilidad, los trámites en la EPE y la colocación efectiva del medidor. Desde la Defensoría del Pueblo ya se ha alertado sobre casos en los que edificios con obra terminada quedaron sin conexión por períodos prolongados, obligando a los propietarios a recurrir a soluciones provisorias o a posponer su ocupación.
Por su parte, muchos comerciantes que planificaron la apertura de locales gastronómicos o de servicios en nuevas zonas de la ciudad se encuentran con un panorama incierto. Un damnificado que espera la habilitación de su local aseguró a este medio que el impacto económico es directo y profundo. "Pagamos alquileres, hacemos inversiones en equipamiento y adecuación del espacio, pero no podemos abrir las puertas al público por no contar con los servicios habilitados. En algunos casos, el atraso en la conexión implica la pérdida de temporadas enteras o la cancelación del emprendimiento", aseguró.
Desde el Colegio de Corredor Inmobiliarios de Rosario (COCIR) indican dos cosas antes de firmar un contrato: revisar la factibilidad de los servicios y confirmar que el municipio habilite ese rubro en esa zona.
En este contexto, algunos desarrolladores aseguran que quienes logran avanzar más rápido lo hacen por vías informales, apelando a contactos dentro de las empresas prestadoras. “Como todo en este país, muchas cosas se resuelven por quién conoce a quién”, reconoció uno de los consultados. Aunque no lo dicen abiertamente, todos coinciden en que la falta de un sistema transparente y ágil favorece la discrecionalidad.
Hasta el momento, no hay presentaciones formales ni reclamos colectivos por parte de los sectores afectados, aunque el malestar crece. Los tiempos administrativos parecen estar muy lejos del ritmo que impone el crecimiento de Funes, y esa descoordinación tiene consecuencias reales en términos de inversión, empleo y desarrollo urbano. Mientras tanto, casas, edificios y locales terminados siguen esperando en silencio a que llegue la luz o el gas que los haga finalmente habitables.
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