Viernes, 19 de Abril 2024
Miércoles, 06 de Octubre del 2021

Guada mejoró su marca en el mundial de escritura: ahora salió cuarta

La niña de 9 años redobló la apuesta y salió cuarta. Un equipo formado por alumnos de María Auxiliadora terminó tercero.

En mayo de este año Guadalupe Garcia Paytas, de 9 años, participó de la cuarta edición del Mundial de Escritura, certamen en el que obtuvo el sexto lugar en la categoría niños, tal como lo reflejamos en una nota publicada en agosto.

Tal como nos lo había adelantado aquella vez que la entrevistamos Guadalupe se presentó al siguiente mundial -el quinto- y logró mejorar su anterior marca, consiguiendo el cuarto lugar. Su equipo, Los Sauces Boxeadores, en tanto, lograron una aún mejor ubicación, colocandose cuartos.

Los Sauces Boxeadores, equipo formado por Guada, se completa con Juan Martin Reyes, Renata Lodriguez, Luz Maria Torres, Guadalupe Gonzalez, Fabiana Rodriguez Paz y Fabiola Rodriguez Paz, en su mayoría estudiantes del colegio María Auxiliadora (de cuarto y séptimo grado), contando con el apoyo de la vicedirectora, Nanci Igaeta, y la seño, Susana Demasi. 



El acontecer del mundial fue el siguiente: los participantes conforman equipos, aunque en principio la competencia es individual. Cada participante debe escribir un cuento por día cada diez días. Si escribren suman puntos y si no escriben restan. Los puntos los va acumulando el equipo. Al final de los diez días cada uno de los competidores elige un texto de los diez que escribió y lo postula para competir. A su vez, el equipo selecciona cual es el cuento que los va a representar. En el caso de Los Sauces Boxeadores, eligieron el cuento de Guada. De ahí en más empiezan a trabajar los jurados, que van eliminando participantes hasta que quedan los finalistas.

Para la segunda semana los chicos vienen cansados, porque no es fácil, son chiquitos, por más que tengan mucha imaginación más de una vez colapsan. El detalle está en sentarse, tranqulizarse y acompañar, nada más. Decirles que pueden seguir adelante. Y la felicidad que te da es increíble”, nos relata Rosana Payta, mamá de Guada

“Estamos todos contentos los papás porque vos vez como está funcionando nuestro, país, el mundo, lo que fuere, y que personas tan chiquitas te den esta luz de esperanza, de que hay cosas que se pueden cambiar, mejorar, es re importante”, terminó, emocionada, Rosana.


El cuento

Las aventuras del gato Norman. 

Soy un gato pequeño de color rosa, voy a contarles una historia: Dormía junto a la ruta y desperté en casa de los Hastings.

En mi nuevo hogar; me llamaron Norman. Clarisse, la mamá, me dio de comer.

Andrómeda, la hija me gritaba: -¡Norman! ¿Querés jugar?

Pero yo no sabía jugar, era callejero.

Fui al patio sin prestarle atención. Alguien me atrapó. Era un niño lleno de granos en su cara.

-¿Qué haces aquí, gato rosa? Riéndose de mí.

La ira me invadió, rasguñé toda su cara. Él, empezó a llorar, Clarisse y Andrómeda salieron para ver qué pasaba.

-¡Que pasó Phillipe!

-El… ga-gato rosa me ra-rasguñó.

-¡Te dije que no lo hagas enojar, Phillipe! bramó Andrómeda.

-¡Norman, gato malo!

No me importó que me retaran, estaba acostumbrado. Bostezando, bajé de los brazos de Phillipe y fui a la camita que me habían hecho en la sala de estar.

Eran las doce de la noche, mi panza rugía de hambre, sigilosamente llegué a la cocina. Frente a la heladera, me relamía, subí a un banco para poder abrir la puerta, en ese momento, escuché un ladrido detrás de mí. Era un Pit Bull, grande, de color ocre y musculoso. Sacó sus afilados dientes, y me corrió por toda la casa.

Andrómeda despertó.

-¡Kanoster! ¡Norman! bramó la niña.

Ella me alzó en sus brazos, asustado escapé a la calle, Kanoster había dado un gran salto.

-Señora Clearwater, Kanoster se escapó, casi se come a mi gato, grito Andrómeda, a su anciana y canosa vecina.

Estaba corriendo a máxima velocidad, no sabía dónde estaba y tenía mucha hambre.

Divisé una pequeña ventana, donde se reflejaba la luz de la Luna, era un supermercado, decidí entrar.

Como soy un gato de saltar y muy inteligente, trepé un árbol y logré llegar.

Abrí la ventana, pero tenía que tener cuidado, había cámaras de seguridad.

De pronto una alarma empezó a sonar, la cámara me había encontrado. Se me erizó el pelo, salí por la ventana. De repente en la calle, encontré un mapa de la ciudad. Lo miré con curiosidad. En un lugar decía “Casa de los Hastings”.

Solo debía seguir una dirección, y así encontraría mi hogar. Empecé a caminar, de repente, una voz grave y feroz, musitó:

-¿Hola, gatito callejero, te conozco? ¿En qué te podemos ayudar?

Me di vuelta, era Kanoster y sus amigos.

-Le dije sin temor, Kanoster, ¿puedes volver con tus amigos a la casa tu anciana dueña?

A Kanoster, le salían chispas de la cabeza.

-Mi dueña no es anciana, gato feo y pulguiento.

-¿Ah, sí? bueno. ¿Entonces porque tu dueña tiene canas y arrugas en la cara, perro ignorante?

Kanoster grito:-¡Atrápenlo!

Empezaron a perseguirme.

Hasta que llegaron a un límite, estaban muy cansados. Llegué por fin a la puerta de mi casa. Me puse a maullar muy fuerte; Andrómeda abrió la puerta.

-¡Norman! Por fin llegaste, encontraste nuestra casa!! ¡MAMÁ, LLEGÓ NORMAN! Gritó la niña.

Todos se pusieron alegres por mi llegada, menos Phillipe.

Me dieron mucha comida. Dormí en la cómoda cama de Andrómeda. Estaba muy calentito y protegido. Así terminó mi primer gran día en la casa de los Hastings.

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