Es de Funes y deslumbra a Australia con sus cuadros, su arte y su historia de vida
Silvia Criscenti, reconocida vecina de la ciudad, lleva años en el exterior, donde superó momentos muy difíciles y aún así le sigue poniendo color a la vida.

Silvia Criscenti (@silvia_criscenti_art), más conocida en Oceanía como la artista Silvia Cris (su nombre artístico) dejó Funes en 1989 junto a su esposo e hijos buscando una vida más cómoda, tranquila, ya que en Argentina esa época fue una de las más críticas, marcadas por “la confusión, los saqueos y la inseguridad”. El destino, Australia, fue donde se instaló una mujer que se ocupaba de su familia y de su peluquería, entonces dejaba su pasión por el arte siempre en segundo lugar. Sin embargo un diagnóstico médico le hizo pensar y disfrutar la vida de otra manera. Hoy asegura que a través de sus cuadros, tan coloridos, muestra su convicción “de que la vida es un regalo para celebrar”. Toda una historia de superación.
Vivir en el exterior, abandonar el país de origen es todo un esfuerzo tanto económico como afectivo. En medio de los saqueos y la inseguridad de esos años que bien resaltaba Criscenti al comienzo de la charla fueron los indicadores para que junto a su familia decidiera buscar un lugar donde criar a sus hijos. “Afortunadamente en Australia logramos nuestro objetivo de progreso, aunque siempre parecía que algo no estaba completo porque nuestra familia extendida permanecía en Argentina. Con el tiempo, superé esa nostalgia, y la tecnología me ayudó mucho a mantenerme en contacto con amigos y familiares en Funes”, dijo la artista.
Si bien hoy es una artista reconocida en el continente europeo, su pasión por la pintura nació desde que era muy pequeña. Gracias al apoyo y motivación de sus padres Silvia tomó clases de pintura en Funes y expuso varios de sus cuadros en la Escuela N° 125, Doctor Antonio Herrera de Funes, y dibujó carteles cómicos para el negocio de su padre, inspirados mayormente en los dibujos animados de la época.
A su vez, descubrió en la peluquería otra manera de buscar la belleza y por eso tomó cursos en la ciudad antes de emigrar. Es más, tras graduarse, trabajó como peluquera en Australia.
“Compaginar mis roles de madre y esposa significó que mi pasión por el arte a veces quedaba relegada a un segundo plano, pero siempre seguí pintando y exponiendo mi obra en el salón de mi peluquería. Es más –agregó- En 2008, participé en mi primera exposición en Casula Powerhouse, mismo año en el que enviudé”.
Así y todo siguió con sus actividades, a pesar del duelo por haber perdido a su esposo, pero con el tiempo el amor volvió a golpear a su puerta y en 2014 contrajo matrimonio nuevamente, una etapa que la artista definió como “más abierta, libre y tranquila en mi vida”.
Claro que esta nueva etapa no esperaba ser sacudida por un diagnóstico médico que cambiaría su vida de manera rotunda: “En 2016, me sometí a una neurocirugía por un tumor benigno lo que me hizo reflexionar y tomar la determinación de no trabajar más y dedicarme por completo a la pintura”.
De hecho, esta determinación se ve reflejada en sus obras, tan “coloridas y alegres porque reflejan mi convicción de que la vida es un regalo para celebrar”.
Ese cambio de mirada, esa decisión de dedicar su vida a su pasión por el arte hizo que sus obras sean reconocidas en Australia y en países cercanos, ya que Criscenti se unió a la Asociación de Pintores de Newcastle y participó desde entonces en exposiciones en lugares como Morisset Showroom, Hunter Wetlands Centre, Charlestown Square Centre, Mount Hutton Centre y Tinkat Alley Art Studio.
Mientras tanto, sigue publicando fotos de sus obras en redes sociales, como una muestra de que “siempre se puede, sin tener como obstáculos la edad para el éxito”. Y aseguró: “Con mi historia puedo decir que nunca es tarde, y que cumplir nuestras metas depende sólo de nosotros mismos”.
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