Con historia metalúrgica, hicieron del oficio familiar una oda al fuego y al encuentro
Eligieron Galindo para armar su vida y potenciaron su emprendimiento de fogoneros con una enorme vidriera en la zona más buscada. De showroom a local comercial.
La Comarca nació hace unos años como un emprendimiento familiar en el que una pareja volcó su historia metalúrgica y el conocimiento de un oficio en la fabricación de fogoneros, estacas y cualquier elemento culinario que sirva para alimentar nuestros más característicos encuentros: los asados y las fogatas.
Empezaron vendiendo sus productos a través de redes sociales, mientras decoraban su nueva casa en el corazón del Funes tradicional: por calle Galindo habían encontrado, cuando Funes era aún una ciudad pequeña, una casita que fue de fin de semana, rodeada de árboles, el punto justo de tranquilidad que elegían Carola y Estaban para hacer su vida de calma en la ciudad.
Con los años la calle Galindo comenzó el boom. El barrio y la ciudad crecían, pero también La Comarca. Sus fogoneros se convirtieron en el artículo de lujo que cada casa merecía tener en su jardín. Un punto para hacerle honor al encuentro y contemplar el fuego con amigos.
Su plataforma de venta fue mutando, y las fotos en redes sociales acompañaban al showroom en su mismísimo jardín, mientras calle Galindo se iba convirtiendo en sí misma en su mejor vidriera. A pasos del nuevo sanatorio en la esquina de Ruta 9, a pocos metros del acceso por autopista de la ciudad con mayor crecimiento de la región, en un entorno que poco a poco fue sumando tránsito y locales comerciales. Su mismo hogar les proponía entonces sumarse a la ola y ser parte.
Hace pocos días inauguraron así su local comercial, una enorme vidriera con un estilo de construcción tradicional y cálido que se acopla perfecto a sus fogoneros y a la cantidad de artículos de bazar y gastronomía que sumaron para comercializar junto con sus productos.
“Estamos acá hace 15 años pero con la proyección que tuvo Galindo fue encontrarle una vuelta al avance de “civilización” porque quedamos un poco en el ojo de la tormenta. Era mudarnos o potenciar el lugar donde ya estábamos”, explica Carola y celebra la apuesta: “Mucha gente pasa y destaca lo que armamos, la arquitectura, la impronta del lugar. El local era parte de un proyecto donde sigue siendo central la calidez”.
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