Miércoles, 30 de Octubre 2024
Viernes, 20 de Julio del 2018

Carlos Vesco: funense desde sus primeras horas de vida

"Cachilo", así lo conocen todos, fue concejal, funcionario y gerente de Funescoop. Dice que “se fueron perdiendo” valores propios del Funes del pasado.

Vanesa Fresno - InfoFunes

 

Carlos “Cachilo” Vesco representa a la perfección el concepto de nyc (nacido y criado en Funes). “Mi madre fue a tenerme a Rosario pero automáticamente después volvimos a Funes. Y desde entonces aquí estoy”, remarca.

 

Recuerda una infancia muy buena, yendo a la escuela primaria en la ciudad, para luego realizar la secundaria y la carrera de abogacía en Rosario, siempre en instituciones públicas. “Desde chico supe que quería ser abogado, me atrajo siempre la cuestión social, por eso empecé a militar en esos movimientos”.

 

Fue docente del colegio Nazaret muchos años, y se emociona cuando cuenta que aún hoy se cruza con ex alumnos que lo saludan con un ¡Hola profesor!. Afirma que la docencia es “un dar para después recibir”.

 

Trabajó durante más de 35 años en la Cooperativa telefónica, actual Funescoop. De los inicios recuerda: “Antonio Azurmendi me abrió las puertas al cooperativismo, fue muy noble, una persona nada egoísta ni especuladora, nunca le tuvo miedo a la competencia desleal o la traición, me sentí siempre muy comprometido con él. Seguimos aún tomando con él café los viernes”.

 

Entre los grandes logros de la Cooperativa de teléfonos, está el haber traído a Funes el tele discado 20 años antes de lo que Intel en su momento lo proyectaba. “En 1964 instalamos los primeros teléfonos en Funes, la gente de Roldán venía acá a realizar las llamadas”. “Comenzamos con 100 líneas y cuando nos fuimos había 15 mil cuentas, se compraron propiedades, creció en servicios, facturación y fuentes de trabajo. Siempre se manejó todo con transparencia”, cuenta.

 

Consultado sobre cómo surge la idea de postularse como concejal, otra de las funciones que desempeñó en la ciudad, Cachilo reflexiona: “Durante los últimos 12 años del gobierno de Marracino, la municipalidad había entrado en un proceso de caída, no había plata que le alcanzara. Siempre tuvimos buenas relaciones humanas pero no políticas con la gestión, en ese entonces nos graba con un impuesto por el uso del espacio aéreo, algo inconstitucional, de hecho la ley de telecomunicaciones impide explícitamente cobrarlo”.

 

“No había salida jurídica que valiera, la salida era política, de allí sale mi candidatura como concejal, decidido por un grupo, un frente, que también propuso a (Juan) Miguez como intendente. Ganamos por 45 de votos”, recuerda el abogado.

 

El cooperativismo le abrió también las puertas al mundo bancario. Cuando se unen las cajas de crédito y ahorro de distintas localidades, forman el banco Cooperativa Independencia que luego deviene en banco Bisel, él comienza a desempeñarse como síndico allí. Vesco cuenta que: “Atravesamos muchas crisis económicas y cambios esos años, El banco Bisel, de ser un banco construido ladrillo a ladrillo por gente de Funes, hoy en día está en manos de una multinacional como es el caso del Banco Macro”.

 

Funes a través del tiempo

“A mí los cambios que se han dado no me asustan, defiendo el concepto de una sociedad dinámica”, sentencia cuando se le consulta sobre lo que era Funes hace 50 años y lo que es ahora.

 

Vesco tiene una postura clara: “Hay gente que le cuesta más los cambios que a otros, yo observo sí, distintas etapas en mi vida en Funes, durante la juventud una sociedad muy simple, muy justa, muy chica, muy igualitaria, la gente no valía por lo que tenía sino por lo que era, la cercanía entre las personas era otra, eso se fue perdiendo, observo un cambio en las misma personas de Funes, muchas diferencias, la mayoría motivadas por la política”.

 

Invitado a realizar una reflexión sobre cómo ve el crecimiento demográfico que tuvo la ciudad estos años, Carlos resume: “En los 70´ y 80´ los primeros vecinos que llegaron desde Rosario a instalarse se integraron totalmente, esa etapa fue muy linda, nos saludábamos, nos reuníamos en los clubes, en la iglesia, había corsos, era una gran familia. Luego se fue perdiendo todo eso. Desde entonces la gente que decidió instalarse en la ciudad, con justo derecho, lo hizo de la mano de los primeros loteadores. Como consecuencia, la ciudad creció bajo un orden privado, y una urbanización establecida por un loteador y no por el Estado, que siempre se limitó a aprobar y a pedir a cambio determinadas cosas”.