Sangre futbolera
<p>Para celebrar un Día del Padre mundialista, InfoFunes te cuenta la historia de los López. Padre e hijo despuntan su pasión por la pelota en las canchas del rojiblanco. De tal palo, tal astilla.</p>
El vínculo del Bocha López con su hijo Alexis no solamente es biológico y afectivo. También comparten el amor por la pelota y por el club en el que se desempeñan: San Telmo. La historia de uno de los máximos goleadores del Rojiblanco en la Liga Rosarina.
"Bajate en la garita uno y caminá hasta que topa. Ahí vivo yo". Mejor indicación para llegar no podría haber existido. Familiero, sacrificado, laburador y amiguero: así se caracteriza el Bocha López. Responde a mis preguntas de manera breve, sin trabas, como si supiera lo que tenía pensado preguntarle. Estuvo durante toda la charla con una sonrisa: claro, el 4 a 0 a Social Lux de ese sábado a la tarde le había hecho dejar atrás la penosa actuación de la Selección Argentina ante Islandia en el debut del Mundial de Rusia.
A pesar de que tuvo la oportunidad de mostrarse en otras ligas, el Club San Telmo ha sido lugar común para el Bocha. Sus mejores recuerdos en el fútbol se relacionan con el elenco funense. Actualmente, comparte cancha con cinco primos, lo que le parece "espectacular". Pero hay algo más que lo enorgullece: su hijo mayor también eligió San Telmo para dar sus primeros pasos en el fútbol. "El crack", como lo llama él, ya muestras algunas cositas que el delantero cristaliza en Primera División: "no regala una pelota".
¿Cuál es tu primer recuerdo con una pelota de fútbol?
Cuando tenía cinco años que empecé a jugar en el Baby con esa 89 de San Telmo. Jugábamos de siete y le ganábamos a todos. Me acuerdo de todos los títulos que habíamos ganado: era la categoría más fuerte que había. Yo me acuerdo que era la 89 de San Telmo. Salíamos a ganar y ganábamos en cualquier lado. Era lo más fuerte que había en el baby de siete.
Tenías la misma edad que ahora tiene tu hijo Alexis…
Sí, él ahora está jugando en el baby. Es categoría 2010. Está re metido con la pelota y yo trato de darle todo para que pueda dedicarse eso. Si es que decide dedicarse a eso en un futuro. Juega y mete. Juega muy bien. Yo creo que va a andar muy bien. Si decide eso, lo voy a apoyar al cien por ciento y darle lo que necesite. Pero también que termine el estudio.
Es pibe aún y muestra condiciones ¿Pensaste en llevarlo a algún club importante?
Yo capaz que lo puedo llevar a Central o a Newells, pero… ¿Y si no juega? Eso a mí no me sirve: vamos a sufrir frío, que yo lo tengo que llevar, me tengo que mover y encima él se va a sentir mal porque no va a jugar. Acá en San Telmo tiene todos los compañeritos y ya se siente seguro. Después más grande sí: si quiere dar un salto en algún otro equipo yo lo voy a apoyar.
¿Y vos? ¿Tuviste la oportunidad de jugar a nivel profesional?
Creo que tenía las posibilidades para vivir del fútbol. Pero nunca le di la importancia para poder llegar a algo. Por vago. Si vos ves acá en el barrio, hay un montón de pibes con muchas condiciones. Pero tenemos la mentalidad del jugador de barrio: nos gusta jugar entre amigos y no nos importa llegar a otro lado. Yo me siento más seguro jugando con amigos que en cualquier otro lado. Y no me arrepiento de nada porque todo lo que hice lo hice con amor y siempre jugué porque me gustaba.
¿El barrio influyó en tu manera de jugar?
El barrio siempre influye. Tenemos la cancha acá enfrente, que yo siempre me cruzaba. Desde muy chico empecé jugando ahí, y jugué ahí siempre. Yo tenía diez años y ya jugaba con los chicos de quince, dieciséis. No importaba la edad: yo iba y jugaba. Siempre fue así. Y ahora el más grande hace lo mismo: cuando no practica, se cruza.
Además de jugar en San Telmo, sos empleado municipal ¿Considerás al fútbol como un trabajo?
Sí, porque tenés que entrenar y jugar. Además, si tenés el compromiso de ascender, tenés que tratarlo así. A eso te lleva la Rosarina: las canchas son más chicas, las condiciones son malas, las canchas son de tierra, a veces la querés parar, se te va, viene uno, te pega una patada. Te chocan todos, no tenés espacios. Y encima los hinchas te hacen de todo.
Ahora está instalado el hecho de que pagar una entrada te permite insultar al jugador…
Es un desastre. A vos no te da derecho de que porque hayas pagado la entrada vas a venir a putearme a mí porque yo soy un jugador. Porque si yo sería cualquiera, saltaría el tejido y te cagaría a trompadas. Es una locura. No se puede hacer nunca. A veces te dicen: la concha de tu madre. Y vos no sabés cómo está ese pibe con su madre y su padre. Pero en la mentalidad del jugador de fútbol, sabés que esas puteadas vienen.
¿Y el hincha de San Telmo cómo es?
Va a todas. Alientan hasta el último minuto. Lo mejor es que vienen y te abrazan y te dicen: gracias por el triunfo, gracias por esto. Es como que ganando, les diste un plus a ellos para que estén felices durante la semana. Y eso te pone re contento.
¿Qué hacés cuando no estás trabajando o entrenando?
Juego un rato con los chicos. Siempre hay algo que tengo que hacer: si tenés tres pibes algo siempre te obligan a hacer. Sacarlos a pasear, tratar de jugar con ellos, estar con ellos. Hacer esto para que cuando yo me tenga que ir, no se sienta tanto.
Higuaín dijo en una entrevista que el mejor gol que hizo en su vida fue tener una familia.
Es así. El domingo pasado me pasó. Yo venía caliente porque habíamos perdido contra el puntero, Mitre, que era un partido que no merecimos perder. Y estaba medio loco. Vine acá y me tranquilicé. Estuve con mi familia, mis nenes y me tranquilizaron los chicos. Me llevan a eso: no podés estar loco todo el día.
¿Tenés sueños todavía?
Mi sueño es poder darle lo mejor a mi familia, ayudarlos en todo lo que pueda a los chicos que vienen de abajo que son mis hijos y tratar de que todos sus sueños se le puedan cumplir.
¿Qué le diría este bocha a aquel que arrancó a jugar en el barrio?
Que siga sus sueños, que trate de hacer lo mejor.
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