Sábado, 27 de Abril 2024
Viernes, 23 de Septiembre del 2011

El arte de producir sensaciones

La ciudad de Rosario está empapelada con unas fotos de un tierno monito que deja ver los hilos de uno de los tantos personajes que recrea en sus obras Rubén Orsini.

La ciudad está empapelada con unas fotos de un tierno monito que deja ver los hilos de uno de los tantos personajes que recrea en sus obras Rubén Orsini. 

De profesión marionetista, resalta que lo suyo es trabajar con objetos en desuso y darle otro significado. Sus historias suelen verse por la calle o por los parques pero en esta ocasión, el desafío de "despertar sensaciones" como insiste en llamar, será en la sala del Teatro Arteón (Sarmiento 778) hoy y mañana a partir de las 22 y el domingo a las 21.

Sus historias suelen conmover, calan hondo, en la alegría, en la tristeza, en las más variadas emociones.

Orsini confiesa que durante la hora en que se extiende el espectáculo se busca retornar a "la inocencia primaria", esa que en la vida adulta suele encorsetarse, no prestarle atención, desconocerse. Porque el espectáculo dispara emociones a un público integrado desde adolescentes a adultos.
Curriculum. Rubén es hijo de una familia de músicos pero eligió el silencio y el movimiento corporal para expresarse. Cuenta que no tuvo tiempo para ir a una escuela de títeres donde suele aprenderse este arte ancestral pero su búsqueda lo llevó a encontrarse con grandes maestros en el exterior, Suele ser invitado a festivales o se va de gira con los distintas marionetas que fue construyendo a lo largo de su trayectoria y por las que se apasiona.

No obstante, entiende que hacer las funciones en su ciudad natal tiene ese sabor inexplicable de lo familiar, de conocer códigos, gestos y es eso lo que lleva afuera.

Calle. Su arranque con este proceso fue allá por el año 1995, donde comienza a investigar el tema y estudia pantomina. Así empezó a crear sus marionetas y montar sus propios espectáculos. Desde su perspectiva construyó personajes "tan maravillosos como perturbadores". En sus marionetas encontró la síntesis para volcar lo aprendido como mimo y la manual -de su trabajo como cerrajero-. Pero su mayor experiencia fue en la calle y en su visita a diferentes países.

"La calle no es siempre la misma, uno puede incorporar el barco que pasa, el perro que ladra. Es diferente a la sala donde se está solo con el arte", señala este artista que hace dos años atrás se presentó en la sala Lavarden.

Precisamente ese contacto con la calle le dio una plus extra además de su permanente búsqueda a la manera de un autodidacta.

Este arte es antiguo y a la vez muy complicado porque debe lograr un buen equilibrio entre distintas variables. "Hay que ser un buen constructor, un buen manipulador y también crear buenas historias, un buen compositor. Si alguno de estos aspectos falla fracasa el mensaje", asegura.

Entre sus expectativas futuras y actuales está no sólo continuar con algunos compromisos que tiene para seguir de gira por el interior del país y por el mundo, sino también el de crear en su taller -que bastante esfuerzo le costó armar- un lugar para dictar clases y así trasmitir eso que tantos maestros le dieron a él. "Enseñarles a chicos que no podrían aprender el oficio de otra manera", afirmó.

Finalmente reconoció que su toque de distinción tiene que ver con no hacer un espectáculo tradicional con "marionetas que cantan o bailan", sino que, afirmó, su plus está en "producir sensaciones".