Viernes, 26 de Abril 2024
Jueves, 17 de Mayo del 2018

Delfín Zacarías dijo que Luis Medina era el dueño de la casa donde lo apresaron

<p>El principal imputado de la "Operación Flipper" se desligó de la causa y dijo que la vivienda de Las Achiras al 2500 era propiedad del empresario narco asesinado.</p>

Vanesa Fresno - InfoFunes

 

David Delfín Zacarías, su esposa, sus dos hijos y otras siete personas, empezaron a ser juzgados ayer por integrar una cadena cuyos eslabones van desde los proveedores de los insumos para fabricar cocaína, los cocineros de la droga y los vendedores de la sustancia terminada hasta los policías que le ofrecían cooperación y protección. En la primera audiencia, el Tribunal Oral Federal integrado por los jueces Ricardo Vázquez, Otmar Paulucci y Germán Sutter leyó el pedido de elevación a juicio realizado por el fiscal Federico Reynares Solari de lo que se denominó "Operación Flipper" y tras ello declararon los imputados (ver página 35). El plato fuerte estuvo a la tarde, cuando el propio Zacarías dio su versión de los hechos y respondió preguntas.

 

Zacarías llegó a juicio comprometido por tres fuertes elementos: haber sido detenido in fraganti en 2013 en una casa de Funes donde se cocinaba droga, los 300 kilos de cocaína y los dos mil litros de precursores químicos decomisados allí, y las escuchas telefónicas que sugerían la negociación previa con los proveedores de esos líquidos. A esa batería de evidencias leídas ayer, este hombre de 52 años le hizo frente con dos horas de una declaración impetuosa pero correcta. Lo que dijo fue que ni la casa ni los elementos que allí se encontraron eran suyos, sino de una persona a la que identificó como Luis Medina, el empresario vinculado al narcotráfico y asesinado junto a su novia en el acceso Sur y Ayolas en diciembre de 2013.

 

Víctima de un operativo

Zacarías dijo que fue víctima de un operativo en el que le plantaron droga en una camioneta que es suya pero en una casa que no lo es. ¿Qué hacía allí él entonces? Según dijo lo metieron de prepo efectivos de la Policía Federal cuando llegaba a entregar una partida de dos mil litros de solvente que había ido a buscar al Gran Buenos Aires por encargo de un señor de apellido Medina.

 

Si supo quien era Medina fue gracias a la televisión. "Me enteré porque en 2014 Chiche Gelblung hace un programa de narcos de Rosario donde lo mencionan, ahí veo la cara y lo reconozco. Pido un comparendo, voy y declaro. Yo en mi primera declaración dije que si lo veía lo reconocería". El fiscal Federico Reynares Solari le preguntó tres veces: "¿Era Luis Medina?" La tercera vez Zacarías respondió que sí.

 

El principal imputado había sido detenido tres meses antes del crimen de Medina, y apuntó a éste como dueño de la casa de Funes en una declaración indagatoria. Ayer contó que fue ese hombre quien le encargó buscar los dos mil litros de solvente. "Se presentó como Hernán. Un tipo de pelo negro, 40 años, canchero". Adujo que Medina no le dijo su nombre verdadero. Solamente que tenía que contactar en Buenos Aires a un hombre de apellido Silva en una dirección y que tenía que decirle que iba de parte de "Pitu".

 

Remisero engañado

El operativo que marcó la caída de Zacarías fue un día después de que fuera a buscar esa partida de solventes, el 5 de septiembre de 2013, en una casa de Las Achiras al 2500 de Funes, a la que enseguida llegó en helicóptero el entonces secretario de Seguridad Sergio Berni.

 

Ayer Zacarías se presentó ante los jueces como "comerciante". Contó que terminó la secundaria en la cárcel de Villa Devoto y que está cursando el ciclo básico de ingreso a la Facultad de Derecho de la UBA. Reconoció ser dueño de la remisería Frecuencia Urbana, de Granadero Baigorria, que llevaba diez años inscripta al momento de su detención y que era su fuente de ingresos con 40 vehículos habilitados. Adujo que buscó los dos mil litros de solvente (insumo utilizado para cocinar la pasta base y transformarla en clorhidrato de cocaína) en razón de su trabajo en la remisería, que incluía servicios de flete. "No pregunto lo que llevo. He trasladado roperos sin saber qué tenían adentro", sostuvo.

 

"Un día vino un señor Medina a contratarnos para hacer un flete entre tantos que hacemos a Buenos Aires a buscar solvente. Le pasamos el presupuesto y estuvo de acuerdo. El hombre me dijo: «Yo te voy a dar un número de teléfono. Vos tenés que llamar de parte de Pitu que soy yo». Pregunté para qué era y me dijeron que era para una fábrica de pintura. En ese momento estaba haciendo el complejo así que me venía bárbaro tener pintura", dijo Zacarías.

 

Al mencionar "el complejo" se refería a la construcción de un imponente gimnasio de la que era responsable su hija, también imputada en la causa, en una zona cercana al río y de alta valuación inmobiliaria en la ciudad de San Lorenzo. Esa edificación, al igual que un complejo de viviendas y un patrimonio compuesto por 24 vehículos y 40 inmuebles son analizados en una causa judicial por lavado de dinero y paralela a este juicio.

 

Sin testigos

Zacarías también dijo que cuando llegó al galpón de Don Torcuato donde Hugo Silva (también acusado) le entregó los solventes, escena que fue filmada por los investigadores, dio una mano para subir los productos al vehículo. "Es normal en cualquier fletero ayudar con las cosas". Contó que cuando fue a Funes para la entrega le cayó la Federal. "Estaba hablando con mi mujer y de repente llega la policía. A mi mujer le ponen una pistola en la cabeza. Uno, el que me esposa a mi, me dice: «Éste es el vuelto que te toca»".

 

El acusado dijo que en ese momento no había testigos, que recién allí los policías se pusieron a filmar. "Ahí el hombre de la casa que tiene un Audi negro se va", dijo aludiendo al misterioso dueño del chalé, no mencionado por nadie más que él en el expediente. "Al rato llega otro uniformado más con los testigos. Cuando nos meten adentro nos sientan en una silla. Nadie me contestó qué pasaba. Lo que me llamó la atención es que la casa tiene dos o tres plantas y vi bajar a un policía de arriba con una bolsa negra. Más tarde se escuchó el helicóptero", reseñó aludiendo a la llegada de Berni.

 

Zacarías, que responde como organizador de comercio de estupefacientes, dijo que la policía subió su camioneta Volkswagen Amarok a la vereda. Afirmó que fueron ellos quienes pusieron una bolsa de consorcio llena de cocaína en el asiento trasero y que le sacaron una tablet que había comprado. "Tengo fotos de la policía filmando. Son fotos del procedimiento. Para que me crean necesito esas filmaciones que ahora no aparecen", dijo.

 

También pidió al tribunal "tener un careo con la persona que filmó y me detuvo, que era un petisito con un lunar, era el oficial Del Franco y con D'Agostino (el inspector Eduardo Agostini) que fue quien labró el acta. No tengo nada que ver y me metieron en esa casa de prepo".

 

Irrisorio y político

En este juicio comparecen como acusadas once personas, entre ellas la mujer de Zacarías y dos de sus hijos. "Los medios dijeron cualquier cosa, como que al detenernos mi mujer estaba cocinando cocaína con mi hijo. Mi hijo tiene fibrosis quística y ante la lavandina se descompone. Imagínense si con lavandina se descompone lo que sería con precursores químicos. ¿Cómo va a estar en una cocina de drogas? Esto no se puede creer, es irrisorio. Si yo soy narcotraficante no voy a ir personalmente a buscar bidones con precursores en mi auto con mi mujer. Es imposible".

 

Con vehemencia, Zacarías aludió a la pericia química de Gendarmería Nacional sobre los panes de droga secuestrados en la casa donde lo detuvieron. "Hay como 50 o 60 panes al 2 por ciento de cocaína es decir que un kilo de sustancia tiene 970 gramos de azúcar y 20 por ciento de estupefaciente puro. Eso no se lo venden ni a Montoto".

 

A la disputa política que teñía la coyuntura entre kirchnerismo y socialismo en aquel momento no la dejó de lado. "Lo primero que dijo Berni al llegar fue: «¿Cómo Bonfatti no sabía que estaba acá la cocina más grande del país?». Esa era la cuestión política", afirmó.

 

También cuestionó la nula precaución con los materiales secuestrados que fundan la acusación. "Las bolsas no están selladas, encintadas, precintadas ni filmadas. Nada de acuerdo con el protocolo de cadena de custodia. Señores jueces, miren las fotos. Pido perdón porque por ahí se me pegan algunas cosas de la calle. Pero acá dijeron: «Vamos a darle a éste, total tiene antecedentes»".

 

Al respecto eso fue de lo primero que hizo leer el presidente del tribunal. Un secretario leyó que Zacarías fue condenado por tenencia de estupefacientes para comercio a 4 años y 4 meses de prisión en 2005 y declarado reincidente.

 

Los fiscales, en tanto, señalan que el auto que usaba una conocida narco de la zona norte de Rosario, Olga "La Tata" Medina, habíacambiado de titularidad hacia Zacarías, lo que es una prueba de pago por la provisión de cocaína. “En la remisería estábamos acostumbrados a cambiar los autos cada tanto porque los autos se hacen pedazos. El Chevrolet Spark era para remís, pero mi hijo era un muchachito joven que no iba a comprar un Corsa de viejo. No sé ni quien es Medina”, sostuvo.

 

Ensuciaron a mi familia
Verborrágico, extravagante, pero nunca irrespetuoso, el principal acusado sollozó en tramos del juicio. “Ensuciaron a mi familia. Mi hija por ayudar al padre a llevar su empresa adelante y por hacer los mandados lleva destrozados cinco años de su vida. ¡Vayan a ver cómo vive el cocinero más grande del país! Vivo en la misma casa de un solo piso”, exclamó.

 

   Sin embargo la causa de lavado le adjudica un patrimonio oculto en posesión de testaferros que tiene un trámite avanzado en un juzgado federal de Rosario. El se reconoció como un hombre aficionado al juego y tocado por la vara de los golpes de fortuna. “Me encanta jugar al póker y siempre viajaba al exterior donde había torneos. Iba a Chile y a Brasil. En Uruguay, por ejemplo, el Hotel Conrad me invitaba como a otra gente de Buenos Aires. Ahí conocí a Sofovich y a un par de muchachos de la tele. No dejábamos un centavo para comer ni para dormir. Me pagaban todo”.