Domingo, 21 de Diciembre 2025
Domingo, 21 de Diciembre del 2025

Ni prohibiciones ni descontrol: cómo transformar los clásicos de la mesa navideña en opciones más "livianas"

Cormillot dijo: “Se come en dos días lo que suele comerse en diez”. Una nutricionista funense propone reemplazos inteligentes para disfrutar en las Fiestas.

La llegada de las fiestas suele venir acompañada de una preocupación recurrente: el impacto de la cena navideña en la salud y en la balanza. Recientemente, el doctor Alberto Cormillot generó debate al asegurar que, en apenas “dos días de festejos, una persona promedio consume lo mismo que ingeriría en diez” jornadas habituales. Sin embargo, para la nutricionista funense Joana Cantarutti (@joanacantarutti), esta afirmación resulta “un tanto extrema”. Si bien reconoce que el aporte calórico de estas fechas es elevado, la experta prefiere poner el foco en la densidad de los alimentos y en la personalización de los hábitos de cada familia.

Cantarutti explica que, más allá de la cantidad de comida en el plato, el verdadero desafío reside en la composición de lo que elegimos. Muchos de los platos tradicionales son “densos calóricamente”, lo que significa que en poco volumen concentran mucha energía. Esto se debe principalmente al uso excesivo de aderezos como la “mayonesa, la presencia de fiambres en los arrollados y, fundamentalmente, el consumo de alcohol”. Según la profesional, “una cena con brindis incluido puede equivaler a las calorías de un día entero, pero llegar a la equivalencia de diez días es una medida que no aplica a la mayoría de las personas”.

Para quienes buscan disfrutar sin terminar la noche con una sensación de pesadez extrema, la nutricionista sugiere “realizar reemplazos estratégicos”. En lugar de las clásicas salsas pesadas, propone utilizar hummus de legumbres o vegetales —como zanahoria o remolacha— mezclados con yogur natural para obtener texturas cremosas pero mucho más livianas. También recomienda “incorporar frescura a la mesa con tomates cherry o uvas, y optar por ensaladas como acompañamiento principal de las carnes” para equilibrar la estructura del menú.

Un punto clave en su análisis es la gestión del alcohol: Cantarutti destaca que las bebidas alcohólicas no solo aportan “calorías vacías, sino que también deshidratan”. Su recomendación es simple pero efectiva: “Alternar cada copa de alcohol con un vaso de agua. Esto no sólo ayuda a mantenerse hidratado en noches que suelen ser calurosas, sino que naturalmente reduce la velocidad de consumo de alcohol”. Incluso sugiere explorar opciones de tragos sin alcohol, utilizando infusiones frías como el té de cedrón, jugos naturales y almíbares caseros para participar del brindis de una manera más saludable.

Al momento del postre, la experta derriba un mito común: “La ensalada de frutas no siempre es la mejor opción. Aunque la fruta es saludable por naturaleza, después de una cena cargada de entradas y platos principales, la ensalada de frutas suele caer como una bomba gástrica debido a la fermentación de los azúcares sobre una digestión ya pesada”. En su lugar, invita a elegir aquello que realmente se disfruta por su estacionalidad o tradición, como el Vitel Toné o el pan dulce, y evitar la acumulación de múltiples postres, turrones y garrapiñadas en una misma noche.

Finalmente, Joana Cantarutti hace hincapié en que el error más frecuente no es la cena del 24 de diciembre en sí misma (y el 31 la semana siguiente), sino lo que sucede los días posteriores. El hábito de cocinar en exceso y comer sobras durante una semana entera es lo que realmente impacta en el organismo. Por eso aconseja “organizar el menú con la familia para no duplicar platos, repartir lo que sobre entre los invitados para que no quede todo en una sola casa y, al día siguiente, retomar una alimentación liviana y consciente”. “Al fin y al cabo –concluyó-, el secreto no es dejar de comer lo que nos gusta, sino entender que la Navidad es solo un día y no el final de nuestros hábitos saludables”.

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