La vida a través de una lente: especial Día del Fotógrafo
Enrique Galletto, reportero gráfico, hijo y padre de fotógrafo, compartió su historia y cómo reniega de los teléfonos de alta gama.
Enrique “Quique” Galletto (@enriquegalletto) es uno de los reporteros gráficos más conocidos de la región. Durante 46 años disfruta el aire puro de Funes, aunque lleva 13 años viviendo de manera permanente. Su trabajo y su actitud ante los hechos de relevancia, además de su pasión por la buena comida, un buen vino y el hablar de cualquier tema con quien se le cruce hicieron de su persona algo así como una marca registrada en el mundo de la fotografía. Pero esta popularidad no la ganó solo, desde muy chico trabajó revelando fotos junto a su padre, Adelqui Oscar Galletto, quien trabajaba en conjunto junto a su tío Osvaldo Faccio y, décadas después sumó a esta pasión a su hijo Leonardo.
“Mi papá era el socio número 8 del sindicato de reporteros gráficos. Era compañero de mi tío Osvaldo, el tío de mi mamá y así se conocieron y se casaron”, relató Quique sobre el gen fotográfico que ya tendría en su ADN al nacer. Por más de 50 años don Adelqui Galletto estuvo detrás del lente retratando hechos tanto periodísticos, deportivos o sociales, hasta el por entonces presidente de Rosario Central, Víctor Vesco le entregó una placa homenaje en uno de los partidos en Arroyito por sus más de 50 años como reportero gráfico.
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“En el Club Provincial había un estudio de revelado fotográfico donde trabajaba todo el fin de semana, era todo muy artesanal, ahí aprendí las cuestiones básicas y de paso me fui ganando mis primeros pesos, así que todo era perfecto. Me encantaba sacar y revelar fotos y me podía dar mis gustos desde pibe. Si quería un Lewis, me lo compraba, ahora si dependía de mis viejos me llevaban a la Beige a comprarme ropa descartable”, dijo entre risas Quique para luego decir que si su padre volviera a vivir “se moriría en el instante al ver los telefonitos estos que te sacan unas fotos tremendas”. “Para mí cada uno viene adentro con un chino chiquito que te hace todo”, agregó y aclaró: “Eso si, todo muy lindo pero con esos telefonitos ya no aprendes sobre la luz, el enfoque, se pierde mucho ese arte, y el laburo de los fotógrafos y fotógrafas también”.
El hijo del… amigo de todos
“Mi viejo estaba siempre metido en el peronismo, así que era amigo de todos los sindicatos, trabajaba con ellos y ahí caí yo también. Ya cuando él dejó de trabajar seguí con ellos, imaginate que me conocían de pibe y así y todo eso también me fue abriendo puertas a nivel periodístico porque cuando comencé a trabajar en Crónica y luego en El Ciudadano, siempre me avisaban por todo”, resumió. “Empecé a trabajar a full recorriendo 20 kilómetros a la redonda. A Crónica le interesaban los accidentes y pagaban muy bien. Eso si, no lo hacía solo, había fotógrafos de Rafaela, Río Cuarto, San Lorenzo que me ayudaban, y se cobraba muy bien”.
Si algo caracteriza a Quique es que siempre suele emprender proyectos de otro tipo en paralelo a la fotografía. Por entonces, mientras retrataba choques, preferentemente fatales el estilo periodístico de Crónica, también comenzó a fabricar zapatos junto a su suegro. Es que Quique se recibió de Técnico Químico en 1973 y la fotografía no le había permitido dedicarse a ello, o bien él lo prefirió así. Hasta que en la fábrica de calzados Lingotti él puso su aporte y creó las zapatillas de bebé Brinquitas que venía con perfume a frutillas.
“Eran hermosas y le inyectábamos la esencia en el proceso de armado y quedaban perfumaditas. Nos fue muy bien, hasta que vino el turco (por el ex presidente Carlos Menem), el país se llenó de zapatillas chinas por un tercio de lo que valían las Brinquitas y ahí tuve que vender la fábrica, todo. Y me dediqué exclusivamente a Crónica, lo cual también me fue abriendo puertas a otros medios, muchos de ellos nacionales o algunos internacionales con colaboraciones. Hice muchas cosas, pero la cámara jamás la dejé. Siempre, principal o secundaria, estaba ahi”, relató.
Imágenes de todo tipo y tenor
Las fotos de Quique ilustraron notas de todo tipo y en publicaciones de toda índole. Entre sus trabajos también figuran las revistas ADN, Lares, Frida, 4 Letras, por años fue el responsable fotográfico del suplemento Estrictamente Social del diario La Capital y “siendo hincha de Central”, estuvo un año y medio a cargo del suplemento “Pasión Rojinegra”, también de La Capital. Además hizo colaboraciones con Olé y varias revistas del país.
Inundación, desborde del canal Ibarlucea en Nuevo Alberdi, año 2007.
Entre los eventos más significativos que le tocó retratar con sus fotos fue el Mundial 1978, en especial el partido de Argentina contra Perú, donde fue a trabajar junto a su padre; y el caso de Cristian Quiroz, el niño de cinco años que cayó en un pozo de 30 metros en San Nicolás en marzo de 1998. “Lo del nenito de San Nicolás fue tremendo, mirá que vi casos terribles toda mi vida, pero esas horas fueron muy angustiantes. Recuerdo que estuve 16 horas de guardia para Crónica, Clarín y diario Popular. Estaba junto a Carlitos Carrión, los dos éramos independientes y estábamos cubriendo el caso. Cuando entré al laboratorio a revelar el material me puse a llorar como un chico, ver a sus padres tan angustiados, con esperanzas de ver a su hijito vivo, fue muy fuerte”, recordó y sumó: “Encima esa tarde había ido a la escuela del nene y conseguí que el fotógrafo de la escuela me de una foto de él. Cuando el padre se enteró, me la pidió y cuando se la di no hacía más que besarla y llorar. Fueron muchas horas, el nene estuvo más de 30 horas 18 metros abajo, no lo pudo soportar”.
Pero no todas fueron experiencias trágicas, algunas rozaron lo bizarro, como “el culo contra la vidriera del bar del Petaco Carbonari”, dijo soltando una carcajada. “Estaba en el bar Metropolitan, en pleno centro, que era del Petaco, y hubo una manifestación de hinchas en la puerta porque estaban calientes con las autoridades del club. Yo estaba dentro del bar y de repente veo que uno apoya el culo contra la vidriera y ahí disparé la cámara, mientras otros se tapaban la cara. Lo más gracioso es que a la mañana siguiente me llaman de Radio Dos, del programa de Nacho Suriani y tomando el tema en joda y mitad en serio, Nacho me dijo que iba a tener que hacer una rueda de reconocimiento porque el juez quería saber quién era el dueño de ese culo. La policía también lo buscaba. Yo no lo podía creer”.
El hecho al que refiere Galletto fue el 26 de julio de 2006 por una manifestación de hinchas canallas por el despido del por entonces DT Leonardo Astrada, incluso fue tapa del diario El Ciudadano del 27 de julio y esa foto también fue parte, meses después, de una muestra de fotoperiodismo.
“Yo nunca dije nada, incluso le había sacado la foto al tipo de frente, y vino a la muestra de fotos a preguntarme si se la podía vender. Fue re loco. Obvio que se la imprimí, se la regalé y calculo que la debe tener en un cuadrito”, dijo.
Nueva generación y los cambios digitales
Quique Galletto también recuperó plásticos por seis años como su segunda labor del momento, mientras tanto se desempeñaba como reportero gráfico en el diario El Ciudadano. “De los 20 años que trabajé para Crónica aprendí de mis errores, era autodidacta, pero en El Ciudadano aprendí con Alejandro Guerrero otro tipo de concepción de la fotografía. Me dio vuelta la cabeza 180 grados. Fueron 20 años de aprendizaje en ese diario”, compartió.
En el medio de todo eso sumó a la fotografía a su hijo Leonardo, quien venía de estudiar Ciencias Veterinarias tres años en Casilda. “Estaba teniendo mucho trabajo y le pedí a Leo que se vuelva para darme una mano y se enganchó tanto que lleva años también en esta pasión. Incluso estudió la carrera en el Iset 18 y se fue perfeccionando, ni hablar ahora con las nuevas tecnologías, él está mucho más canchero que yo”.
Quique y su hijo Leo Galletto
Precisamente sobre estas nuevas tecnologías, Quique lamenta que el trabajo del fotoperiodismo “esté muriendo de a poco¨. ¨Creo que es proporcional a la muerte del diario en papel”, agrega.
“En toda mi carrera –describió- tuve que aprender a revelar en un cuarto oscuro, luego a cambiar un negativo y pasarlo a una computadora, cuando ya se terminaban las copias en papel, y lo fui aprendiendo, porque era algo de todos los días. Cuando algo te apasiona las cosas salen mejor y más fáciles y Leo tiene esa pasión, lo cual me enorgullece”.
Consultado sobre asuntos pendientes, Quique no duda en decir que todas las fotos que le gustaron tomar las hizo. “No me quedó nada en el tintero, fui a conciertos, partidos, carreras, cubrí eventos históricos, hice de todo, así que estoy muy conforme. La fotografía siempre fue la pasión de mi viejo, de mi tío, la mía y la de mi hijo. ¿Qué más puedo pedir? Y si el día de mañana mis nietos quieren seguir esta pasión, serán bienvenidos. A mí sólo me interesa que ellos sean felices con lo que elijan”, concluyó.
autor: Leonardo Galletto
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