Viernes, 19 de Abril 2024
Lunes, 20 de Abril del 2020

La escuela no se toca, pero se ve y se escucha

Las aulas virtuales son una oportunidad pero también el lugar donde se manifiestan con claridad las asimetrías de acceso a las herramientas y habilidades tecnológicas.

En una situación tan disruptiva como lo fue la obligatoriedad del aislamiento social preventivo debido a la pandemia de Covid-19, fueron muchísimas las cuestiones cotidianas que tuvieron que reverse de golpe. Unos días antes del decreto presidencial que impuso la cuarentena a partir del 20 de marzo, las clases en todo el territorio nacional fueron suspendidas. Y ya se anticipó que serán una de las últimas actividades que retomen su curso normal, cuando todo se recomponga.

Nuevos desafíos irrumpieron así en la vida de docentes, alumnos y familias que deben continuar con el proceso de aprendizaje con nuevas estrategias, sobre la marcha y a contra reloj. El uso de tecnologías se convirtió así en el último mes en el gran desafío a sortear y en la contracara de un problema que esconde otro central: las diferencias en el acceso a conexión, dispositivos y alfabetización digital, entre alumnos y entre docentes.

La ministra de Educación provincial, Adriana Cantero, se expresó al respecto y fue clara: “La escuela no está preparada para la modalidad a distancia”. El contexto en el que se impone su necesidad deja en evidencia que no todos los estudiantes disponen de conectividad para cumplir con los requerimientos de los docentes. “Nosotros teníamos censada la conectividad de cada escuela, pero no contemplábamos la conectividad de las familias en sus casas, que ahora resulta indispensable“, manifestó Cantero en declaraciones públicas.

InfoFunes se propuso trazar algunos posibles caminos de docentes que ya están trabajando con aulas virtuales, y de gente que enseña a utilizar las herramientas que ofrecen las TICS (Tecnología de Información y Comunicación), indispensables en los –contra- tiempos que corren.

“Solemos creer que los chicos están alfabetizados digitalmente, pero si bien tienen un manejo de redes sociales no son las mismas habilidades las que se requieren para utilizar las herramientas digitales”, explicó Mauro Miguez, concejal y docente de la ciudad, que agregó: “La capacitación es también entre docentes, entre pares, más allá del acompañamiento de cada institución”.

En la escuela Arino donde da clases a alumnos de secundario se implementaron desde el primer día las aulas virtuales y otras modalidades de conectividad con la escuela. En otras, las tareas se fueron asignando vía grupos de Whatsapp o mail. Cualquiera que sea la estrategia que adopte cada docente y cada escuela, el docente marcó algunos puntos útiles para la bajada de contenido y para que se conserve ese ida y vuelta tan necesario en cualquier proceso pedagógico.

“Las aplicaciones de teleconferencias las recomiendo como espacio de consulta, de conversación, pero no hace falta dar una clase por ahí. Que eso sea el lugar de encuentro de los alumnos, porque los contenidos se pueden enviar por otros soportes, para que los alumnos vuelvan cuando tengan ganas, cuando encuentren momento para hacerlo. Pero que ese espacio sea para retomar el vínculo”, aclaró Mauro.

El contacto, aún virtual, sostener los encuentros para cada grupo, dejar lugar al aspecto social y lúdico. Resulta indispensable que la modalidad de clases a distancia que impone la coyuntura no pierda de vista esa parte indispensable de la situación áulica. “La psicología del adolescente y el niño es distinta a la del adulto, y pasan por procesos emocionales que necesitan socializar”, recuerda el profesor.

Porque el proceso educativo es también conservar los vínculos, “no hay que preocuparse en este momento por la evaluación numérica, el Ministerio va a encontrar maneras de habilitar esa supervisión”, sugiere Míguez y remarca: “Se trata de conservar la rutina, estamos haciendo escuela más allá del edificio, dando clases en otros soportes, bajando contenidos”. 

Por su parte, Leti Ditrani, que es comunicadora especializada en marketing digital, notó que a muchos docentes se les dificultó comenzar a utilizar las herramientas digitales y se propuso dar talleres gratuitos para “aportar su granito de arena”. Armó clases virtuales gratuitas para enseñar a usar las aplicaciones que mejor funcionan en momentos de aislamiento: Classroom y Zoom. “La situación obliga a reinventarse desde algún lado, muchos docentes no están tan digitalizados o no conocen muchas herramientas a la hora de preparar una clase y que te permiten tener un acercamiento con los alumnos”, explicó.

La cantidad de interesados que se sumaron a la propuesta dejó en evidencia que “acortar la brecha digital” es una necesidad imperiosa. Pero la premisa vale no sólo entre docentes. Las dificultades se replican en cada familia, en cada grupo de alumnos y alumnas. “Hay una brecha digital que es una brecha social, segmentos de la población que no tienen acceso por falta de soportes digitales, por falta de conexión, y porque hay familias en lo que la cuestión educativa pasan a un segundo plano cuando su preocupación es qué comer”, analiza Miguez.

Ditrani coincide, porque entiende que el desconocimiento sobre el uso de tecnologías que hasta hace poco tiempo era un tema postergable, se convirtió de golpe y porrazo en una necesidad que imperiosamente debe abordarse.

En resumen, ambos coinciden en que la mejor estrategia es apelar a todos los procesos de aprendizaje digital para que “siga ocurriendo el aprendizaje”, y no olvidar que la educación es un ida y vuelta, que el desafío es al momento aprender sobre la marcha y “acortar la brecha” para llegar a todos los sectores.

“Nada reemplaza a la presencia humana en el aula, pero creo que la tecnología, en este contexto que estamos pasando, nos está dando muchas posibilidades de acercarnos a las personas. Eso antes no existía y tenemos que poder aprovecharlo”, cierra Miguez.


 

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