Jueves, 28 de Marzo 2024
Lunes, 12 de Julio del 2021

Héroe sin capa: fue médico 42 años, se jubiló y decidió volver a la actividad como voluntario para enfrentar al covid

Raúl dedicó su vida a la medicina, hasta que le llegó el retiro. Y sus planes de descansar y disfrutar de su familia se interrumpieron por la pandemia. Sin dudar, tendió una mano cuando todos la necesitaban. “Devolver algo de lo que me dieron”, dice él.

por Vanesa Fresno

Si algo aprendimos en este último año es el valor que tiene el personal de salud en una sociedad, que el rol que cumplen es insustituible. Que aquel dicho laboral que afirma que “nadie es imprescindible” se desmorona cuando se piensa en salud y en lo finito que son los recursos humanos en el medio de una pandemia.

Cuando en el 2020 cada noche sonaban las palmas en homenaje a la tarea de médicos y médicas, enfermeros, ambulancistas y camilleros, un médico recientemente jubilado usaba sus manos para aplaudir y para idear formas de tenderlas a sus colegas. Decidió brindar su tiempo como voluntario en los equipos de salud locales y hoy es una de las caras visibles de la esperanza que representan cada dosis de vacuna contra el Covid aplicadas en la ciudad. 

Raúl Ferrario se jubiló hace exactamente un año. Durante 42 años fue protagonista de la vida de cientos de familias que vio nacer, agrandarse, también acompañar en alguna pérdida. Fueron más de cuatro décadas de ejercer la medicina como obstetra en el Hospital Italiano de Rosario, hasta sus 68 años. Los últimos meses de su carrera lo encontraron en una disyuntiva: su jubilación era parte de un proyecto que coincidía con el deseo de mudarse definitivamente a Funes cuando se concrete, pero no estaba en los planes que eso sucediera en el momento en que el mundo necesitaba más que nunca el conocimiento y el compromiso de quienes hacen, como primer paso en su profesión y como condición ética, un juramento hipocrático: “Hacer de la salud y de la vida de vuestros enfermos la primera de vuestras preocupaciones”.

A la par que se adaptaba a la nueva vida “pasiva” en una nueva ciudad, Raúl entendió que el retiro lo dejaba afuera de los consultorios y salas de parto pero que “nunca se deja de ser médico”. “Creo que todavía estoy para poder dar más, sobre todo en un momento donde se necesitan muchas manos, en donde todo lo que uno pueda ofrecer es poco. Es una situación inédita en el mundo, y estoy en condiciones de aportar un granito de arena”, cuenta sobre su tarea voluntaria y ad honorem en la campaña de inmunizaciones más grande de la historia de la que forma parte activa en esta pequeña porción del mundo.

Quienes ya hayan recibido su dosis en la ciudad lo han visto y escuchado. El doctor Ferrario se ocupa de dar una charla informativa a las personas que van a vacunarse. “Les hablo de lo que significa estar vacunado y cuál es el compromiso social que asumimos al vacunarnos. Cuáles son las cosas que pueden pasar con la vacuna y las que no deben pasar Y fundamentalmente hacer mucho hincapié en la actitud solidaria que tiene que tener la población. El cuidarnos entre todos es muy importante, no solamente con la vacuna: ser solidario con el otro, respetar lo que nos están pidiendo, los distanciamientos, el uso del barbijo sobre todo entender que esta es una actitud solidaria”, cuenta sobre las conversaciones que tiene cada día con los que reciben un turno para vacunarse.

En el centro de vacunación local se implementó, gracias al voluntariado que ejerce Raúl, un servicio de asesoría e información a la comunidad que difícilmente pueda encontrarse en otros lados. Ni siquiera en estructuras más grandes se puede brindar ese servicio que el doctor ofrece de manera desinteresada. Responder inquietudes, brindar información certera, derribar algunos mitos es una de las tareas que más se hicieron necesarias en esta pandemia. “Porque la información falsa que se recibe es realmente muy perversa”, señala.

En aquella instancia previa al pinchazo, a la que muchos llegan con incertidumbre, esperanzados pero con desconocimiento, Raúl se ocupa de responder inquietudes, de anticipar algunas pautas, y de reforzar un mensaje de cuidado indispensable para que el fin de la pandemia comience a tomar forma.

“Lo que remarco es que, si bien se puede sentir como llegar a la meta que es vacunarse, no hay que descuidarse. Relajarse es lo que no tiene que suceder. No es un efecto inmediato, el esquema son dos dosis y uno se puede contagiar aun estando vacunado, y por más que probablemente así no lo vaya a pasar del todo mal, puede contagiar a otro que aún no esté vacunado y que no sabemos cómo la va a pasar”.

No sólo es curar

Ferrario entiende que lo que hace hoy en día como médico, esta vez de manera voluntaria, no dista mucho de lo que hizo durante más de cuatro décadas de profesión. En definitiva, la vacunación y la información que brinda al respecto son principalmente, dos de las posibles acciones que forman parte del verbo central en la medicina: prevenir.

“La obstetricia fundamentalmente se basa en una medicina preventiva: lo que hace es tratar de que la mujer embarazada llegue al final de su embarazo en las mejores condiciones posibles y para eso se toman una serie de recaudos para que todo termine bien. La vacunación y la información son algo parecido: tomar todos los recaudos para que la población esté mejor y llegue bien al final del camino”.

Encontró la manera de ser parte activa, aún retirado, del hito histórico médico y social que estamos viviendo. “Yo creo que esto es para el resto y para mí; no es una cosa de hacer por un ego personal ni mucho menos ser la madre Teresa, pero creo que me sirve a mí porque me sigue manteniendo cerca de mi profesión y le sirve a la población porque estoy brindando una cosa que se necesitaba”.

El doctor Ferrario realmente cree que haber podido estudiar y recibirse en la Universidad pública y haber ejercido durante años una profesión que lo colmó, es un regalo que la sociedad le hizo y que cuatro décadas de profesión no son suficientes para sentir saldada una “deuda2. 

“El plan era jubilarme y empezar a disfrutar de mi familia, pero justo vino la pandemia y ellos –su pareja, sus hijos y nietos ensamblados- entendieron que esto es algo inédito, que nadie en el mundo sospechó vivir una cosa como la que estamos viviendo, y que es tan inédito que se necesita a todo el mundo para abordarlo”, cuenta y cierra con lo que lo motivó a no quedarse sólo en los aplausos y usar sus manos también para darlas: “Estoy convencido que era mi obligación devolver un poco a la comunidad lo que la comunidad me brindó a mí”.

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