Sábado, 27 de Abril 2024
Viernes, 08 de Septiembre del 2017

“Esta escuela es mi primer amor”

<p>Alicia es maestra desde 1993 en la 1061. Desde allí fue testigo de cómo la ciudad llegó hasta la “escuela rural”. A días del 11 de septiembre, la entrevistamos como homenaje a todos los docentes.</p>

Vanesa Fresno - InfoFunes

 

La escuela es un fiel reflejo del afuera, de las características de la comunidad en la que se encuentra, y como buen fiel reflejo, evoluciona de acuerdo a cómo lo hace la comunidad. En ese contexto se revaloriza el trabajo de los maestros, quienes son el motor de la evolución de la escuela al ritmo de la comunidad. Alicia Bustos es docente de la Escuela Nº 1061 "José Ingenieros" y relató como la conocida escuela rural pasó a formar parte del entramado urbano, al ritmo del crecimiento inmobiliario y demográfico de la ciudad, y cómo los docentes acompañaron e impulsaron ese crecimiento.

 

Alicia entró en 1993 a la 1061. "Era una zona despoblada, no teníamos los barrios privados, los chicos venían de los campos, eran caseros de las casas quinta, los papás eran jardineros, o hacían limpieza. Venían en sulky, en caballo, de campos alejados. Era una escuela rural", recuerda. "Eran tres salones y el comedor, teníamos atención simultánea de alumnos, dividíamos el pizarrón y teníamos preescolar, primer, segundo y tercer grado, mientras que a la mañana había cuarto, quinto, sexto y séptimo. Menos de 15 chicos por curso". Hoy tienen alrededor de 400 alumnos de preescolar a séptimo.

 

Era tal la lejanía de la escuela con el pueblo de ese entonces que mucha gente ni se enteraba de su existencia. "Salíamos a pegar carteles por la primavera, o por alguna fiestita que hacíamos y la gente nos preguntaba porque no sabía dónde quedaba la escuela". Ahora, la situación tiende a la inversa, aunque todavía se mantiene: "Antes nos conocíamos todos. Sigue siendo la característica de la escuela, hoy en día los conoces pero no es lo mismo, antes el del turno mañana conocía al del turno tarde", explica la maestra.

 

"Dejamos de ver el carro y empezamos a ver el auto". De esta manera Alicia resume el boom que transformó a la 1061 en una escuela urbana. "Venían en sulky y nos regalaban huevos todos los miércoles. Dejaron de venir en sulky y en caballo porque también mejoraron su situación, no es que quedaron abajo". Pero ese no fue el único aspecto en el cual se cristalizó la evolución. "Acá había mucha soledad, hoy en día ves todo el tiempo gente. El chico tomaba la escuela como club, no se quería ir. Jugaban y se quedaban, esto era el entretenimiento y el lugar de encuentro. Hoy en día termina la escuela y no los podés dejar porque viene el turno tarde, el crecimiento nos avasalló. Las familias no faltaban a la fiesta de fin de año, nos encontrábamos todos y éramos todos iguales. Hoy no lo podemos hacer porque no tenemos espacio, ¡somos 400 familias!".

 

Claro que la problemáticas también evolucionaron: "El venir chicos de otros recursos fue generando una mezcla de sociedades, pero acá no existen las clases sociales, acá siempre fuimos todos iguales. Las clases sociales entran a la escuela, pero no dejamos que se marquen, somos todos iguales. Conviven, y eso se da solo. No hay dificultades de integración y de lazos". En el tratamiento de situaciones delicadas también hubo avances: "Antiguamente éramos psicólogas, asistentes sociales, hoy tenemos un ramillete de profesionales para acudir en caso de situaciones problemáticas", compara la docente.

 

El año que viene, la Escuela 1061 dará el paso más significativo en esta transición de escuelita rural a escuela urbana: el estreno del nuevo edificio, a pocas cuadras de la actual, más espacioso y cómodo. "En lo personal me entra la nostalgia", se sincera la maestra. "Esta escuela es mi primer amor. Este año me empecé a mentalizar con que los cambios están, yo lo sufrí al cambio, de que crezca todo. Siento nostalgia de aquellos años. No me niego, solo tengo nostalgia, recuerdos. Pero si cambió la comunidad, tenemos que cambiar nosotros. Aunque también nos está entrando el entusiasmo de que vamos a tener espacio para un montón de cosas, está cambiando la mirada".

 

Sin embargo, la José Ingenieros, para muchos, sigue siendo la escuela rural. "Yo sigo diciendo que trabajo en la escuela rural", dice Alicia. "Recuerdo las familias que pasaron, los chicos que pasaron, me da nostalgia poder hacer actividades que hoy no podemos, perder esa comunicación y esos lazos que estrechábamos con las familias que hoy son más difíciles de estrechar. Añoro el chico con los huevos y el carro, habla de otra sociedad. Igualmente, amo la escuela y amo lo que hago. Éramos una familia, hoy somos un familión".