Elecciones 2021: Plebiscitar la gestión, la estrategia del peronismo
El justicialismo encarará este año su primera elección como oficialismo y usará su plan de obras como punta de lanza en una campaña en la que Santacroce tendrá un rol protagónico.
Hace un mes, el intendente Roly Santacroce encabezó el acto de apertura del período de sesiones ordinarias del Concejo Municipal. En ese rol institucional, los titulares de los ejecutivos suelen monologar sobre el estado del Estado, rescatar y poner en valor los logros de su gestión y anunciar los lineamientos generales que moldearán la administración del año que se encara, matizando con algunas definiciones políticas. Con un eje discursivo que tiene como principal prioridad exponer obras y proyectos, Santacroce hizo más de lo que su rol institucional le exigía y aprovechó la ocasión para darle el puntapié inicial a aquello que gobernará el año político: la campaña electoral.
Obras y gestión. Ese va a ser el hilo conductual del discurso de campaña del peronismo, por primera vez oficialismo frente a una elección en casi dos décadas. Es lo que planeó Santacroce antes de asumir y por eso impulsó la ordenanza de plusvalía, es el discurso que baja desde los despachos más importantes de Angelomé y Santa Fe y es lo que se plasmó en el discurso de Santacroce de hace un mes, donde anunció la pavimentación de más de 150 cuadras, cloacas para 4500 vecinos, la expansión de la red de gas natural a toda la ciudad, la ampliación del dispensario Abel Faust o nuevos accesos a la autopista Rosario-Córdoba y la boulevarización del ya existente, entre otros proyectos. Con semejante plan de obras, en el oficialismo reina el optimismo no solo de lograr mantener la banca que ganó el propio Santacroce en 2013, retuvo ante el vendaval amarillo de 2017 y que hoy ocupa Hernán Fillipone, sino también de ganar las elecciones y arrebatarle un lugar en el Concejo a la oposición, para lo que deberían por lo menos duplicar la cosecha que obtenga el tercer mejor posicionado en los comicios legislativos de este año.
Si lo hecho en dos años de gobierno será la punta de lanza, significa que el peronismo va a hacer una apuesta fuerte en las próximas elecciones y plebiscitará su gestión. “Este año la gente va a elegir si quiere volver a lo de antes o continuar con lo que estamos haciendo, con el plan de obras más ambicioso de los últimos años”, resumen en el comando electoral justicialista. Replicando aquel haiku que tanto se repetía épocas atrás en el peronismo, el candidato es el proyecto, por eso se explica que todavía no haya un panorama claro sobre el nombre propio de los postulantes a menos de tres meses del cierre de listas. Además, si lo que se buscará es una aprobación de los funenses del rumbo elegido, ¿quién mejor que el capitán del barco para ponerse al hombro la campaña? Santacroce será la cara visible del oficialismo en las elecciones y buscará levantar al candidato que elija como su delfín.
El protagonismo del intendente en las elecciones que se avecinan esconde, por otro lado, una debilidad: el peronismo no tiene nombres con el peso electoral de Santacroce, salvo el de Juan Miguez, pero el ex intendente no aparece entre los principales apuntados. Un poco por tantos años en el llano, otro poco por la presencia ubicua del intendente en cada aspecto de la gestión por más mínimo que sea, el justicialismo funense recién ahora está encarando un tímido proceso de recambio generacional y serán estas las elecciones donde lo foguee por primera vez. Lo apremian los tiempos, ya que no son pocas las fuentes que mencionan una decisión del intendente de no ir por la reelección, lo que implicaría acelerar la búsqueda de un heredero para 2023. Sea esto realidad o una mera treta del propio Santacroce para tener a toda su tropa expectante, lo cierto es que torna más tentador el lugar de primer candidato a concejal en el caso de que se cumplan las expectativas del oficialismo: ¿quién baja de la carrera por la intendencia al candidato ganador de las legislativas? Como decía el General, todos los peronistas tienen el bastón de mariscal en la mochila.
La estrategia electoral pergeñada por el oficialismo acarrea sus riesgos. Una sobreexposición del intendente y una voluntad de plebiscitar la gestión pueden volverse contraproducentes en el caso de una derrota cuyas razones no necesariamente sean un desaprobado a la administración del oficialismo. Este escenario, si bien no es el más probable, es posible teniendo en cuenta las características del voto funense que suele tender al no peronismo, como se vio en las elecciones de 2019, en las cuales Santacroce ganó por escasos 500 votos y alrededor del 60% del electorado no lo eligió, o en las presidenciales de ese mismo año, donde Mauricio Macri le sacó casi veinte puntos a Alberto Fernández. Además, la gestión nacional y la provincial, también peronistas, no cuentan con los mejores números y pueden ser un ancla, y la gestión municipal tuvo sus tropiezos y cruces con la oposición en la que salió herida.
Consciente de esto, el oficialismo ya despliega dos mecanismos de contención. Por un lado, con su estrategia de poner en valor la gestión, apuestan a una especie de voto culpa con la soledad del cuarto oscuro como aliada, en la cual esperan que el peso de la gestión pueda dar vuelta la balanza frente al marcado antiperonismo de ciertos sectores de la ciudad, pescando así en diferentes peceras. Por otro lado, pícaro, Santacroce no deja pasar oportunidad para meter la cuchara en la oposición, intentando profundizar diferencias y así evitar una unión que sería peligrosa para el oficialismo. Por ejemplo, en el acto por el Día de la Memoria, le agradeció a los concejales de Juntos x el Cambio Carlos Olmedo y Ana Martelli porque “han hecho posible que nosotros podamos gobernar la ciudad, sin la colaboración de ellos hubiese sido sumamente difícil”. Abrazo de oso.
La oposición tampoco hace mucho para llegar a un acuerdo que una fuerzas y ponga en aprietos al oficialismo. Hace alrededor de dos semanas hubo un café entre los dirigentes más pesados del PRO y de la UCR. Estuvieron, por el bando amarillo, Carlos Olmedo y el ex secretario de gobierno Santiago Carloni, y por los boina blanca, el ex candidato a intendente Nacho Rímini y el concejal Pedro Giantenaso. Si bien fue en un lugar público, eligieron no comunicarlo en sus perfiles de redes sociales. La charla, según dicen, no contuvo definiciones y solo se refirió a la agenda legislativa que ambos sectores tienen en común. Sin embargo, este tipo de contactos no dejan de ser llamativos. Más llamativo aún fue que, al día siguiente, uno que participó del café publicó en sus redes un posteó donde le dedicaba un párrafo para nada amigable a quien, el día anterior, había estado sentado del otro lado de la mesa.
“Ganamos con más de cincuenta puntos y metemos dos concejales”, dicen en la Municipalidad. Desbordan de confianza y optimismo, de la mano de una gestión que se muestra frenética e inquieta, obsesionada por cortar cintas. El candidato, al parecer, mucho no importa, Santacroce parece comprometido a ponerse al hombro la campaña. La apuesta es a la gestión, y como en el poker, es all in, todo o nada; es a consolidar el proyecto justicialista en Funes, a construir herederos que no permitan que los muchachos peronistas transiten otra vez la larga marcha del llano, como lo hicieron las últimas dos décadas.
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