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Martes, 13 de Abril del 2021

El otro Murray

Nació en una habitación de la estación ferroviaria que hoy es museo y lleva el nombre de su padre. Fue el político más influyente de Funes a lo largo de tres décadas en el amanecer del Siglo XX

Vino al mundo desde el vientre de Mary Ann George en 1885, apenas diez años después de que su padre, John, fuese nombrado jefe de la Estación Bandera y comenzara a sembrar la semilla de aquel pueblo que fue San José de los Sapos, Lomas de Ávila y, finalmente, Funes.


Al igual que sus nueve hermanos -él era el menor-, Malcolm hizo sus estudios en la lejana Escocia, la tierra de sus ancestros. Pero cuando terminó su formación, dejó la magnética y fría Edimburgo para regresar a Funes.


Siguió los pasos de su padre y comenzó a trabajar en el ferrocarril, en los comienzos del ramal que unía Rosario con Casilda, como empleado administrativo. Años más tarde, fue convocado por el Banco de Londres, donde trabajó el resto de su vida como tesorero.


De origen escocés protestante, se enamoró de una irlandesa católica que vivía en Roldán, Minnie Delamer. Lejos de los conflictos de las Islas Británicas, se casaron y tuvieron un único hijo, Ricardo, principal impulsor de la creación del Museo Ferroviario y de la Ciudad, Juan Murray.


De espíritu pionero como su padre, pero con inquietudes más políticas, Malcolm abrazó las ideas progresistas de la Liga del Sur, aquella primera experiencia fundada por Lisandro de la Torre que resultaría el germen del Partido Demócrata Progresista.


Pero, también, tenía fluido contacto epistolar con Enrique Mosca, aquel abogado radical antipersonalista que fuera gobernador de Santa Fe y candidato a vicepresidente por la Unión Democrática en 1946, año en que se inauguró electoralmente el peronismo.


En 1913, el mismo año en que su padre se jubiló como jefe de la estación, Malcolm participó de las primeras elecciones bajo el sistema de voto secreto en Funes. El 25 de diciembre se convirtió en vicepresidente comunal, secundando al ganador de las elecciones, Rodolfo Rouzant. El tesorero de aquella primera comisión de fomento electiva de Funes fue Juan Elorza.


Un año después, por diferencias internas, Rouzant y Elorza renunciaron a sus cargos y Malcolm fue designado presidente comunal. En paralelo, continuó con su trabajo en el Banco de Londres, ya que por aquellos años la administración de la Comuna debía hacerse ad honorem.


Malcolm era, según cuenta su nuera Betty, un hombre “muy recto y muy serio”. “Si tenía diferencia de centavos en la caja al final del día, se cerraban las puertas del Banco y no se iba nadie hasta que apareciera el dinero”, ilustra.


Posiblemente aquella fama de buen administrador haya llegado a Santa Fe: Malcolm fue buscado para ser interventor de la Comuna en varias ocasiones, según recuerda Betty. “Cada vez que una mala administración vaciaba la Comuna, todo el pueblo pedía que lo llamaran a Malcolm para que ordenara las finanzas”, asegura.


Pero esa misma rectitud le valió algún que otro dolor de cabeza. El 3 de noviembre de 1929 participó de las elecciones encabezando la lista de Defensa Comunal. Perdió por apenas 29 votos de diferencia con Antonio Sacilotti, candidato de Unión Vecinal. Pese a lo exiguo de la diferencia y a las denuncias de fraude electoral por parte de algunos vecinos, Murray reconoció la derrota.


Pero el 6 de septiembre de 1930 la historia argentina torció su rumbo de manera dramática. El general José Félix Uriburu derrocó al gobierno democrático del presidente Hipólito Yrigoyen, en lo que fue el primer Golpe de Estado de la historia, una herida cuyas derivaciones, impredecibles entonces, tendrían consecuencias dramáticas menos de medio siglo después.


El 12 de abril de 1931, el interventor de la provincia de Santa Fe apartó por decreto a Sacilotti y designó a Malcolm al frente de la intervención de la Comuna de Funes. Pero Murray, en la encrucijada de sus convicciones democráticas, tomó una decisión histórica.


Viajó a Santa Fe y se encontró con el ministro de Gobierno de la provincia. Allí, con firmeza, le pidió que lo relevara del cargo o, caso contrario, presentaría su renuncia. "Comprendió que su designación no era compartida por casi la totalidad de los más representativos sectores sociales, culturales y económicos del pueblo. Pero estos no rechazaban a Murray sino al representante del Poder Ejecutivo de la provincia que desconoció el proceso electoral democrático”, reza Plácido Grela en su libro Loma de Ávila, donde repasa la historia de Funes.


El Gobierno provincial se tomó seis meses para complacer el pedido de Murray, que durante ese tiempo -según Grela- “no desarrolló ninguna actividad”. Finalmente, en noviembre de 1931, Juan Barales se hizo cargo de la intervención de la Comuna.


El gesto de Malcolm tuvo su premio al poco tiempo. En enero de 1932 se celebraron las elecciones comunales y la lista que encabezaba resultó vencedora. Lo acompañaban nombres ilustres como Francisco Aramberri como vicepresidente y José Galdeano como tesorero. Asumieron sus funciones el 28 de febrero de aquel año. 


En Argentina se estrenaba la Concordancia con el triunfo fraudulento de Agustín Justo y el inicio de la Década Infame, pero Santa Fe parecía una isla con la victoria del demoprogresista Luciano Molinas, gobernador que impulsó la reforma de la Constitución provincial, que se convertiría en la primera en Argentina en incorporar los derechos de los trabajadores y del constitucionalismo social.


La gestión de Malcolm en la Comuna fue progresista. Gestionó la extensión del servicio eléctrico y de teléfonos y pidió por la construcción de la Ruta Nacional 9, que se inauguraría en 1937. También, cuenta su nuera Betty, soñó con pavimentar las calles del pueblo. “Pero la gente se opuso”, dice.


“Era un hombre de progreso y una persona muy recta. Tenía una visión moderna para su época por su formación europea”, describe Betty a su suegro. Malcolm gobernó hasta el 30 de mayo de 1934.


Cuando se jubiló del Banco de Londres, se fue a trabajar a Las Petacas, una estancia de 3 mil hectáreas que pertenecía a Carlos Jewell, en el límite entre Santa Fe y Córdoba. Murió en 1966.


Aquel hombre “muy buen mozo, muy vistoso, el más elegante de Rosario”, dejó una huella en la ciudad con su profunda vocación de servicio y respeto por las instituciones de la democracia. Tuvo en sus hombros el peso del bronce de su enorme apellido. Y, lejos de opacarlo, supo sacarle más brillo.


Agradecimientos: A Betty Murray y Mauro Míguez por el generoso tiempo y la información brindados.

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