El coronavirus y el hostigamiento: un show horroroso
Un vecino de la ciudad tuvo que desmentir en una publicación que no había dado positivo para COVID-19 luego de que haya circulado de forma viral, su foto y un audio, afirmando que estaba enfermo.
¿Será el miedo y la ansiedad lo que obliga a determinadas personas a comportarse de manera tan irresponsable y dañina con respecto a la información que hace circular o es, este contexto, una oportunidad para demostrar la clase de persona que son?
El lunes por la noche, a menos de una hora de haberse confirmado el primer caso positivo de COVID-19 en Funes, ya circulaban por los grupos de Facebook y WhatsApp al menos diez teorías sobre si era verdadero o no, si era dengue o coronavirus. El paciente vivía en cuatro zonas diferentes, dependiendo qué información te llegaba, en algunas versiones era mujer y en otras hombre, algunos decían que era joven, otros mayor.
Exigían a los medios, a los políticos que comunicaron el caso positivo, a quien hiciera un comentario al respecto, datos, datos y más datos, precisiones. Precisiones que, si no aparecen, se inventan y se empiezan a hacer circular. Basta con que alguien diga “sé de buena fuente” para que lo dicho cobre total validez.
Hace un siglo atrás, el autor Albert Camus escribía su obra La Peste, el Coronavirus por estos días ha hecho que algunos recuerden su obra y lo vigente de una de sus frases: “La peste no sólo enferma a los cuerpos, sino que expone sus almas y ese es un show horroroso”.
Exponer o querer exponer al enfermo, señalarlo, son acciones muchas veces dirigidas por el miedo y la psicosis. Sentimientos que cada persona debería poder manejar cuando implica perjudicar y dañar la vida de una persona y su familia.
Casos reales y casos inventados pero difundidos y “reenviados” desde el anonimato, traen consigo un daño a gran escala. A la persona que se la acusa, a su familia y a su círculo íntimo. Marco Rosales es una o la primera de muchas personas que por estos días se convertirán en víctimas y serán expuestas y juzgadas.
Un buen punto de partida para combatir la propagación de este tipo de información sensible es, en primera instancia, contenerse frente al deseo inmediato de querer ser el primero en tener la primicia o “enviar la alerta”, en segunda instancia cuestionar las fuentes: “audios anónimos” o “teorías de conocidos” jamás son aceptables y por último entender que somos personas con responsabilidades colectivas y que el individualismo es un gesto de egoísmo que perjudica a todos.
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