Domingo, 03 de Agosto 2025
Domingo, 03 de Agosto del 2025

Dedicó su vida al golf adaptado y ahora se reinventa con la apertura de una escuela en Funes

Fernando Gazzola, junto al municipio y su compañero Fabio Tesorin, comenzará una nueva historia sobre esta actividad al que los jóvenes hoy le escapan.

Con tan sólo once años Fernando Gazzola, que vivía cerca del Rosario Golf Club, comenzó a ser caddy (asistente de los jugadores de golf) y de a poco fue conociendo y enamorándose de este deporte. Con los años lo fue practicando y al recibirse de  profesor dedicó sus enseñanzas al golf adaptado, para que quienes tengan algún tipo de dificultad o discapacidad pudieran acceder al mismo.

Durante estos años no sólo enseñó el deporte sino que le cambió la vida a muchos por poder, precisamente, adaptar el juego, ya sean disminuidos visuales, personas con una pierna amputada o incluso en silla de ruedas. “Siempre luché contra el elitismo del golf, por eso trabajé y sigo haciéndolo con el golf adaptado. Acá se necesita inclusión, porque es un deporte que requiere de mucho tiempo, paciencia, estrategia, y cada vez son menos los que lo practican. Por eso me pareció hermosa la idea de abrir una escuela en Funes, en el Polideportivo, un lugar al que va toda la ciudad, y que se animen a conocerlo”, expresó.

Si bien el golf adaptado ya es reconocido a nivel internacional, Gazzola lamentó: “Los jóvenes no se están sumando a este deporte tan maravilloso”. Y aseguró que esta nueva escuela será “una apuesta al futuro”. Ése es otro de los motivos por los cuales está feliz de formar parte del proyecto que se conocerá este martes, desde las 15, en el Polideportivo Municipal, unto a su compañero Fabio Tesorin (foto), con el apoyo del intendente Roly Santacroce y de Diego Murillo, director del Centro de Discapacitado Funes (Cedif).

Templanza, el requisito fundamental

Con ya varios trofeos mundiales a cuestas, entre ellos argentinos y europeos, Fernando Gazzola no se la cree y le brilla la mirada cuando dice que “enseña el golf por amor”. Desde muy chico vio la libertad como sinónimo a recorrer las canchas, a concentrarse en cada tiro, calcular cada distancia, medir la fuerza y tantas otras cosas que resumió: “La magia del golf, eso que te atrapa es el desafío de poder superarse a uno mismo. Para competir con otros, primero tenés que superarte en hacer la menor cantidad de golpes posibles para llegar al hoyo”.

Y agregó: “Siempre busco cambiarle la vida a la gente. Me entusiasma mucho que, personas con algún tipo de discapacidad, a quienes –lamentó- se le han cerrado las puertas en tantos ámbitos, el golf se las abra”.

“Tuve varios alumnos con disminución importante de la visión –ejemplificó- y pudieron, pueden jugar igual. Sólo necesitan otras técnicas, como el sonido que le indica dónde está el hoyo”.

A su vez, resaltó que los verdaderos campos de golf suelen ser grandes inversiones dado que sus extensiones suelen llegar a las entre 56 y 70 hectáreas.

Sobre la época dorada del golf, incluso en el país, el profesor sostuvo que “ya pasó”. “Nosotros y grandes como el (Eduardo) Gato Romero, (Ángel) Pato Cabrera, incluso Ricardo González, que es de Funes, fuimos educados dentro del campo de golf, llevándoles los palos a los jugadores. Aprendimos de chicos este oficio. Y hoy, el que sabe que te lleva unas cuatro horas recorrer el campo de 18 hoyos, a muchos se les va el entusiasmo”.

Por eso espera que con esta escuela de Funes se sumen muchas personas, inclusive jóvenes, aunque sea por curiosidad y que se dejen seducir.

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