¿Dar es dar?: cómo funcionan los telares de la abundancia en Funes
La modalidad se expandió por todo el país de una manera asombrosa. Tiene defensores y detractores que hablan con la misma vehemencia ¿Estafa disfrazada de sororidad o un verdadera canal de fortuna?
Funes suele ser una ciudad donde sus habitantes incorporan usos y costumbres de moda, incluso más rápidamente que en otras localidades de la región. Los telares de la abundancia, no sólo no pasaron desapercibidos en la city sino que encontraron su epicentro.
Los barrios cerrados que se despliegan por todo el territorio funense fueron unos de los primeros lugares donde surgió esta modalidad de ganar dinero que muchos catalogan de “estafa sorora” pero que tiene la misma cantidad de defensores que detractores.
Están quienes lo catalogan como un sistema piramidal, una estafa y quienes lo defienden y consideran un círculo, un juego. Se lo suele llamar de diferentes maneras: Telar de los Sueños, Mandala de la Abundancia, Círculos de Prosperidad, Flores de la Abundancia, Fractal y Ruedas de la Amistad.
¿De qué se trata? Dependiendo de qué vereda estés parado, algunos lo definen como una “estafa piramidal” que no es nueva, sino que existe hace un siglo y se basa en el "Esquema Ponzi", creado por el italiano Carlo Ponzi en 1919 y que resurgió recientemente empleando el discurso sororo como arma de seducción, y las redes sociales y WhatsApp como canal de difusión.
Pero por otro lado, quienes defienden el movimiento y cuentan los casos de éxito en primera persona, lo definen como “grupos de economía entre mujeres que se regalan dinero para cumplir sus sueños".
En Funes son muchas las personas que participaron o están participando en uno o varios a la vez. Sobre todo, mujeres y personas jóvenes. En los barrios privados está instalado hace tiempo, quizás porque una primera versión pedían “regalos” -inversiones iniciales- en dólares, pero luego fue variando y comenzaron a realizar otros en donde se ingresa con pesos y los hombres podían participar también.
Esta nueva versión hizo que se propague por todos los barrios y estratos sociales de la ciudad. Ya casi no quedan personas que no hayan sido invitados alguna vez, o le haya ocurrido a miembros de su círculo íntimo.
La propuesta es tentadora: multiplicar por ocho la inversión inicial, se puede ingresar con unos pocos pesos ($200 / $1000) o con unos cientos de dólares (USD 200 / 500 / 1000 / 1400) dependiendo del telar. Los rendimientos se pagan con lo que van aportando los nuevos integrantes.
El dinero que ingresa al “telar” no se destina a ninguna actividad que produzca ganancias, por lo que obtenerlas depende sólo de la entrada de nuevos participantes. Por eso es importante convencer, captar amistades y conocidos.
Voces a favor y en contra
Quienes denuncian la movida aseguran que “la forma de reclutamiento se basa en mezclar conceptos como cultura patriarcal, empoderamiento femenino, economía solidaria, proceso colectivo y energía”. Lo cierto es que no hay recibos ni facturas, todo se basa en la confianza, porque quien invita, raramente es una desconocida, y eso es lo que genera esa confianza inicial.
Cada telar se compone de 15 mujeres (actualmente mujeres y hombres) que van cambiando de posición y nombre: fuego, aire, tierra, agua. Y se van formando nuevos telares, a medida que ingresan nuevos participantes que entregan el “regalo”, exigencia indispensable para formar parte.
Cada posición tiene un nombre distinto, porque el rol que cumple es diferente. Agua, se llama quien está en el centro y recibe el dinero. Tierra, son dos, quienes rodean el centro y están próximos a convertirse en agua. Aire son cuatro, que son los que rodean a las “tierras” y tienen la tarea de conseguir cada una dos aportantes, que se convertirán en los ocho fuegos. Y los Fuego (primer nivel) son quienes ingresan aportando su regalo.
Cuando el centro recibe el dinero de los ocho fuegos, se retira y el esquema se divide en dos nuevas estructuras donde cada uno de los “tierra” se convertirá en el centro ocupando el lugar de “agua”.
La dinámica, dura algunos meses y quienes son parte de ella, aseguran no ver absolutamente nada de malo, de hecho basan su discurso en la confianza, el amor, la amistad, los sueños y deseos. A la vez que argumentan que “nadie pierde si realmente entendemos que estamos regalando”.
Lo cierto es que en tiempos de crisis económica y desocupación, que afecta gran parte de la sociedad, resulta atractiva la invitación a multiplicar los ahorros. Pero el esquema, con sus diferentes eslabones, se mantiene gracias al ingreso de nuevas personas, por eso ni bien deja de entrar gente, se cae toda la estructura.
“Es ahí donde quienes se empecinan en desacreditar el movimiento se confunden. No tiene porqué dejar de entrar gente, muchas de nosotras nos hemos tejido y retejido en varias oportunidades porque confiamos, vivimos la experiencia y nos resultó”, asegura una de las participantes.
Está claro, si nadie hubiese ganado un peso, el sistema hubiese muerto antes de arrancar y no hubiera tomado la trascendencia nacional que tomó. Sí, hubo y hay gente que entra al telar con plata y sale con más dinero del que puso, es decir, ganó. Sin embargo también hay que decir que eso no sucede en todos los casos y que hay telares que nunca terminan de tejerse y se caen antes de que los participantes saquen algún rédito. En el medio está la confianza, valor quebrantable si los hay.
El “telar de la abundancia” existe hace años con la misma modalidad, y lo que va cambiando a través de los años son los nombres que toma. Probablemente, en los años venideros sigan apareciendo nuevas y mejoradas versiones que cuenten con adeptos y detractores.
Lo que “hace ruido” o “molesta” -aunque también resultó el gran atractivo- de este último resurgimiento es la forma de reclutamiento, que invita a “empoderarse como mujeres” y utilizan el discurso feminista como método de seducción sororo. El público se renueva y las estrategias de captación, también.
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