Viernes, 19 de Abril 2024
Miércoles, 10 de Febrero del 2021

“Cuando la idea de muerte se hace consciente aparecen los temores”

A casi un año de haberse desatado en el mundo la Era del Coronavirus; organismos nacionales, internacionales y especialistas locales hablan de “la otra Pandemia”: la de la Salud Mental.


Los efectos psicológicos, sociales y neurocientíficos del Covid-19 están siendo analizados en diferentes partes del mundo. Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta especialistas del ámbito público y privado de la ciudad de Funes, en diálogo con Info Funes, reconocen como real y preocupante, el impacto que generó el último año en la sociedad.

No solo se vio amenazada la salud física de millones de personas, sino que la situación causó estragos en el bienestar emocional y mental de las personas. Las agencias de salud advierten que existe una ola histórica de problemas de salud mental: depresión, abuso de sustancias, trastorno de estrés postraumático, trastornos del sueño, irritabilidad, entre otros.

“El Covid-19 es una herida al narcisismo, nos hace ver lo débiles que somos como especie humana lo vulnerable que somos a las enfermedades. Generalmente el miedo a la muerte lo manejamos de manera inconsciente, como que nunca vamos a morir y le damos para adelante con la vida, pero en estas situaciones es cuando la muerte se hace consciente y donde también aparecen nuestros temores” reflexiona el psicólogo Nicolás Suidini (Mat. 4613).

Según él, la pandemia cómo “situación límite” para muchas personas puede ser una oportunidad para reflexionar, para pensar, para vivir mejor. “Las situaciones límites son motivos y oportunidades para reflexionar sobre nuestro papel en la tierra, sobre nuestra vida y sobre el sentido de nuestras vidas”. 

NRC Health es una compañía británica que se centra en recopilar grandes volúmenes de datos de consumidores de atención médica, y realizó un estudio donde muestran cómo la salud mental de cada generación se ha visto afectada por la pandemia. Según la investigación, la generación Z, millennials, generación X, baby boomers y la generación silenciosa (nacidos entre el 28 y el 45) informaron sentimientos de ansiedad y depresión.

En dicha investigación, se observó que la disminución de la salud mental fue más experimentada por los millennials y la Generación Z, más de la mitad de los cuales dijeron que había empeorado “algo” o “significativamente”. 

“Hace un tiempo teníamos tres espacios de socialización: el barrio, la escuela y la familia por cuestiones de inseguridad en muchos de nuestros ambientes hemos perdido el barrio y nos quedaba como espacio de socialización la escuela y la familia y por la pandemia nos hemos quedado sin la escuela entonces es algo muy agotador para la familia generar toda la socialización que necesitamos en ese único espacio” profundiza Suidini.

“Esta situación mundial nos ayuda en algunos casos a valorar la importancia del contacto físico la importancia de estar con el otro en un mismo espacio porque la tecnología nos ha ayudado muchísimo a comunicarnos, acercarnos, aprender, pero no es exactamente lo mismo cuando estamos con los demás en un espacio estrecho donde se ponen en juego otros sentidos y el lenguaje no verbal”.

Aún con todas las herramientas que la profesión le pudo haber brindado, el titular del espacio Entre Paréntesis, asegura que tanto él como muchos colegas, también padecen las consecuencias de la pandemia “no soy un objeto raro que mira las cosas por afuera”.

Y en esa línea sostiene que el rol del trabajo fue muy importante para los que pudieron continuar con sus actividades: “Creo que los que menos han sufrido son los adultos que pudieron trabajar y ahí vemos lo sano, lo saludable que es el trabajar no solamente para poder pagar los gastos de la familia o de nosotros sino también el aspecto social, en el cual trabajar es brindarme al otro, trabajar es mejorar la sociedad cansarnos mediante el trabajo es algo saludable”.

Durante el año pasado, muchas personas perdieron sus trabajos como consecuencia de la crisis económica mundial, y otro gran porcentaje, que continúo con su labor, lo hizo en situaciones de malestar o incertidumbre.  

Y esto fue uno de los principales motivos de consultas y acercamientos a los consultorios. “Se incrementaron las consultas psicológicas, no tanto por depresión o ansiedad sino más bien por angustia o estados nerviosos. Todo esto hizo sentir muy vulnerables a las personas y además fue generando a lo largo del tiempo dificultades en la convivencia, cuando nos faltan espacios íntimos espacios para estar con nosotros mismos, surgen dificultades con el resto de las personas con las cuales convivo”.

Sobre los principales temores que manifestaron las personas, el profesional enumera “en la gente grande es contraer la enfermedad, morir, quedarse solos, estar enfermos y no poder ser acompañados”. “Todas las edades han generado consultas. Porque el Covid-19 nos sacudió a todos”. 

“En el caso de los niños fue por el encierro, falta de contacto, presencialidad. Falta de actividad física. Eso los angustió. Aunque no hay que generalizar. Hay chicos que no la pasaron tan mal. La comodidad de la casa, el no levantarse temprano, el seguir en contacto con otros a través de medios digitales le resultó beneficioso”.

Sobre las señales que deben despertar alertas en uno mismo y en las personas de nuestro entorno; Suidini reflexiona “abrupto descenso o aumento de peso, cambios bruscos de estado de ánimo; si estoy muy irritable, de mal humor. Prestar atención a las horas de sueño que podemos mantener. Estar atentos a las adicciones. El aislamiento nos puede enfermar y recurrimos a sustancias que nos dañan”. 

Los niños, son la población más vulnerable y especialistas hacen hincapié en que se debe tener mucho cuidado con los miedos que se generan en los chicos, ya que no tienen los mismos recursos cognitivos ni emocionales para manejar el miedo.

Sobre este año en curso, la incertidumbre gira en torno en si van a empezar las clases, si va haber rebrotes, cómo será nuestra futura vida, o si se va a volver a una vida normal como la que teníamos antes de la pandemia. Desde la perspectiva de la salud mental, el objetivo es el de contener y mitigar el malestar psicológico que están experimentando la mayoría de los argentinos.


La demanda y el rol de los efectores públicos en Funes

Desde el equipo interdisciplinario de Salud Municipal, dos de sus integrantes; el Psiquitra Dr. Luciano Degani (Mat.19.766), y la Psi. Lucía Fernández (Mat.4302) aseguran que el Covid-19 dejó en evidencia la falta de recursos y mecanismos adaptativos frente a las crisis que poseemos las personas. 

“Esto generó un aumento de consultas al servicio de salud mental de la ciudad, con síntomas relacionados, tales como: ansiedad, angustia, crisis de pánico, trastornos del estado de ánimo, irritabilidad, conflictos de relación, baja tolerancia a la frustración, ideas de ruina, miedo, abuso de sustancias, etc.”

Según analizan, todos los grupos etarios fueron afectados, evidenciando un incremento de las consultas en los Centros de Salud, que “se presentaron de manera espontánea”, aunque generadas por algún conflicto familiar o crisis de pánico o por derivación mediante la guardia.

Según los especialistas, en niños de edad escolar las alteraciones en sus rutinas, desencadenó “trastornos de ansiedad, falta de concentración, inquietud, enojos de alta intensidad y gran demanda hacia los adultos”.

Los adolescentes fueron otro de los grupos que más repercusiones negativas tuvieron en su salud mental y física, quienes se quedaron además sin actividades académicas presenciales, sin la posibilidad de compartir con sus grupos de pares. 

“En esa edad tan complicada donde se busca la diferenciación parental y la identificación con los suyos, la pandemia provocó alterar su ritmo de vida a tal punto que más del 70% de ellos invirtieron sus ciclos sueño – vigilia, insertándose en un mundo de virtualidad social, desconectándose con los suyos en forma presencial”.

En los adultos jóvenes, y de mediana edad, se presentaron grandes sensaciones de incertidumbre, con mayor monto de ansiedad, y frustración.

“El impacto psicosocial en adultos mayores, considerados grupo de alto riesgo, ha sido alto.  La pérdida de contacto con sus grupos primarios de apoyo, más el temor por lo desconocido, repercutió en grandes crisis de angustia y trastornos del estado de ánimo, apareciendo las ideas de ruinas, sentimiento de vulnerabilidad, temor a la muerte, sentimiento de soledad, y hasta complejizando trastornos previos” analizan los profesionales. 

Según sus registros, sobre el final del 2020, hubo un incremento aún más significativo en el número de consultas. “Esto se debió a varios factores todos relacionados entre sí: la incertidumbre de cómo seguir, el cansancio de respetar las medidas de aislamiento, la necesidad como seres sociales de precisamente socializar, las fiestas con algunas “sillas vacías”, la esperanzadora vacuna que llegaba con poca información, etc. Esto obligó a reforzar la atención como red de trabajo interdisciplinario para atender y contener a los pacientes”.

Finalmente, sobre lo que viene sucediendo este incipiente 2021, los profesionales de la salud, reflexionan “arrancamos un nuevo año, y con él siempre la esperanza de un cambio, el cual no se da, esto que nos está afectando es una línea continúa sin solución de continuidad, en esta historia no se observa un punto y aparte que nos haga pensar en positivos. Ni siquiera un punto y seguido, en dónde nos permita pensar en otra etapa u otro capítulo”.

“El Covid-19 puso en jaque nuestra capacidad de respuesta y resiliencia, nuestro objetivo es brindar ayuda y contención, para encontrar estrategias y re adaptarnos al nuevo contexto, disminuir el malestar y manejar nuestras emociones”.



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