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Miércoles, 05 de Junio del 2019

Cochet: historia de un revolucionario a 40 años de su muerte y 80 de su exilio

Desde mayo puede visitarse la obra “El exilio de Cochet” en el que pueden verse obras inéditas del artista funense.

por Vanesa Fresno

Quizás muchos funenses desconozcan o no dimensionen la trascendencia que significa para la ciudad contar con el Museo Gustavo Cochet, montado sobre su casa taller hace doce años y que cuenta con obras, grabados y materiales inéditos del pintor.


Este mes, tuvo lugar la inauguración de la obra “El exilio de Cochet”, pensada en el marco de un año en el que se cumplen los 40 años de su muerte y los 80 de su exilio. En junio de 1939 Gustavo Cochet regresa a la Argentina a bordo de un barco que había zarpado en Burdeos, con su esposa catalana y su hijo francés. Su pasaporte llevaba el sello de “repatriado”, sin embargo en ese momento se inicia su exilio.

 

“La idea de exilio hace referencia a un estado nostálgico, porque él en realidad es repatriado a Argentina”, este fue el puntapié inicial que tomaron como disparador la curadora y restauradora María Eugenia Prece y las mismísima nieta del pintor, Silvia Cochet.


Gustavo Cochet nació en Rosario en 1894, hijo del maestro de escuela francés Víctor Cochet. Fue el mayor de seis hermanos. El padre traía de Francia ideas propias de la época, vinculadas a una revolución anarquista, que aquí prendieron rápidamente. “Por eso decimos que fue su padre el primer vínculo con el mundo anarquista que Gustavo tuvo”, explica Silvia.


Estas ideas se fortalecen en su adolescencia y se va a Europa siendo muy joven porque quería conocer Francia, de donde había venido su padre. Llega a Barcelona y se queda ahí unos años, donde conoce a la que fue su mujer toda su vida, Francisca Alonso. Se casan y se van a Paris, donde se convierten en padres de Fernando, el papá de Silvia. Allí toma contacto con los artistas de las vanguardias y participa de los ideales de un arte revolucionario.


Cuando en España vuelve la democracia con la Segunda República luego de la dictadura de Primo de Rivera, Cochet y su familia regresan a Barcelona. Por ese entonces (entre 1934 y 1938) se vivían allí ideas muy revolucionarias y en el marco de este mundo nuevo que se va gestando Gustavo Cochet juega un rol protagónico como Secretario de Cultura del Casal de Barcelona. “Ellos consideraban que la vida cotidiana debía estar vinculada al arte”.


“La idea de que el arte no debía ser exclusivo de la burguesía sino que es una forma de expresión para todos, promoviendo ideales de solidaridad, igualdad y libertad fue lo que motivó todas estas acciones que fueron posibles de realizar en un contexto de democracia amenazada por la derecha más conservadora”, relató María Eugenia.


El levantamiento franquista se produce en 1936 y los anarquistas formaron milicias populares para defender la democracia. “Cochet se enroló en lo que ellos llamaban la retaguardia cultural, porque consideraban que una vez ganada la guerra había que transformar la sociedad desde la cultura, el arte, la educación. Esto no fue posible con el triunfo de Franco. Todos los proyectos en este sentido quedaron truncados”, describió.


En su diario, Cochet escribe sobre aquel momento y así lo recuerda: “El 19 de julio guardé mis pinturas y colgué mis pinceles porque de qué le sirve a un pueblo en armas mi trabajo, me consideré un miliciano más y comencé a luchar con ellos”.

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