Así es la empresa funense que capitalizó el concepto de aire libre y llevó sus juegos a 7 de cada 10 ciudades del país
Crucijuegos se mudó a una planta seis veces más grande y aumentó un 400% su capacidad productiva. La firma sigue firme en el mercado interno y apuesta a duplicar su exportación.
Argentina tiene 2100 ciudades y Crucijuegos tiene instalado su mobiliario en 1500 de ellas. Sus juegos de plaza ya son un sello de los espacios públicos del país: es que su ruta de distribución va desde Ushuahia a La Quiaca y, sobre todo, no sólo se encuentran en los patios de quien los quiera comprar; apuntaron a ser el mobiliario urbano de centenares de plazas y parque públicos del país.
Así como en Funes los principales atractivos de 5 plazas locales son los juegos de Crucijuegos, y se proyectan otras más, la postal se repite y multiplica en otras ciudades. En Capital Federal llevan instalados juegos en 74 plazas. En Tigre, 320. En base a la compra pública, una de sus unidades de negocios, la empresa de la familia funense Imaz apuntaló su liderazgo en el rubro y hoy es, por lejos, la firma que más personas emplea en la fabricación de este tipo de juegos para el aire libre.
Potenciados por la revalorización que tuvo el concepto de aire libre desde que inició la pandemia, Crucijuegos apuesta a redoblar inversiones con la nueva planta que construyó en un predio de 12 hectáreas ubicado en Autopista Rosario-Córdoba y Wilde. La nueva fábrica diseñada por el estudio de arquitectura comercial Proyecto Argo, suma casi 10 mil M2 y les permitirá ampliar un 400% su producción actual.
El proyecto a mediano plazo es aumentar la exportación, que hoy se ubica entre el 10 y 15% de su producción, “en al menos un 30%, si el país nos acompaña”, explica su Ignacio Imaz, su titular. El proyecto es ambicioso pero la apuesta con la que lo acompañan lo es más aún. Pasaron de una fábrica de 1700 m2 sobre Ruta 9 en Fisherton, a la flamante nueva planta casi seis veces más grande sobre Autopista. Además, aumentaron su personal de 100 a 180 empleados y sumaron “muchísima tecnología”.
“Venimos de un mundo cerrado desde marzo del 2020 hasta julio de ese año en donde lo único que nos salvó fue la exportación. Uruguay prácticamente no estaba en pandemia, estaba en elecciones y todos los parques públicos estaban abiertos”, analiza sobre el crecimiento en exportación que le permitió a Crucijuegos crecer en este contexto. La capacidad de ahorro que se trasladó a los arreglos en cada casa fue otro empuje. “Si no puedo viajar, no puedo salir, mirá si no le voy a querer dejar en el patio a mi hijo un lindo juego para que se divierta”, explica sobre otra de sus unidades de negocios que sigue siendo central para la firma.
Por último, la decisión firme de comercializar sus juegos a empresas públicas y disputar licitaciones de mobiliarios urbanos. “Después está la otra realidad que es que el espacio público el ciudadano hoy en día lo pide y en este sentido la relación en cuanto a la inversión pública es muy baja para recuperar y disfrutar de un espacio público seguro y con diseño de juegos”, remarca Imaz.
“Creo que los tres factores se combinan, pero hay algo central: hoy en día salir y estar al aire libre es cotidiano, no es un plan esporádico. Y nosotros trabajamos en equipamiento para eso, sobre todo apuntamos y mejoramos mucho el diseño. Dejamos de lado el jueguito con dos torres y un tobogán. Ahora se hacen juegos con diseños exclusivos, por ejemplo, uno de Mafalda con 9 metros de altura que estamos construyendo para la ciudad de Buenos Aires a pedido de ellos, con juegos basados e inspirados en Quino”, cuentan.
La empresa de la familia funense crece desde hace décadas fabricando hamacas y toboganes, pero también enormes juegos con forma de barcos, de trenes, la reconocida Flor del Irupé que decora el parque de las Colectividades en Rosario, variados y coloridos juegos que disfrutan niños y niñas de todo el país cada día.
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