Arranca la temporada de Tereré… y tu cuerpo lo sabe

¿Hace falta explicar algo del mate? En Argentina está lleno de fanáticos de esta infusión. Para algunos es mágica, compañera de momentos de soledad, señal de amistad, pasatiempo para matar el aburrimiento, complejo energético fundamental… el mate tiene muchas facetas y cada persona tiene un vínculo muy particular.

Ahora bien, cuando se acerca el verano se plantea un dilema porque el calor por lo general nos predispone a tomar bebidas frescas, en lo posible repletas de hielo, y esto se cruza feo con el fundamentalismo argentino por el mate. Por eso muchos, cuando empieza la temporada de ojotas guardan bien guardada la pava, se calzan la musculosa y convierten el mate en tereré, esa gloriosa bebida refrescante que nuestros indígenas guaraníes supieron concebir y que en 2020 la Unesco declaró patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. 

Así que, para variar, buscamos grietas en todos lados. La cosa queda planteada: ¿Cuándo llega el verano, los funenses siguen con el mate o se pasan al tereré? Hicimos un capítulo más de “Descubriendo el Paladar Funense” y le consultamos la duda a nuestros seguidores de Instagram.

Doscientos setenta funenses participaron de este estudio de caso. Como era previsible, triunfó el fundamentalismo del mate. Sin embargo, ojo que los tomadores de tereré son un porcentaje importante de la población (atenti marcas de yerba, cualquier cosa se comunican con Vanesa, la chica de comerciales). El resultado fue 65% los que le entran al mate aún en verano, y 35% los que se pasan al tereré.

Aclarado este punto, nos parece interesante desarrollar un poco sobre esta bebida que se toma bien fresca. Arrancamos. Sabemos que el mate es una costumbre ancestral que viene de los guaraníes, la gente que habitaba lo que hoy es Paraguay, y partes de Argentina, Brasil y Bolivia. Y atentos a este detalle, al momento de la llegada de los españoles a estas tierras, allá por el siglo XVI, los indígenas tomaban mate, sí, pero no exactamente como lo hacemos hoy. Era casi todo igual, pero cambiaba algo: lo tomaban con agua fría. Así que, si se nos permite la licencia, podríamos decir que la bebida original era más parecida al tereré que al mate, ¿o no?

La base del tereré (ya el nombre suena mucho más lindo que “mate”, no nos digan que no) es igual que el mate, yerba, un buen porongo de calabaza, y una bombilla. Sobre esa base, en vez de agregarle agua caliente lo que se le agrega es líquido bien frío, con hielo. ¿Y por qué decimos líquido y no agua? Tengamos en cuenta que hay al menos dos grandes preparaciones de tereré.

Por un lado está la variante que se prepara con agua fría a la que se le agrega hierbas medicinales o aromáticas. Esta fue la costumbre que se afianzó en la región guaranítica durante la época de los jesuitas. Estas hierbas refrescantes (así le llaman) no se agregan sobre la yerba, no, no, no. Se ponen en un mortero y se machacan hasta que el aire se llene con su fragancia, después, esos pedacitos se agregan al termo de agua fría. Algunas de las hierbas que se usan son: cedrón, menta'i o peperina, cocú, menta, zarzaparrilla, cola de caballo, burrito, agrial, batatilla, verbena, capií catí, ajenjo, Santa Lucía, escobilla, hoja de limón, azafrán, jengibre, taropé, perdudilla blanca.

Y después tenemos la otra variante, que quizás es la más extendida en nuestro país, principalmente por que es más sencilla. Basicamente consiste en cebar desde un termo lleno de jugo con hielo. Algunos usan exprimido, pero lo más común es usar jugo en polvo, de naranja.

Hay incluso una variante premium que consiste en cortar un cuarto de pomelo, sacarle buena parte de la pulpa, meterlo un rato en el freezer y después preparar el tereré ahí. 

Bueno ya te tiramos la data, ¿te copás con un tereré?

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