Ante la partida de Rímini, ¿cómo se mantiene vivo el Frente Progresista de Funes?
En tres meses sufrió un terremoto que alteró todas sus estructuras y lo dejó débil y expuesto. Primero fue la muerte del ex gobernador Miguel Lifschitz, ahora los radicales que están cada vez más cerca de Juntos x el Cambio.
A unos días del cierre de listas, son pocas las certezas que se pueden observar en el panorama político del Frente Progresista Cívico y Social deFunes. Todavía golpeado por la muerte de Miguel Lifschitz, su ancho de espadas, el que le permitía sentarse a la misma mesa que Juntos por el Cambio (JxC) y el peronismo, ahora desde la alianza progresista ven cómo cobra fuerza la versión de que el sector radical que lidera Juan Ignacio Rímini y al que pertenece el único concejal del Frente, Pedro Giantenaso, jugará dentro de JxC en una interna de alto voltaje contra Ana Martelli y el PRO que busca dirimir liderazgos opositores de cara a 2023. Así, el socialismo, Creo y Radicales Libres ya se empezaron a amigar con la idea de que serán los responsables de mantener a flote el barco progresista, antes resistente e imbatible, hoy averiado.
La partida de Rímini y los suyos causa un cimbronazo considerable a nivel local porque ese sector fue el ganador de las últimas tres internas del Frente Progresista y se había transformado en el líder y sostén de la coalición funense. En 2015, Eduardo Casim le ganó a Ricardo Ravaglia la candidatura a intendente del espacio, mientras que Rímini hizo lo propio en una concurrida interna de postulantes a concejal. En 2017, fue Pedro Giantenaso quien hizo su debut y aprovechó la división de los socialistas para quedarse con la banca progresista en una interna que se definió por muy pocos votos y en la que el perdedor fue Edgardo Frattini, quien luego abandonó las filas socialistas para ser concejal del PJ. En 2019, Fernanda Grossi le ganó la interna entre precandidatos a concejales a Raúl Porreca, de Creo, y Rímini fue el único candidato a intendente, sin rivales, ya que el socialismo decidió directamente no presentar listas, lo que no impidió que el Frente Progresista coseche en esta última elección la mayor cantidad de votos desde los comicios de 2011.
Con ese panorama, los partidos que forman parte del Frente comenzaron a armar pisando terreno inestable. Nadie quiere revelar sus cartas y hay más dudas que definiciones. En Radicales Libres, un sector por ahora minoritario en el partido centenario, es donde muestran más seguridad: apelaron a la figura de Marcelo Galicchio, ex coordinador de Salud durante la gestión de Mónica Tomei y veterano dirigente radical de la ciudad, para poner sobre sus hombros el armado no solo funense, sino también de otras ciudades aledañas. En el espacio liderado por la presidenta del Concejo rosarino María Eugenia Schmuck y el diputado provincial Palo Oliver dicen que la lista para Funes “ya está casi armada” y se muestran dispuestos a encarar una interna amplia “para ver qué peso tiene cada uno”. Si bien juegan al misterio sobre los nombres que forman parte de la nómina de postulantes, algunos apuntan al propio Galicchio, pero sin una confirmación oficial todavía.
En Creo las cosas no están tan claras. Es que la pérdida de Lifschitz dejó a su líder Pablo Javkin como la figura más importante del Frente y apuró los tiempos de un paso que estaba planificado pero no tan rápido. La lista del espacio en Funes en 2019 fue encabezada por Raúl Porreca y Soledad Tournier, quienes hoy se muestran sin ambiciones personales, pero dispuestos a jugar “si es lo mejor del partido”. Sin embargo, los armadores del javkinismo analizan la posibilidad de apostar por algo nuevo, distinto y disruptivo del escenario electoral que les permita crecer en la ciudad, aprovechar la buena imagen del intendente de Rosario en el electorado y ocupar ese lugar vacío que dejan los radicales que se van del Frente. Nadie lo dice, pero el objetivo es hacer músculo para sostener un proyecto que le permita a Javkin desembarcar en la Casa Gris más temprano que tarde. Así se entiende esa voluntad que viene manifestando internamente Creo de que la renovación también alcance al nombre, pasar a depósito el “Frente Progresista, Cívico y Social” y reemplazarlo por alguno con menos historia y más futuro, que además sirva como gesto a favor de ampliar la cantidad de accionistas de la coalición.
Donde las incógnitas florecen es en el Partido Socialista. Sus referentes funenses comenzaron el año enfocándose en la interna partidaria, como una manera de resolver las diferencias que los habían dividido y los había llevado a ir separados en varias elecciones, un proceso de años que llevó al partido de la rosa a tener cada vez menos presencia no solo electoral sino también en la discusión política de la ciudad, algo también apuntalado por las demandantes responsabilidades de gestión que tomaron varios dirigentes funenses en los sucesivos gobiernos provinciales, lo que no les permitió prestarle demasiada atención al armado local. Cuando se disponían a trabajar para revertir esa debilidad y la nueva secretaria del partido funense Danila Litvak ni siquiera había llegado a asumir, la muerte de Lifschitz fue una piña al mentón del socialismo, que los dejó aturdidos, sin referencias y con un dolor inconmensurable.
Para colmo de males, el socialismo funense nunca pudo construir un candidato potente. Las apuestas que hizo salieron mal o no terminaron de concretarse. A la ya mencionada experiencia con Frattini, quien terminó siendo concejal pero dos años después como candidato del peronismo, se le suma Débora Edreira, la presidenta del club San Telmo, un nombre que el propio Lifschitz apuntó y trabajó pacientemente durante años para convencerla de jugar. Dicen que había logrado su objetivo y Edreira iba a ser la candidata del socialismo este año, pero cuestiones personales de la dirigenta deportiva y, más determinante aún, la muerte del ex gobernador, echaron por tierra esa posibilidad que el círculo rojo siempre barajaba y más de uno temía. Como dice el tango, ni el tiro del final te va a salir.
No hay pistas de quien puede ser, entonces, el representante socialista en la interna progresista. Domina el hermetismo, los armadores no contestan los teléfonos y, si lo hacen, no filtran información. Todas las luces apuntan a Giantenaso, el único concejal del Frente Progresista y el único nombre que quedaría dentro de la alianza con la fuerza suficiente como para suplir un armado todavía endeble. Sin embargo, Giantenaso es radical y llegó al Concejo como representante radical del sector liderado por Rímini, por lo que para ser nuevamente candidato y buscar su reelección debería romper esa sociedad y enfrentar al propio Rímini. Muy pocos creen que eso pase, pero la esperanza es lo último que se pierde.
En los últimos meses, y de cara a su primera elección como oposición provincial en doce años, el Frente Progresista sufrió un terremoto que sacudió todas sus estructuras, pero sigue arriba del ring y nadie en su sano juicio se anima a jubilarlo. Para dar la pelea, tiene que lamerse las heridas, reconstruirse desde los cimientos y domar una renovación impuesta por las circunstancias, intentando que sea lo menos traumática posible. No es tarea fácil, pero es la única posible para que el barco progresista que viene navegando en la grieta pueda mantenerse a flote y no sea hundido por el peronismo y JxC, los tanques electorales que empujan la polarización.
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