Sábado, 28 de Septiembre 2024
Miércoles, 09 de Agosto del 2017

“Preferimos invertir en esto en vez de irnos de vacaciones”

<p>Para los Núñez,  el uso de energías solar fotovoltaica dejó de ser una utopía y han logrado beneficios para el medio ambiente y en las cuentas familiares.</p>

 

La energía solar fotovoltaica consiste en la transformación de energía lumínica proveniente del sol en energía eléctrica, eso es la teoría. Pero la práctica es mucho más interesante y sobre todo, comprobable: Los ocho paneles solares que se ubican en el techo de la vivienda y comercio de la familia Núñez y que alimentan eléctricamente una casa, una oficina y un galpón, en un día nublado y con un barrio sin luz por cortes programados, dan cuenta de qué va la cosa.

 

Los Núñez saben que vivir de manera sustentable es posible y ya no se sorprenden corroborando esta premisa con resultados. El uso de energías alternativas de manera cotidiana dejó de ser una utopía, y las consecuencias son altamente beneficiosas no sólo en el impacto en el medio ambiente, sino en el bolsillo de los que la adoptan: sus facturas de luz descendieron en un 60% durante  el transcurso de un año, cuando instalaron el equipo de energía fotovoltaica en un rincón de la casa.

 

La diferencia entre la energía solar térmica y la fotovoltaica es que, aunque las dos energías utilizan la radiación solar, la térmica aprovecha el calor del sol mientras que la fotovoltaica convierte la luz en electricidad. La primera se emplea fundamentalmente para calentar un fluido, que a su vez sirve para la producción de agua caliente o calefacción. La segunda utiliza paneles solares y un banco de baterías que acumula la energía y la convierte de energía corriente continua a alterna, que alimenta todos los aparatos eléctricos del lugar.

 

En calle Santa Fe al 1500 está la casa de los Núñez, también el galpón donde guardan sus equipos de sonido e iluminación, rubro al que se dedican, y una oficina de seguros. Toda esto está alimentado por unos paneles que no ocupan más de unos pocos metros cuadrados en el techo, y un rincón donde se encuentran las baterías que almacenan y alimentan de electricidad la vivienda y los dos comercios.

 

Cuando optaron por la instalación de los equipos de energía fotovoltaica pensaron en varias cosas, la curiosidad llevó a Nelson Núñez, técnico en electrónica y dueño de una reconocida empresa de la ciudad de audio, sonido e iluminación, a interesarse por los modos alternativos de energías luego de ver los bien que funcionaban en la provincia de Córdoba. “Se avanzó mucho en la energía solar, antes el rendimiento era bajo y era mucha la inversión que tenías que hacer en relación. Yo fui averiguando, conocí la idea en las sierras donde funciona muy bien y hace un año decidimos hacer esta inversión”, explica Nelson.

 

La inversión requerida si bien no es menor, no resulta inaccesible. “Preferimos invertir en esto en vez de irnos de vacaciones”. Nelson remarca que el Gobierno Provincial financia líneas de crédito para empresas y particulares que quieran incursionar en el uso de energías alternativas, y que “la inversión realmente vale la pena, yo lo recomiendo mucho”. No sólo por el beneficio que las energías renovables traen al medioambiente en general, “aunque sea pensando en las boletas de la luz”, cuenta Nelson y detalla que en junio del 2016 (antes de instalar los paneles) pagó una factura de luz de más de $3500 y que en junio del 2017 un promedio de $1500, considerando también el aumento en las tarifas.

 

De todos los tipos de energía solar fotovoltaica que existen, los Núñez optaron por una que funciona de varios modos en manera simultánea. Por un lado la luz solar que captan los paneles es convertida en energía para el uso diario, por el otro las baterías almacenan energía que puede ser utilizada a modo de “reserva”, sobre todo en los horarios nocturnos, y por otro un sistema que determina qué tipos de aparatos se alimentan de la fotovoltaica y cuáles otros de la red de energía pública. “Los aires acondicionados que elevan mucho el consumo los conectamos a la red pública, también podrían ser los microondas por ejemplo”. Una cuarta posibilidad, que la familia no utiliza, es almacenar tanto sobrante de energía al punto de proveer al mismísimo distribuidor.

 

Cuando InfoFunes dialogó con Nelson y Guillermo Núñez, la explicación teórica fue afianzada con una especie de examen práctico. Por un golpe de (mala) suerte para el barrio, se cortó la luz durante unas seis horas. Los comercios dejaron de trabajar, o sacaron a la calle sus generadores. Y mientras los vecinos asomaban a la vereda aburridos, en la casa de los Núñez lo único que indicaba el corte de luz puertas afuera, era una chicharra que anunciaba el encendido de las baterías de reserva.