Sábado, 28 de Septiembre 2024
Martes, 25 de Julio del 2017

Tomito, el perro que se convirtió en alumno de la Fiscal

<p>Alumnos de segundo grado de la escuela le enviaron una carta a la directora pidiendo que lo "dejen estudiar”, porque es un compañero más.</p>

 

Tomito es el perro de un alumno de primer grado, al que acompaña todas las mañanas a la escuela, y después de izar la bandera va contento y en cuatro patas hasta el aula lindera, la de 2do A. El pichicho fue aceptado por los 20 chicos de siete años, que junto a su seño Gladis lo aceptaron como su compañero y “alumno canino”.

 

Se sienta en el fondo, “como mucho juega cuando a alguno de los chicos se les cae algún útil del banco”,  cuenta la seño Gladis.  Ahí es cuando se levanta cual alcanza pelotas a la espera que se caiga otra vez alguna que otra goma de borrar, a los que les da un poquito de asco que agarrar los útiles baboseados lo empujan con una regla, pero todos le siguen el juego a Tomito, explica.

 

Pero un día Tomito se portó mal. En uno de los recreos se quedó con la pelota con la que los chicos más grandes organizaban un juego  para los más chicos. La travesura le costó caro y los directivos de la Escuela Nro 125 le indicaron la puerta de salida. Rápidamente las nenas del grado decidieron tomar cartas en el asunto, es que “todos lo queremos a Tomito, pero las nenas los quieren mucho mucho más”, explicó uno de los chicos del grado que contó que una de ellas ya le había regalado al perro una pelotita que trajo de su casa exclusivamente para él.

 

Tres de las integrantes del grado resolvieron que la mejor manera de elevar su reclamo era escribiendo una hermosa carta a los directivos. “Ellas solas la hicieron, le pusieron los nombres de todos los chicos del grado y también el mío, pero ni siquiera me pidieron que la lea”, contó la maestra. Las tres chiquitas fueron durante el segundo recreo y dejaron la carta en la Dirección. Estaban decididas: “queremos que Tomito pueda estudiar, él es un alumno más, un alumno canino”, escribieron.

 

El reclamo de los chicos siguió con una asamblea en el aula junto a los directivos. En un lado del pizarrón se escribieron los “por qué si” Tomito podía seguir sentado al fondo del aula, del otro los “por qué no”, que se llenaban de “argumentos adultos”. La decisión quedó pendiente para luego de las vacaciones de invierno, pero entre los argumentos de los chicos se encontraban algunos cuantos de peso: “porque quiere estudiar”, “porque es muy buen compañero”, y “porque lo queremos mucho”.