Sábado, 28 de Septiembre 2024
Miércoles, 10 de Mayo del 2017

“Es todo la cabeza y se puede”: El remisero que bajó 96 kilos

<p>Rodolfo tiene 39 años y trabaja desde hace 18 arriba de un remis. Pero desde hace dos, sus pasajeros “casi no lo reconocen”.</p>

Rodolfo Olmos tiene 39 años y trabaja desde hace 18 arriba de un remis. Pero desde hace dos, sus pasajeros “casi no lo reconocen”. Logró bajar 96 kilos y su calidad de vida es desde entonces lo que más valora.

 

Hace dos años que se atiende en el Servicio de Obesidad Mórbida del Hospital Provincial de Rosario: “Caí internado por un cuadro de diabetes y una erisipela grave en una pierna. A partir de eso me comentaron de este grupo que había en el Provincial y me propusieron ingresar y hacer un tratamiento”, cuenta Rodolfo, que reconoce que “estaba muy mal, ya casi no caminaba con mis 200 kilos”.

 

Desde que comenzó el tratamiento interdisciplinar con médicos clínicos, psiquiatras, psicólogos, nutricionistas, kinesiólogos y profesores de educación física ya lleva bajados 96 kilos. “Fue producto de una dieta, con la que bajé 50 kilos y en agosto me operé en el Hospital Centenario, donde me colocaron una manta gástrica”. La intervención quirúrgica le cerró el 80% del estómago. “No sentí dolor ni nada, cuesta si un poco adaptarte porque hasta para tomar un vaso de agua tenés que tener cuidado de tomar sorbito por sorbito. Después comés muy poco, pero es cuestión de adaptarse”.

 

“Yo siempre fui gordo, desde chico. Pero llegué a un punto que se me dificultaba todo, mi corazón trabajaba forzado”, contó el remisero, quien se detuvo en su salud para decidirse por un cambio de vida: “Cambié todo, implementé todas las comidas, saqué un montón de malos hábitos como las gaseosas, harinas, aceites. Por otro lado, incorporé mucha actividad física”.

 

La rutina de Rodolfo, que trabaja de lunes a sábados doce horas por día arriba de un auto, se complementa con el deporte y la buena alimentación. Entrena taekwondo dos veces por día y sale a caminar dos veces por semana.

 

“La parte más difícil de manejar fue el laburo”, oficio sedentario que implica manejar o esperar viajes sentado en la base. “Fue donde más puse a prueba mi cabeza”, explica y confirma: “Es todo en la cabeza, y se puede”. Rodolfo confirma que su cambio de vida empezó por una decisión que fue acompañada por la gente que lo rodea. Solo no se puede hacer, dice y agradece a su novia y su familia que lo ayudan con todo.

 

También agradece a los profesionales que lo atienden en el Provincial, cuyo trabajo califica como “laburo impecable” en la salud pública. La próxima meta es para el año próximo, cuando llegue el momento de la cirugía reparadora. “En mi caso fue una cuestión exclusivamente de salud, yo siempre fui obeso y no tenía problema con mi gordura, pero hay mucha gente que lo sufre sin tener complicaciones médicas y eso también importa”, reflexiona Rodolfo y alienta: “Realmente se puede, está todo en la cabeza. Es ponerle ganas y ponerse una meta. Yo lo sufrí al principio, pero tiene su recompensa”.