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Viernes, 28 de Abril del 2017

El hijo de todos los funenses

<p>Juan Pablo, el joven de 14 años que superó un coma tras ser atropellado en la ruta, ya se recupera en su casa. Su familia lo protege y acompaña y él no ve la hora de volver a jugar al fútbol. “Fue un milagro de Dios”, no se cansan de repetir los padres.</p>

Vanesa Fresno - InfoFunes

“Juampi fue hijo de todos”. Lo dice Mari, la mamá del chico que fue atropellado en la ruta y se recuperó tan pero tan rápido que sorprendió a los propios médicos que lo indujeron al coma apenas lo vieron tras el accidente. La madre no es demagoga ni dramática, suelta las palabras con franqueza y espontaneidad. Ni siquiera con angustia, lo cuenta con absoluta paz. Juan Pablo, que ya se recupera en su casa, la mira tímido, como todavía no creyendo todo lo que le sucedió. Pero ahí está él, tomando mate y comiendo magdalenas de chocolate con toda su familia.

 

Sábado 25 de marzo, 20 horas. Un pibe de 14 años se prueba su mejor pilcha para la reunión de jóvenes de Comunidad Cristiana, la iglesia ubicada en Independencia al 2000. Vive lejos del centro funense, en el olvidado y ninguneado Villa Golf. De día se anima al pedaleo de una bicicleta, pero es de noche y no hay una mejor opción que el colectivo. Por más que mamá Mari lo deje cruzar solo la ruta desde hace cuatro años, la vía siempre es peligrosa. Y más a esa altura, donde los vehículos “van a todo lo que da” y los reclamos de “semáforo ya” que gritó el barrio nacieron hace una década y todavía no se hicieron realidad.

 

Ese día, la noche que Juan Pablo Román fue atropellado, la ruta no estaba iluminada a la altura de la garita 1. Una mujer a bordo de un Citroen lo atropelló, “le pegó de costado”, como contó su papá Cristian, y lo dejó tendido en el suelo, inconsciente. “No lo vi, no lo vi”, gritaba la conductora mientras lloraba. Ella pasó la noche en la comisaría 23. Juampi la pasó en Rosario, en el hospital de niños Víctor J. Vilela. Por el golpe del accidente sufrió un fuerte golpe en la cabeza y fractura de clavícula. Sufrió convulsiones sobre el cemento y le tomaron el pulso ahí mismo. Pero le quedaba sufrir algo peor.

 

Cuando subió a la ambulancia, en compañía de su papá, se broncoaspiró y empezó a vomitar. “Se tragó el vómito” y en el hospital así como lo recibieron lo entubaron. Ingresó con pronóstico reservado y estado crítico. Le pusieron respirador artificial para limpiar sus pulmones y lo indujeron al coma para que su cerebro no trabaje. Para sorpresa de los médicos, la tomografía que le practicaron no arrojó lesiones en el cerebro, increíble para la magnitud del cuadro del joven. “No lo podemos creer”, le repetían los doctores a Mari y Cristian.

 

La recuperación fue tan rápida como asombrosa. A la brevedad salió del cuadro de coma. Los médicos estimaron que abriría los ojos entre 15 y 30 días luego del accidente. Pero Juampi lo hizo en apenas cuatro. “La mano de Dios, no hay otra”, se abraza Cristian, fervientemente creyente como toda la familia. “Esos cuatro días fueron en realidad años en los que pasó toda nuestra vida”, rememora Mari. Los “meses” que supuestamente demandarían el alta médica se convirtieron en nada más que dos semanas. Juan Pablo tenía muchas ganas de vivir, no hay otra.

 

La vuelta a casa

 

No hay que repetir mucho la pregunta “¿Dónde vive Juampi?” para encontrarlo. Con dos consultas basta. Villa Golf parece una gran familia entre la penuria, desolada pero sumamente solidaria. La familia montó momentáneamente la pieza del joven en el living de la casa. Así se facilita su desplazamiento, que es natural pero cuidado. A él le alcanza y le sobra si tiene la Play Station así de cerca. Antes del accidente, hacía las veces de cadete en el emprendimiento familiar de venta de pizzas. Era muy buen vendedor y los vecinos siempre lo trataban bien, recuerda. Por eso cree que recibió tanta ayuda en la recuperación.  Todavía no regresó a la escuela, por lo que al despertarse toma la leche, lee la Biblia, almuerza, se clava una siesta, atiende a su amada Play y tres veces por semana asiste a fisioterapia para fortalecer su clavícula dañada. De este tratamiento se hace cargo la Municipalidad. La rehabilitación neurológica la sigue realizando en Rosario, con los mismos médicos que lo trataron en el Vilela el día del accidente. No deja de recibir visitas, sobre todo los fines de semana.

 

Pero su mayor deseo es volver a jugar al fútbol. Le cambia el semblante cuando la pelota que trae Emanuel, su hermano mayor, le pasa por al lado. Juampi juega de 11, “de extremo izquierdo”, en Defensores de Funes, el blanco y verde. Como es diestro, aprovecha su perfil y encara hacia el medio y le pega, aunque dice que también se le anima a la izquierda. Los ojos se le hacen más grandes cuando habla de fútbol. Para la foto quiso posar con la camiseta de su club. No pidió ayuda, se esforzó pese a la férula que tiene en el brazo izquierdo y posó alegre. Por ahí correteaba Abigail, de apenas un año y en la etapa de tocar todo lo que aparezca delante. Lio, su hermanito de 5, lo abraza, aunque no fuerte, porque no le quiere tocar la clavícula. Como sus padres, los hermanos están bien atentos a su mejora.  Unidos, lo disfrutan y se disfrutan todos más que nunca.

 

El Triángulo de las Bermudas en Funes

 

Detrás de la historia de Juan Pablo, avivan los reclamos de Villa Golf, el barrio ubicado al sudeste de Funes. Históricamente olvidado en el pensamiento de las autoridades locales, perdió aún más visibilidad cuando se construyó el enlace vial que conecta el aeropuerto con avenida Illia. Desde el 2011, cuando se inauguró el puente, el barrio quedó en el medio entre Rosario y Funes. No es de aquí ni de allá. “Quedamos en el Triángulo de las Bermudas”, se ríe Cristian para no llorar.  Como desaparecidos del mapa. Para muestra basta un botón: 14 columnas de alumbrado público se encuentran sin luz, no hay contenedores de basura, el zanjeo está mal hecho y carecen de agua potable.

 

Creyentes

“Dios mío, que estén tus ojos abiertos de noche y de día sobre esta casa”. El mensaje se encuentra colgado en un cuadro en la pared de la casa y es una invitación a comprender la fe de la familia. Desde hace veinte años los Román son creyentes. Asisten a Comunidad Cristiana y cuando Juampi estuvo internado recibieron rezos de distintas latitudes: Colombia, EEUU, Irlanda, Italia, España. Todos creen que la recuperación del joven “es un milagro de Dios”.


 

Gran festival para cubrir gastos de la recuperación

 

Los vecinos y amigos de Juampi organizaron un festival solidario para solventar los gastos de su rehabilitación. Será este domingo 30 de abril a partir de las 15 en el Galpón Municipal Guille Moreno y ya confirmaron su presencia varias bandas y músicos locales que colaborarán con la causa solidaria.

 

La entrada del festival es gratuita, aunque habrá una urna para efectuar donaciones a la familia de Juan Pablo para afrontar los gastos médicos de su recuperación. Franco Viola, Mi Bonita Cumbia, Los Telmos, Ballet Reflejo de Luna y la academia de cumbia cruzada “Cumbia a fuego” ya confirmaron su presencia en el festival.

 

Los organizadores del evento solicitan la colaboración de vecinos y comercios para concretar su movida solidaria: “Necesitamos de la colaboración de todos con lo que este a su alcance. Necesitamos chorizos, carbón, pan, verduras, aderezos y lo que quieran donar para sorteos. Sin ninguna obligación ya que es todo a voluntad”.

 

No es la primera movida solidaria de los vecinos de Villa Golf. Desde que Juan Pablo fue internado, organizaron colectas de pañales de adultos, una gran pollada para juntar fondos para la familia, y lograron con un reclamo en la intersección donde fue el accidente que el Ejecutivo se comprometa a colocar un semáforo a la altura de garita 1.