Viernes, 27 de Septiembre 2024
Viernes, 10 de Marzo del 2017

León Barreto y la crisis eterna

<p>Electoraliza su gestión intentando generar expectativas. Pero hay un concepto que atravesó a la gestión actual desde su comienzo.</p>

Vanesa Fresno - InfoFunes

Si hay un concepto que atravesó a la gestión actual desde su comienzo fue el de crisis. A la crisis evidente de gestión, se le sumó la crisis política. La primera se vislumbra con sólo observar la ciudad sin tanto detenimiento: yuyos, pozos, basura, tránsito, falta de zanjeo, y más. La segunda, la crisis política, emergió con fuerza a principio de su gobierno y trepó a su pico en estos últimos meses.

 

Tres fueron los episodios políticos que acrecentaron este segundo tipo de crisis y hacen tambalear al Ejecutivo:

 

  1. Diciembre de 2016: la Cámara Nacional Electoral reabrió una investigación en la cual León Barreto estaba imputado por violar la norma de financiamiento de los partidos políticos cuando era tesorero del PRO en Santa Fe.

  2. Fines de enero: mientras el presidente del Concejo, Carlos Olmedo, se encontraba de vacaciones con previo aviso, Barreto también decide salir de viaje en esa fecha, con la particularidad de haber desplazado días antes al Secretario de Gobierno, y no haber nombrado a nadie en su reemplazo. Luego de cinco días de ausencia, asumió la intendencia de manera interina Anita Martelli, vicepresidenta del Concejo, lo que generó múltiples quejas de los concejales opositores y de la ciudadanía. A esto se le agrega la acusación de “desprolijo” del titular de la Secretaría de Municipios y Comunas de la provincia.

  3. El lunes 13 de febrero, el edil Santacroce denuncia públicamente el cobro de un doble aguinaldo por parte de los funcionarios políticos del gabinete. A eso se le agregó la interpelación de los concejales a tres funcionarios de gobierno involucrados en el episodio, despido de la secretaria de Hacienda, y posteriormente, la denuncia del hecho en la Justicia encabezada por los concejales Dolce, Rímini y Martelli.

 

Frente a cada una de ellas, por más pruebas y evidencias que se presenten, la estrategia sistemática de Barreto fue la negación-mitigación del hecho:

 

  1. “Él fue el tesorero del PRO hasta el 14 de diciembre de 2012” fue la respuesta de Barreto ante la acusación, responsabilizando al tesorero anterior de la irregularidad. Es decir, la culpa no fue mía, es de otro, niega Barreto.

  2. “…y bueno, hubo una cuestión administrativa que no tiene que volver a repetirse”. “…todo continuó con normalidad". Funes se quedó sin intendente por más de una semana pero fue una cuestión administrativa minúscula, sugirió el intendente.

  3. “Hubo un error administrativo”. Si es sólo un error menor ¿por qué se expulsó a la secretaria de Hacienda? ¿No es demasiada casualidad que el “error” sólo beneficie a los funcionarios de más alto rango del gobierno? ¿Qué hubiese pasado si no se denunciaba el “error”? ¿Alguien puede asegurar que no hubo otros “errores”?

 

De esta manera, Barreto intenta clausurar cada una de las crisis que lo involucran mediante la negación, sin importarle el tenor o el tipo de conflicto. Como paso siguiente, electoraliza su gestión, confundiendo los distintos tipos de comunicación que, inevitablemente, atraviesan los gobiernos. Así, a través de la promesa perpetua, retoma cada vez que puede, por ejemplo, el anuncio infinito de la canalización del canal Salvat, obra que se licitó hace cuatro meses y no hay precisiones de su comienzo, o la repavimentación de calle Illia, anuncio que ya cumplió un mes y todavía están terminando detalles técnicos para el llamado a licitación. Ni que hablar del Plan Estratégico, comodín empleado para saltar charcos cuando sube el barro.

 

A este escenario complejo, se le suma la división interna, irrevocable, y por la coyuntura entendible, que le declararon los dos concejales funenses del PRO, decididos a separarse del PRO foráneo que habita en el Ejecutivo.

 

En consecuencia, en poco más de un año de gestión y mucho tiempo por delante, Barreto se quedó sin crédito público y político. Por ese motivo, electoraliza su gestión intentando generar expectativas. Expectativas que esperanzan cada día menos.