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Viernes, 02 de Septiembre del 2016

“Me dijeron que no iba a salir más de ahí adentro, que me quede tranquila”

<p>Carolina Chanampa, mamá de Florencia, la joven de 14 años asesinada y descuartizada, contó entre lágrimas que la condena la sorprendió, que esperaba más.</p>

Vanesa Fresno - InfoFunes

El fallo que condena a René Eugenio Araya Saldías a 14 años de prisión por el atroz asesinato de María Florencia Chanampa, su sobrina de 16 años, bajo la figura de un Homicidio Simple, indigna, deja gusto a poco, y al borde de la desesperación a una familia que exige justicia.

Carolina Chanampa, mamá de Florencia, contó entre lágrimas que la condena la sorprendió, que esperaba más, y que tiene miedo, mucho. Su cuñado asesinó y descuartizó a su hija el 6 de mayo del 2013. Pero el infierno de esta familia comenzó mucho antes, junto con las denuncias desoídas. 

Cuando María Florencia tenía 4 años, su tío de crianza: René Araya Saldías, quien luego fuera también su asesino, abusó de ella. Esa fue la primera denuncia que lo llevó preso, para salir en libertad al tiempo, y continuar con una vida de abusos y hostigamientos hacia la nena que no llegó a adulta. A los 16 fue descuartizada y enterrada en un pozo ciego.

“Una semana antes de que la matara ella fue a hacer la denuncia por amenazas y no se la tomaron porque no hubo agresión” cuenta su hermana Evelyn, de 17 años. “Iba siempre a la oficina de Acción Social a intentar denunciar”, agrega su mamá. Ni en la comisaría ni en las oficinas públicas encontró respuesta.

La de Florencia puede ser la “crónica de una muerte anunciada” como tantas otras, en las que una mujer es víctima de abusos durante años por parte de un hombre. Una muerte evitable, una más. La sentencia a un femicida por un homicidio “simple” es la paradoja de un sistema social y judicial que condena a las víctimas a volver a serlo una y otra vez. A tres años de su femicidio: una vez más a Florencia la callan, aún muerta. Pero ni Carolina, su mamá, ni sus tres hermanas, ni su hermano menor, ni su pequeña hija, quieren ser silenciadxs. Exigen que lxs escuchen y protejan.

“Me enteré que le dieron 14 años por el diario”, contó indignada Carolina. Desde el Centro de Asistencia Judicial en Rosario, donde llevan su caso, no le avisaron del fallo porque “Puede haber pasado que no se haya ubicado a la víctima”, comentó el Coordinador del CAJ Rosario, Dr. Rafael Martínez, que se manifestó preocupado por esta situación ya que “El ABC del CAJ es contactarse ante cada gestión jurídica, sobre todo con esta relevancia”. Desde el CAJ también se comprometieron a reestablecer contacto con la víctima y apelar el fallo.

En el patio de su casa, Carolina insiste: “Me dijeron que no iba a salir más de ahí adentro, que me quede tranquila”, relata lo que pudo averiguar la última vez que se acercó a Rosario a hablar con sus abogados, el mes pasado. Conmovida y asustada, exige justicia y piden que la ayuden, quiere marchar, hacerse oír: “no tengo protección, mis hijos no van a tener protección si este tipo el día de mañana sale”. La familia de Florencia sigue viviendo, pese a reclamos y pedido de ayuda (que tampoco fueron escuchados), en la misma vivienda donde Araya Saldías asesinó a su hija tres años atrás.

El recorrido judicial de la causa que condena a Araya Saldías por la muerte de Florencia tuvo desde el vamos un manejo por lo menos cuestionable: en un principio se lo había procesado por homicidio calificado por alevosía y violencia de género. Su abogado defensor apeló la alevosía y la figura de femicidio. El juez Ernesto Pangia le dio la razón.

Pangia no encontró acreditada la agravante de violencia de género ya que: “Más allá de algunos episodios que habría padecido la occisa por parte del imputado y de algún proceder que pudiera calificarse de cuestionable por parte de la mujer, en ninguno de los casos acreditados, advierto el extremo de la violencia de género en la conducta del justiciable”, según indica el fallo de diciembre del 2013, en donde se decide acusar al imputado por Homicidio Simple.

En otro extracto del fallo el Juez exponía: “En nuestro país, independientemente de la violencia que tienen como víctimas a mujeres, la misma no está enquistada como en otras latitudes y aun cuando existen mujeres asesinadas en nuestro país, que generan reacciones de honda preocupación y que motorizaron la agravante, el tema no parece de una superlativa gravedad, ni por su número ni por su crueldad”. Semejantes testimonios, un poco más de un año antes que la sociedad Argentina reclame a gritos Ni Una Menos, parecen la lectura de otras latitudes.

Ante la visión genérica del problema que la violencia de género enquistada en nuestra sociedad, el Juez expresaba esa opinión. Ante el caso particular de la muerte y descuartizamiento de Florencia, el magistrado expresó: “La víctima Chanampa Carolina del Valle no aparece como una mujer sumisa, sino que desarrollaba una vida con libertades en lo ambulatorio y en la intimidad”. Con esto, se decidió caratular el femicidio de Florencia como un simple homicidio.

Cabe recordar que el testimonio del mismo acusado fue incorporado en el expediente, donde explicaba en detalle los motivos de la agresión que le provocaron el primer golpe por el que Florencia sufre un fuerte traumatismo de cráneo fueron motivados por cuestionamientos del asesino hacia las relaciones personales de su sobrina. El testimonio de Araya Saldías no ahorra detalles escabrosos en su decisión de cortar el cuerpo en 14 partes para luego ocultarlo en el pozo ciego de la vivienda, además que manifiesta intenciones homicidas hacia otras mujeres: su ex pareja y madre de su hijo, y hacia Carolina, la madre de la víctima. “Invité a mi cuñada a mi casa a tomar mates, con la intención también de matarla, ya que estaba metida todo en la misma bolsa, y ella no quiso venir”, declara el acusado en el fallo que lo condena.

Miedo y pedido de justicia

“Me quiero ir, me hace mal estar acá. Yo no puedo tener a mis hijos en este lugar, no puedo tener a mi nieta”, cuenta llorando Carolina Chanampa. “El juez me dijo que a mi nieta acá no la podía tener, y yo pedía un lugar para estar con mi nieta”, agrega y explica que hizo notas dirigidas a la oficina de Acción Social de Funes pero que no hubo respuesta. La hija de Florencia tenía 1 año y medio cuando su mamá fue asesinada. Está siendo criada por una tía abuela, pero con muy poco contacto con su abuela y tías. El proceso de tenencia de la menor también fue cuestionado en el 2013, cuando la Asistente Social Silvia Bárzola gestionó una guarda transitoria a cargo de una sobrina de la ex intendenta Mónica Tomei.

El reclamo de justicia abre tantos frentes como derechos avasallados. Desde todos los lugares de poder que intervinieron en el caso, por acción u omisión, la familia Chanampa cuestiona las actuaciones y reclama soluciones. Una familia que no puede salir del rol de víctima, porque no la dejan.