Mensajes al futuro: ¿Qué ocurrió con la cápsula del tiempo?
El 30 de agosto de 1964 se colocó una piedra fundacional muy especial al pie del Monumento al Ciudadano Anónimo, ubicado en la plaza San José.
Muchos de nosotros crecimos con las historias de nuestros padres en el viejo Funes, ese Funes de antaño que tantos añoran y que no llegamos a conocer. Ese Funes del tapial de los Faust, la canchita de Fornero, el casín del Club Funes y los bailes de carnaval. El del portón colorado, el tren de la mañana, los torneos de papi fútbol, los veranos en la pileta de San Telmo y todas esas cosas que formaban parte del pueblo y cuya puerta de entrada es solamente nuestra imaginación disparada por los relatos de los más grandes.
Hay un tesoro escondido que nos puede acercar a ese Funes, que nos puede abrir otra puerta. No es necesaria una búsqueda importante ni investigaciones profundas. Está en la plaza San José, en esa manzana llena de pequeños jugando, enterrado, esperando que alguien lo encuentre. Es una pequeña cápsula del tiempo, que ofició como piedra fundamental de la construcción del Monumento al Ciudadano Anónimo, y que hace más de cincuenta años espera su hora.
El proyecto
Pero mejor, contemos la historia desde el principio: el ex legislador Horacio Thedy residía en Funes. Y tuvo una idea: construir el primer y único Monumento al Ciudadano Anónimo. “La historia no solamente la hacen los grandes sino que, tal vez, los verdaderos protagonistas son millones de hombres y mujeres anónimos que, con su esfuerzo, su trabajo, su abnegación y su responsabilidad constituyen el cimiento y el impulso determinante de los procesos sociales”, sostuvo Thiedy en ese entonces.
La idea fue recibida, aclamada y apoyada por la comuna presidida por Humberto Angelomé, quien ordenó de inmediato la constitución de una comisión popular con el propio Thedy a la cabeza para la construcción del hito. Chazarreta, Juri, Faust, Fedele, Arramberri y Ercole fueron algunos de los apellidos que la formaron y se designó al ingeniero Antonio Azurmendi como director y diseñador de la obra. Se consiguió la autorización de la Cámara de Diputados y la construcción empezó.
El 30 de agosto de 1964 fue el día señalado para la colocación de la cápsula como piedra fundacional. “Era un tubo de hidrobronce soldado, cerrado herméticamente, bien hecho, para que soporte el paso del tiempo”, comenta hoy Azurmendi, testigo preferencial de los hechos. “El contenido no lo vi, pero sé que había un mensaje para la juventud del año 2000, según Angelomé, que era el intendente. Fue tal la evolución de la humanidad en estos cincuenta años que el mensaje capaz que se transformó en una banalidad, anda a saber cómo se pensaba en esa época”, rememora el ingeniero.
La cápsula fue depositada en su morada bajo tierra y la construcción prosiguió, con ella a un costado como testigo subterránea. Vio cómo se construía esa alta columna de hormigón con revestimiento de mármol, con una fuente de aguas danzantes detrás y una lámpara votiva de bronce, para representar a los cuatro elementos: tierra, agua, fuego y aire. Vio como el monumento fue perdiendo poco a poco estos elementos, como fue perdiendo la vida que Azurmendi había pensado en un principio. Vio pasar concejales e intendentes, niños y adultos, funenses de siempre y recién mudados. Y siempre ahí, enterrada.
Búsqueda fallida
El hecho casi que se borró de la memoria funense menos para algunos de los presentes en aquel acto de agosto del 1964. El propio Azurmendi, Julio Di Giuseppe, Elpidio Zuliani, Humberto Tomei fueron algunos de los que le golpearon la puerta en 2011 a Juvenal Rímini, el entonces intendente, para pedirle su ayuda en la búsqueda. “A mí me interesó mucho el tema, siempre traté de darle importancia a la gente mayor del pueblo, y nos pusimos a la búsqueda guiándonos por la memoria de estos ciudadanos ilustres de Funes. Me cayó muy simpático, además los conozco de siempre a los que vinieron con la idea”, comenta Rímini de aquella propuesta.
Pero los buscadores se toparon con un error que los esperaba hace cincuenta años: se sabe que la cápsula está en la plaza, pero no con exactitud dónde. “No había referencias confiables para balizarla, y no se señaló el lugar exacto”, detalla Azurmendi. “Buscamos gente del Obrador, empezamos a cavar según las indicaciones de ellos, pero no teníamos muchas coordenadas de la ubicación, había discusiones sobre el lugar exacto y no pudimos encontrarla. Hubiera sido realmente muy interesante, muy lindo encontrarla”, recuerda el ex intendente Rímini, con un dejo de lástima por la oportunidad perdida en su voz.
La cápsula no fue encontrada esa vez, pero sigue ahí, enterrada bajo medio siglo de historia funense. Su mensaje todavía no llegó al 2016, no llegó al Funes desarrollado, a la ciudad. No llegó a la juventud del 2000. Quizás sea hora de poner manos a la obra y encontrar qué nos quiso dejar dicho el Funes que dejamos atrás.
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