Jueves, 16 de Mayo 2024
Martes, 12 de Julio del 2016

La primera psicóloga del pueblo

<p>Lidia Spitale fue la primera analista en abrir un consultorio de psicoanálisis. Atendía a los pacientes en horarios insólitos, escapando a los curiosos.</p>

Lidia Spitale fue la primera psicóloga de Funes, no la única, pero si la primera en abrir un consultorio en la ciudad, en el año 1983. Recibida en el 77´ en la Facultad de Psicología de la UNR, cuenta con casi cuatro décadas de experiencia y sigue ejerciendo esta profesión que tanto disfruta, y que le ha traído muchas satisfacciones.

Hija de una familia de trabajadores, de sus padres obtuvo la “primera herencia maravillosa”, fueron quienes le transmitieron la idea de estudiar y progresar con libertad. Fue la primera profesional de la familia y se decidió desde joven por una profesión poco tradicional de la que poco se sabía en ese entonces. Con la psicología pudo ejercer la “buena escucha” que la caracterizó desde pequeña, y los valores solidarios que le transmitieron en su familia.

Lidia vive en Funes desde el año 1958, cuando a los 10 años de edad se mudó al entonces pueblo, donde vivía el resto de su familia. “Yo no nací en Funes, pero soy hija del pueblo”, cuenta la psicóloga que tuvo una participación activa en la vida cultural de Funes, involucrándose desde su profesión con cuestiones relativas a la educación y la docencia.

A tres años de recibirse, a principios de los 80’, le golpean la puerta para ofrecerle un cargo en el E.E.M.P.A. N° 1088, Gustavo Cochet, donde comenzó con tres horas cátedra enseñando psicología y filosofía a los alumnos de cuarto y quinto año de la escuela nocturna. En ese cargo trabajó durante 31 años. “Fue una caricia para mi vida, lo mejor que me pudo haber pasado como profesional fue trabajar en ese EEMPA”, recuerda Lidia con cariño.

“Siempre tuve muy buena relación con mis alumnos, las clases eran más grupos terapéuticos que clases, todo pasaba por la conversación y la escucha. Al ser de los últimos años, las inquietudes que se planteaban eran cómo continuar luego de la escuela”, recuerda Lidia quien a partir de esas inquietudes decidió empezar con un proyecto de orientación vocacional dentro del aula. El boca en boca llegó hasta los alumnos de la escuela Nazaret, el único colegio que contaba con nivel secundario por ese entonces. Así comenzó a dar talleres de orientación vocacional a adolescentes de manera particular e individual.

En el año 1983 a Lidia le vuelven a tocar el timbre, esta vez para pedirle que atienda a una paciente, su primer trabajo como psicoanalista. Fue así como decidió destinar una de las habitaciones de su casa, sobre calle Independencia, para lo que se convirtió en el primer consultorio de psicoanálisis de Funes. Una vez más fue el boca en boca el que la convirtió en “la psicóloga del pueblo”. Por ese entonces, la psicología era vista con cierta reticencia, algunos de los pacientes que atendía iban a su consultorio en horarios insólitos, de alguna manera escapando a las miradas ajenas y curiosas. Esa imagen contrasta con la actualidad, en un país que se destaca en sus estadísticas por la cantidad de profesionales en psicología con el que cuenta. Argentina encabeza junto a Francia el ranking de analistas en relación a su población a nivel mundial.

Con una formación permanente, siempre inquieta y capacitándose, Lidia cuenta las transformaciones de la profesión a lo largo del tiempo: A fines de los años 70, las prácticas profesionales se hacían en el Centro de Salud Mental Dr. Agudo Ávila. Lidia cuenta: “Íbamos con mis compañeros en grupo, y las consultas eran un montón de estudiantes de psicología rodeando a un paciente, una persona que supuestamente estaba alterada, un `loco`. Ahora a la distancia pienso que los locos éramos nosotros. Pero eso era la formación y la idea que se tenía de la psicología en ese momento”.

En la actualidad Lidia destaca que el análisis es cada vez más un lugar donde resolver cuestiones que atraviesan a las problemáticas sociales, que afectan a todos. “Los pánicos y la depresión son hoy en día la mayoría de las consultas”, explica la psicóloga y lo relaciona con la vida que llevamos, y cómo nos vemos afectados por el entorno. El psicoanálisis es un espacio que tiene la impronta del conocimiento, de llegar a la verdad, y eso se aleja de la noción de la locura.

En su larga trayectoria como analista y como docente, Lidia encaró una tarea dentro de otras aulas, no solo en el EEMPA en que ejerció. Junto a una colega y amiga, la psicóloga Ada Negri de Rímini, organizaron 35 años atrás en la escuela Fiscal unos talleres de educación sexual. Sostuvieron esos talleres durante 14 años, trabajando con los séptimos grados, siempre ad honorem. “Fue una experiencia maravillosa” comentó Spitale, destacando lo innovador del trabajo en una escuela pública primaria, décadas atrás.

En el año 1990 Lidia junto a y a Jorge Rímini, Jorge Vázquez (esposo de Lidia), Armando Zunzenegui, Marcela Gaffuri de Angelomé, Helena Della Siega e Hilda Frickx, conformaron casi de casualidad, una comisión con la tarea de juntar firmas e iniciar gestiones para que Funes cuente con una escuela secundaria pública. Los ocho integrantes de la comisión habían sido convocados a un programa de radio para debatir sobre problemáticas educativas. Ese fue el puntapié que dio inicio a lo que hoy es la Escuela Media 398, que este año cumple 25 años.

Desde su primer edificio, en una casona ubicada por calle Sarmiento que fue alquilada por la Municipalidad, hasta contar con el edificio propio en la esquina de Candelaria y San José, Lidia junto al resto de los integrantes de la comisión, se encargaron desde cero de pintar, limpiar y arreglar las instalaciones para luego poner en funcionamiento distintos talleres una vez que la escuela estaba en funcionamiento.

Fue una tarea que requirió esfuerzo, mucho trabajo, y que hoy disfrutan también de cerca. Los mismos fundadores de la escuela son quienes organizan este año los festejos por el primer cuarto de siglo de la escuela secundaria.

Desde su consultorio particular, donde atiende las consultas de sus pacientes, Lidia sigue ejerciendo con compromiso la tarea del psicoanálisis, y sigue involucrada en la vida educativa de la ciudad.