Ave chocó contra avión y obligó a retrasar un vuelo

La noche transcurría normal en el aeropuerto internacional Islas Malvinas. Los empleados se aprestaban para recibir el vuelo 8128 de TAM Linhas Aéreas proveniente del gigante aeropuerto de Guarulhos, mole de cemento situada en las afueras de Sao Paulo. El Airbus A320 tocó suelo en horario, a los diez minutos de empezado el jueves 17 de septiembre, la semana pasada.

La aeronave “parqueó” en la plataforma, y mientras sus pasajeros comenzaban a descender, algo llamó la atención de los ojos de todos los presentes: plumas y rastros de sangre se dejaron ver en el flap de una de las alas. Evidentemente, un ave tuvo un triste final en dicha ala. Se presume que el ave fue una falsa garza y la colisión fue mientras el Airbus A320 ya había comenzado el descenso con vistas a aterrizar. 

La información es escasa y extraoficial, ya que TAM no emitió comunicados ni denunció el incidente. Se sabe, sí, que el vuelo de regreso que el avión debía llevar a cabo a partir de las 5.50 de ese mismo jueves se demoró varias horas, ya que la aeronave, a causa de este incidente, se encontraba, como se dice en la jerga aeronáutica, “no go”. Esta demora llegó a su fin cuando se determinó que el A320 estaba en condiciones aptas de volar, embarcó el pasaje y despegó con rumbo a Guarulhos.

Las técnicas para evitar este tipo de colisiones (que ocasionalmente pueden generar problemas serios) son variadas: el aeropuerto de Sauce Viejo solía contar con dos halcones ávidos de conseguir su alimento, por ejemplo. En Rosario se usa un sistema sonoro que intenta ahuyentar, mas no atentar contra la vida de estos animales. 

Ambas técnicas, como otras usadas alrededor del mundo, han probado sobrada efectividad, al punto que, de la ínfima cantidad de accidentes de este estilo, el más recordado en la memoria colectiva de los últimos años fue el del vuelo 1549 de Us Airways, en el año 2008: una aeronave similar a la del incidente de la semana pasada en Rosario tuvo una ingesta en sus motores y el piloto logró acuatizar la aeronave sana y salva en el Río Hudson, minutos después de haber despegado del aeropuerto de La Guardia en New York, sin víctimas fatales, demostrando que el aeronáutico sigue siendo el medio de transporte más seguro.