Miércoles, 25 de Septiembre 2024
Lunes, 27 de Julio del 2015

El otro Funes

<p>Referentes de dos de los barrios con mayores carencias cuentan cómo es vivir en Zona 5 y Villa Golf. </p>

Seguramente a usted, habitante de Funes, le ha sucedido que, en cualquier reunión social, al comentar que viven en el jardín de la provincia, les dicen que “en Funes tienen todos plata” o “en Funes son todos ricos”. Nada más alejado de la realidad. Funes es una ciudad de clase media que puede confundir por las majestuosas casas del barrio Liceo o por los countrys de Av. Fuerza Aérea, pero tiene sus carencias, sus necesidades y sus barrios menos conocidos. El Funes “Lado B”, si se quiere. InfoFunes habló con Mario Moreno y con Cristián Román, referentes de Villa del Sol y de Villa Golf, dos barrios que fielmente exponen este lado menos conocido de la ciudad.

En Villa Golf, cuenta Cristian, “viven un centenar de familias” y “no hay vecinal, la estamos por armar, está todo ahí, en cualquier momento se arma. Faltan ultimar algunos detalles, pero con este cambio político que se viene en diciembre quizás se arranque”. Del otro lado, Mario cuenta que en Zona 5 “hay, aproximadamente, entre seis mil y ocho mil personas, el grueso del pueblo. Somos la zona que más creció demográficamente, lo mostró el último censo” pero sí “hay una vecinal, con el nombre de Villa del Sol, que abarca desde Vélez Sarsfield hasta Vieytes, y Tucumán hasta Gral. López, es decir, toda la zona 5”.

En ambos barrios se ven trabajos sociales, tanto de grupos de la parroquia, de las diferentes iglesias evangélicas, o de la agrupación “Rucan Tu”. Ellos son los encargados de, algunas veces por semana, divertir a los chicos del barrio con juegos, con alguna merienda o con alguna charla. 

En el rubro servicios públicos es donde se ven las mayores deficiencias. Según Román, en Villa Golf: “Cloacas no hay. Gas no tenemos, nos manejamos con garrafas. Agua potable no hay, tenemos un cañito de 110 que trae el agua del otro lado de la ruta. Está engrampado en la cuneta, y cuando sube el agua de la cuneta lamentablemente se mete ahí, y esa es el agua con la que nosotros vivimos”. La iluminación, el zanjeo y los pastizales, cuidados por los vecinos también están en la columna del debe del Municipio. Las calles, en cambio, tienen un mejorado que las ubica en la del haber.

Mario cuenta que en Zona 5 el agua llega a determinados sectores pero no abarca todo el barrio, fue “todo el barrio tiene gas, pero no todos tienen conexión, algunos calientan con garrafas y algunos hasta con leña”, que para las cloacas “la mitad del barrio tiene la red domiciliaria pero falta la estación de bombeo, que estamos esperando que la adjudiquen” y que la iluminación está “dentro de todo bien”, aunque se presentan problemas en las calles dirección este-oeste.

La inseguridad y la droga son dos flagelos que no tienen excepción en estos barrios que son, al contrario de lo que muchos creen, víctimas de ellos. Cuenta Cristian que en Villa Golf “los que roban en Funes se meten en el barrio y hacen creer que son de acá, pero lo que hacen es dar la vuelta y van por el estadio de hockey hasta Rosario, y si no cruzan por la vía y se van para 7 de septiembre”, en tanto que Moreno cuenta que en Zona 5 “si hay delincuentes que viven en el barrio, lo respetan y aquí no hacen nada. Los pocos hechos que se han cometido han sido de gente que viene desde Rosario por la zona de Funes City”. Con respecto a la droga, ambos comentan que en su barrio hay consumo “normal, como en todos lados, lamentablemente”, hablan de alguna que otra “mala junta” que puede haber en los barrios, y Mario resalta que en su barrio se encontró la primera cocina de droga de la ciudad.

Román cuenta los problemas del barrio con respecto a su lejanía con el centro de la ciudad: “los pibes tienen que tomarse el colectivo en la Garita 1, bajarse en la 7 o donde vayan, caminar unas cuadras, y no todos los padres pueden acompañarlos. El otro problema es que en la Garita 1 no para el colectivo que va hasta la Immanuel Kant, para en la 2, entonces los chicos caminan o los llevan los padres hasta la 2. Se complica, porque a veces en la 1 no paran porque no hay luz, porque la dársena es muy angosta, te pasan de largo porque sí y los dejan pagando ahí a los pibes, que llegan tarde. Las ambulancias a veces no quieren venir, los GPS de los remises les dicen que es zona peligrosa, la policía te tarda media hora, cuarenta minutos”, cuenta, entre triste y enojado.

Moreno no se queda atrás y cuenta que “a partir de los reclamos de la vecinal, vienen a hacer arreglos de calles, zanjeo, pero esporádicamente, no es constante, cuando el barrio lo necesita de esta manera. La respuesta es a veces rápida, pero muy lenta la mayoría de las veces. No está bien la relación servicios-crecimiento demográfico”, declara.

Claro que no son villas de emergencia. No son los asentamientos que se ven en las grandes urbes del país. No son ni la temible Villa La Carcova de José León Suarez, en el Conurbano Bonaerense, ni se comparan con la parte más caliente de la zona sur rosarina. Son barrios que conjugan carencias de todo tipo, gente humilde trabajadora y nuevos funenses que pudieron encontrar una pequeña porción de tierra en ese barrio para cumplir el sueño del pasto verde y el mate los domingos por la tarde en el patio propio que todos esperan en Funes.