Miércoles, 25 de Septiembre 2024
Martes, 21 de Julio del 2015

El remisero que abrazó a Kempes en el 78

<p>Durante el Mundial de Fútbol de 1978, Imael Melgen fue alcanzapelotas en la cancha de Central. Y de ahí guarda un recuerdo imborrable. </p>

Foto: Vanesa Fresno-InfoFunes

“El abrazo fue interminable. Hace de cuenta que fue un mes entero, pero fueron segundos, eso no te lo olvidas, porque nunca esperé abrazar a un jugador. Cuando hace el gol fue la euforia de todo el país y yo estando ahí al lado de él, corrí 10 metros y lo abrace como loco”, cuenta Imael Melgen, un alcanza pelotas funense del Mundial de Fútbol del ‘78, sobre el abrazo que le dio a Mario Alberto Kempes en su primer gol a Polonia por la segunda fase de aquella copa del mundo. 
 
Imael llegó a Funes en tren con su familia a los 3 años de edad, hoy en día tiene 53, está felizmente casado, es padre, tiene 5 nietos y labura de remisero.  La mirada se le ilumina cuando relata historias sobre su adolescencia ligadas al trabajo y el deporte, sobre todo al futbol. De chico jugó en Central, llegó a la primera local, por aquel entonces, y eso le permitió a los 16 años tener la oportunidad de ser alcanza pelotas en siete partidos del único Mundial que se disputó en el país.
 
Para ser alcanza pelotas, te elige el club y después uno decide si ir o no, al respecto Melgen dice: “Pero como no vas a querer una cosa de esas que después nunca más en la vida la tenés, una sola vez en la vida eso se da. Todo el mundo quería ir, todos queríamos ir”. Sobre el proceso de selección narra: “Quién estaba a cargo de la federación del Mundial de acá de Rosario y de Buenos Aires, había dado la orden de 16 chicos. Después dos semanas antes del Mundial, bajaron la orden de que pidieron 12 nomás, porque no hacían falta suplentes. Se dividían, atrás de cada arco eran dos pibes, al costado de la cancha a los laterales eran cuatro”. Imael señala haber sido el noveno de esos 12 chicos que quedaban fijos para los partidos que se disputan en Rosario más el inaugural.

Uno de los recuerdos más lindos que le da aquella experiencia, es sin dudas el abrazo que le da a Kempes, en el partido contra Polonia. “Kempes sale festejando con los brazos abiertos en alto, para el rincón del córner, y ahí voy y lo abrazo, yo estaba al lado. Eso fue inolvidable. Todos me agarraban acá en Funes y me decían ‘¿cómo hiciste para hacer lo que hiciste?’. Vos sabes que no te das cuenta de lo que haces a dentro de la cancha. Fue una intuición que te da por ir a abrazar a un jugador en un partido así, con un gol así. Después de terminar el partido, ahí me di cuenta de quién era al que le había dado un abrazo. Todo el mundo me decía: ‘¡Lo abrazaste a Kempes, lo abrazaste a Kempes, yo lo quería abrazar, yo lo quería a abrazar! y justo se me dio”´.

Cuando terminaba cada partido del Mundial, Imael volvía al Club Funes a jugar al pool y al metegol, sobre esto cuenta: “No tenía plata y en el club me daban fiado, entonces comía alfajores Fantoche, pastelitos con coca, y todos ahí me abrazaban me daban besos. Venís de la cancha de un Mundial, era una felicidad terrible, era algo muy lindo. Te preguntaban todo. Qué hacía, cómo llegaste, qué no hiciste, cómo era el vestuario adentro, qué tal la cancha, y era lindo porque era toda gente de pueblo, Funes nada que ver con lo que era antes, antes éramos todo de pueblo nada más y no había gente de afuera, éramos todos de ahí. Te preguntaba la gente, y vos contabas todo. Cosas de pibe”.

“Emociona mucho. Se vivía con una locura terrible. Fue en Argentina, lo vivimos acá, cuando vos vivís algo de adentro o de cerca, es emocionante”, opina sobre lo que despertó el Mundial del ‘78. “Con mi mama vivíamos del trabajo que hacíamos de las changas por día, a veces teníamos para comer y a veces no, acá dentro de la cancha de Central tengo todo, me daban gaseosa, me daban comida en el vestuario, venían los mozos con las bandejas grandes de sándwich y gaseosa, y nos daban todo, y yo comía ahí y ponía adentro del bolso, para llevar a mi casa, sándwiches y gaseosa, llegaba con el bolso grande, lleno de cosas, y “coman”,  les decía. Yo no fui millonario nunca, vivo del laburo. Cuando lleve la coca y los sándwiches a casa, una alegría terrible tenían mis hermanos, había noches que tomamos mate cocido con pan duro y no tengo vergüenza de decirlo”, recuerda Imael, con los ojos brillosos.

Melgen, no solamente tuvo participación de alcanza pelotas, por aquel entonces, además de jugar al futbol, trabajaba al mismo tiempo en una empresa constructora, la misma que le hizo las columnas de alumbrado para la cancha de Central que se inauguraron en el Mundial. “Estás trabajando de operario, voy de alcanza pelotas al Mundial y de repente en el partido de inauguración, prenden las luces, miras y decís: “yo hice esas columnas”, recuerda orgulloso.