Vivir en Funes City

“¿Ves?”, dice Guillermo, mientras se ubica entre las malezas de lo que debería ser un espacio verde en el barrio Funes City. “Tienen mi altura, y esto debería ser un espacio verde. Ni siquiera una plaza, un terreno con el pasto cortado”. Quien habla es Guillermo Baetke, vive con su hijo en el barrio abierto ubicado detrás de Villa Elvira, loteado y vendido hace algunos años por Gilli Inmobiliaria y hoy, según dicen los vecinos, aislado por la Municipalidad.

Baetke habla por estos vecinos, y explica, en pocas palabras, el reclamo. “No pedimos más que lo que se paga. No pedimos cosas extraordinarias. Quise vivir siempre en Funes porque me encanta, porque entendía que tenía aceptación y respuestas. No pretendo la perfección, me gusta la naturaleza, si un día tengo los pastos altos los corto yo. Pero nos cobran los impuestos por servicios que no nos brindan”, explica.

El tránsito y el estado de las calles es una de las principales quejas de los vecinos. “Hoy lo que más brega la gente es la falta de control. Yo estoy atrás de todo, en Colonos de Funes y Pedro Lino Funes. Ahí hay una calle, y atrás de esa calle, que hay un campo, pasan los camiones contenedores de basura y rompieron todas las calles. Antes iban por Tucumán, como Tucumán está completamente descuidada y no hay control, todos los camiones que entran con volquetes, con hierros, pasan por ahí. Rompieron Mitre, están rompiendo Pedro Lino Funes. Nadie controla eso. Esas calles son para el barrio”. Calles que ya, de por sí, no están en muy buen estado. “El tema del polvo es infernal, y se resuelve con un riego, nada más. Le pedimos a la intendente que arregle las calles. No que asfalte, pero que tire piedras, adoquines. La avenida principal del barrio está destruida”, cuenta Guillermo resignado.

También, la maleza en las zanjas y los espacios verdes parecen ser otro de los ítems dejados de lado. Los pastos de las zanjas y de los supuestos espacios verdes del barrio crecen hasta alcanzar una estatura humana, como se puede apreciar en la foto que ilustra esta nota. “Yo compré un lote casi en el final, en donde en frente tendría que haber un espacio verde; hay un montículo de tierra, con maleza de dos, tres metros. Ya maté un par de víboras yarará que se metieron en mi casa a causa de esto”, cuenta.

La recolección de residuos sí es un servicio que se presta en el barrio, aunque deficiente. Guillermo acusa tener que caminar tres cuadras para tirar su basura en un contenedor rebalsado, con todo lo que eso conlleva en los días de lluvia, no solo por las seis cuadras de caminata bajo la lluvia, sobre el barro, sino también por los estragos que puede hacer el agua (o el calor) en la basura al aire libre.

También hay cosas positivas: Baetke nombra al alumbrado público como una de las cosas que sí funcionan, junto al patrullaje policial y de la COE. Según él, esos dos servicios, más la obra del desagote pluvial, funcionan a la perfección, al punto que, en las últimas inundaciones, el barrio no se vio afectado en ninguna parte de su extensión.

“Es una linda oportunidad para que se den cuenta y dejen de rechazar nuestro barrio. Va a traer más movimiento al pueblo, va a ayudar a la economía del pueblo. Imaginate que yo no compro en Rosario, yo voy siempre a Funes. Y la gente que se va a venir a vivir va a hacer lo mismo. Tendría que tener, el municipio, un pensamiento más globalizado y menos retrógrado”, explica Guillermo, enamorado de la ciudad.

Baetke cierra con un pedido a las autoridades. “Tendrían que hermanarse un poco con nosotros, entendernos, no se está pidiendo nada del otro mundo, estamos pidiendo que mantengan las calles, que corten el pasto, que haya recolección de residuos. Pedimos que se haga lo que pagamos, nada extraordinario, una cuestión de voluntad y derivar los fondos que corresponden a Funes City, incluirnos en el pueblo”.