Miércoles, 08 de Mayo 2024
Martes, 17 de Febrero del 2015

Un funense de misión a Angola

<p>Agustín Stojacovich viajará a principios de marzo al sur de África, como  voluntario y misionero de la Congregación Salesiana. Una experiencia trascendental que le llega a sus jóvenes 23 años.</p>

Foto: Vanesa Fresno-InfoFunes

Agustín Stojacovich tiene 23 años, es funense y en unas semanas piensa recibirse de comunicador social. Es colaborador de InfoFunes, donde publicó varias notas. Pero esta vez, le toca a él ser el protagonista de esta crónica. Porque a principios de marzo, partirá rumbo a Angola, en el sur de África, como voluntario y misionero de la Congregación Salesiana. Su misión se extenderá por aproximadamente un año, en el que apuesta a aportar desde lo educativo “dando o ayudando a armar clases, educando a través del deporte y también desde lo pastoral, acompañando y formando parte de grupos juveniles”. 

Es ex alumno del colegio María Auxiliadora, al que siempre sintió como su “segunda casa”. Trabajó con la Parroquia Nuestra Señora del Carmen acompañando a grupos de adolescentes y formó parte del grupo misionero con el que viajó cuatro veces de misión a Formosa. En la obra salesiana, hace poco más de tres años que es animador del movimiento mallinista, que tiene como lema “ser sonrisa siempre”. “Desde esa condición intento vivir, junto a los grupos que acompañamos que son chicos y chicas de entre 12 y 16 años”.  A días de su trascendental viaje, y con varios trámites todavía por delante, Agustín le contó a InfoFunes los detalles del viaje y sus sensaciones antes de cruzar el océano rumbo al Continente Negro.

 -¿Cuándo tomaste la decisión de viajar a África y por qué?
-La idea de ir a África ya me viene siguiendo hace rato, desde la secundaria cuando escuchaba algún testimonio de misioneros que habían estado allí y contaban de la alegría, pese a todo, de la gente, del sentido de comunidad, de pertenencia. Hacia 2011 lo empecé a laburar con más profundidad, haciéndome acompañar con un guía espiritual, yendo a encuentros de profundización de la vocación misionera y voluntaria. Fue el año pasado cuando tomé la decisión de que al principio de éste, después de recibirme de comunicador social, partiría y en eso estoy. Siento que es un momento especial porque considero que he trabajado mucho en mi lugar y que es tiempo de ir lejos, de partir, aunque sea por un tiempo.
 -¿Qué opina tu familia de semejante viaje?
Mi familia me apoyó, desde el primer momento. Por supuesto que la distancia no siempre es fácil pero si mi sueño, mi misión es ir este año para allá, debo ir total y completo, con todo mi corazón, desprendido y misionero. Por lo que pude hablar con otras personas que han partido, el mío es un caso bastante óptimo en ese aspecto. Siempre, me cuentan, que hay algún familiar que no apoya, que no entiende y eso si bien no te va a frenar en tu llamado, te debilita de alguna manera un poco. Afortunadamente, tengo el apoyo de mi familia y eso estimula, permite que uno esté más metido en la experiencia. Me siento motivado, porque sé que cuento con el apoyo de los que quiero.
 -¿Qué esperás encontrarte allí, qué expectativas tenés?
-Suelo decir que no voy con expectativas. Eso, más que una realidad, es un deseo. Deseo no tener expectativas. Pero las termino forjando igual, me es medio imposible. Lo que quiero es conocer la cultura del lugar y para eso, no hay alternativa a compartir con su gente: sus luchas, sus búsquedas, sus miserias.
 -¿Conocés algo previamente del lugar dónde vas?
-Aún no sé con precisión la ciudad a la que voy a ir. Por lo que pude charlar con varias familias o voluntarios que han ido, las obras salesianas siempre están insertas en lugares periféricos y funcionan no sólo como escuelas, parroquias o cuestiones más estructuradas, sino que funcionan como lugares de encuentro de la juventud donde a través del deporte y el juego buscan integrarse, conocerse y alejarse de realidades que los tienen como principales víctimas. Y para eso se intenta compartir desde el carisma de Don Bosco que es justamente el festivo, el de un lugar al que se va para sentirse escuchado, amado y atendido pero, sobre todo, donde se le enseña al pibe, a la piba sobre su responsabilidad en la vida. Para eso la imagen de un Dios que anima, que es misericordioso y que nos quiere llevar a la plenitud es fundamental. Pero esto siempre lo remarco: Dios nos dio la vida, nosotros la administramos. Somos responsable, artífices del destino. Nadie puede hacer el trabajo de discernimiento, de profundización y de concreción de su sentido en esta vida por nosotros. Claro que en Dios todo lo podemos, pero hay que poner demasiado de nosotros.
 -¿Tenés algún miedo?
-No tengo demasiados miedos. Con respecto a lo externo a mí, para nada. Es decir: las enfermedades, los lugares o todas esas cuestiones que pueden etiquetarse como (en base a un prejuicio) “peligrosas”, no me generan demasiado temor. Por otra parte, antes tenía miedo de no poder aportar mucho o saberme inútil en alguna cosa. Pero un curita me ayudó con el pensamiento de que quien va dispuesto a mejorarse, humilde y disponible, aporta mucho más que cualquier “genio” que no sepa vivir en comunidad, trabajar en equipo o ponerse en situación de aprendizaje. No podemos dar lo que no tenemos. Lo que tenemos es poco pero con ese poco se puede hacer mucho.


Misa
La misa de envío de Agustín será en la Capilla Sagrado Corazón (del Colegio María Auxiliadora, en calle Buenos Aires 1222) el día viernes 27 de febrero, a las 20.