Lunes, 23 de Septiembre 2024
Viernes, 19 de Julio del 2013

El trabajo de ser grandes amigos

Rubén, Alberto, José María, Edgardo y Manuel comparten el ámbito laboral en la Municipalidad de Funes y, a la vez, una inquebrantable amistad desde hace más de veinticinco años. Anécdotas, viajes, apuestas y asados forman parte de una unión que va más allá de las horas de trabajo compartido. Un homenaje de InfoFunes a los amigos en su día.

"Eso de ir al potrero a jugar al fútbol cuando teníamos diez años queda grabado en nuestra memoria". Parece el inicio de un cuento de Sacheri, pero no. Quien dice eso es Rubén Fornero cuando el cronista le pregunta cuál es el motivo de la larga e intensa amistad que lo une a Alberto Reisenauer, José María Matieto, Edgardo Nesci y Manuel Vildoza.

Este grupo de trabajadores municipales distribuidos en las áreas de obras particulares, catastro y comercio lleva más de veinticinco años compartiendo amistad, empleo y viajes grupales, y a pesar de verse las caras todos los días, dicen, jamás se ha resquebrajado la relación.

"Yo tengo 46 años y estos individuos desde que nací que me están conociendo. Me he criado junto a ellos y conozco todos los dimes y diretes desde la infancia. Fueron mis educadores también, porque más allá de la amistad cuando ingrese a la Municipalidad ellos me enseñaron la parte laboral", dice José María. "Vos sos amigo y lo tomás al otro tal cual como es, con cualquier defecto. Lo querés como es", agrega Rubén.

"Es medio especial, porque desde un trabajo por ahí no se da mucho el tema de la amistad, pero acá como somos de pueblo hay otro tipo de relación. Se ven otros trabajos, por ahí en ciudades más grandes, donde la relación laboral es fría, termina ahí. Acá nunca hemos tenido ningún tipo de inconveniente, que no es fácil en un trabajo. Por ahí al ser varones cero problemas…", dice José María, despertando la cara de reprobación de la fotógrafa de InfoFunes.

"Con José es diferente porque casi podría decirse que nació en mi casa, cuando él nace sus papas vivían al lado de mi casa y se crió en mi casa, así que se remonta a aquel tiempo", cuenta Rubén. "Al año 66… ¡Que viejos que estamos!", remata José María.

Rubén es padrino de confirmación de José María ("le llevo como diez años ¡Aunque hoy está más arruinado que yo!", dice entre risas) y José María, a la vez, es padrino de confirmación del hijo de Rubén. Como es natural en un lazo de ese tipo, hay muchas historias. Como aquella vez que Rubén le estaba enseñando a manejar a José María, aún menor de edad, y fueron sorprendidos por Figueroa, el único inspector de tránsito del pueblo. "Le pegó un reto a Rubén como si no lo conociera. Nosotros le hicimos caso…. cinco minutos nomás, después seguimos manejando", recuerda José María.

El fútbol que jugaban de pibes hace rato que lo dejaron de lado. Pero desde hace veinte años, aparte de compartir el horario laboral, las apuestas por Central y Boca (los clubes de los que son hinchas) y los asados, también comparten los viajes. "Hemos ido dos veces a Mendoza, tres a Salta, Tucumán, Cataratas, Córdoba…", dice Alberto cuando la charlatanería de José María se toma un breve respiro. "Estamos preparando un viaje en agosto para ir al cerro Áspero. Y esas son cuestiones internas nuestras que siempre las vamos a seguir haciendo, hasta que podamos caminar", dice José María, que enseguida se repone, como una declaración de principios.

-¿Y sus mujeres que dicen de todo esto? -quiso saber el cronista.
"Ya lo tienen asumido", respondió Alberto. "Están contentas porque nos tienen cuatro días fuera de casa… la pasan bárbaro", dice José María.