Amor igualitario
Luciano Gobbo y Maximiliano Mattarucco fueron el primer matrimonio igualitario de Funes, tras la sanción de la Ley en 2010. A casi tres años, recuerdan los momentos previos al casamiento, cómo tomaron la decisión, y los apoyos y rechazos que cosecharon en sus entornos cuando la comunicaron.
"¡Noo!", dicen al unísono cuando se les pregunta si están arrepentidos de haberse casado. Se trata de Luciano Gobbo y Maximiliano Mattarucco, la primer pareja homosexual en casarse en el Registro Civil de Funes. Ellos fueron una de las 2.697 parejas que durante el primer año de aprobada la Ley de Matrimonio Igualitario decidieron hacer uso de ese largamente postergado derecho básico. "Se aprobó la ley y al otro día fui a averiguar fechas para ver si nos podíamos casar", cuenta Maximiliano entre risas.
Fueron largos años de lucha esquiva para las agrupaciones que defienden los derechos del colectivo LGTB (Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales), hasta que aquella histórica jornada de julio del año 2010 el Senado de la Nación terminó de aprobar la ley que transformó a la Argentina en el primer país latinoamericano en permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Algunas cosas tuvieron que haber cambiado en la última década y media para que se haya desembocado en la sanción de tan anhelada ley, imposible de imaginar algunos años atrás frente al poder de la Iglesia y una mentalidad predominante de corte conservador. "Es todo más libre ahora, está como todo más destapado. Antes nadie se tenía que enterar que eras gay. Ahora bueno, te enteraste o te dije, si te gustó te gustó y si no, no importa. Corta", dice Luciano.
A pesar de este considerable avance en la garantización de derechos de las minorías sexuales, la inclusión y la aceptación aun no son plenas, aunque si crecientes. Muchos conocidos de Luciano y Maximiliano se enteraron de que ellos eran gais en los días previos y en los inmediatamente posteriores al casamiento, la reacción de estas personas ante la noticia es una clara muestra del estado de la cuestión en la sociedad.
"Yo estaba trabajando en Rosario y tuve problemas en el laburo. Cuando pedí la licencia por matrimonio en la oficina de recursos humanos pregunté si estaban al tanto de las leyes nuevas que había y me dijeron: <<Ni que te fueses a casar con un tipo>>. Si, les digo. Se quedaron medio duros. Y al otro día se enteró toda la sucursal donde laburaba, y hubo un poco de bardeo. Cosas escritas, Luciano puto… Después yo pedí un cambio de sucursal y me la negaron. Hubo un par de situaciones medio incómodas. Desde los superiores hasta los empleados rasos. El que me saludaba me dejó de saludar. No me querían dar el cambio de sucursal, después me mandaron a hacer tareas que no tenía que hacer, justo en el año que me caso mi vieja fallece, se juntaron un par de cosas, estuve de licencia y después me sacaron la licencia… fue un despido indirecto", cuenta Luciano con amargor en la boca. No es para menos, se quedó sin trabajo por ser gay.
-¿Y que pensás cuando ves esas reacciones de la gente?
-Te molesta. Te hacen sentir raro. Yo creo que uno puede pensar lo que quiera sin ofender al otro, creo que no hay necesidad de agredir. Si no te gusta que alguien que labura con vos se case con otro loco, listo, opínalo pero no ofendas.
Todo lo contrario le sucedió a Maximiliano. "Mis compañeras, al igual que mis superiores, todos lo aceptaron, se pusieron re contentos. Me preguntaban por qué no había dicho nada, y esto y lo otro. Muy distinta fue la reacción. Con decirte que a la fiesta de 150 personas, 100 eran de mi trabajo", cuenta con alegría.
La aceptación y el rechazo conviven en el etos de la sociedad. Algunos no terminan de entender bien de que se trata. En la previa del casamiento, un compañero de trabajo le preguntó a Luciano si alguno de los dos se iba a poner vestido de novia. "¿Por qué si somos dos hombres? De última si fuese travesti vaya y pase, pero no da, viste. Tampoco ridiculizar", dice Luciano entre risas.
"Claro, porque la gente piensa: son dos hombres, ¿pero quién hace de mujer? No, no hay roles de hombre y de mujer. No hay que hacer de mujer, somos dos hombres. Alguien tiene que ser mujer, alguien tiene que ser mujer…", complementa Maximiliano.
En la práctica
"Nosotros va hacer nueve años que estamos juntos, y siempre dijimos que si algún día nos podíamos casar nos íbamos a casar, y bueno, salió y dijimos: nos casamos. -Cuenta Luciano-. Lo que cambió es que tenés un papel que dice que estás casado, y eso no te hace más feliz ni menos feliz, es un papel".
Pero claro, ese papel que ni mejora ni empeora una relación de pareja sí otorga una serie de previsibilidades y tranquilidades. "A nosotros nos asegura que el día de mañana si uno de los dos falta el otro está protegido legalmente. Porque ha pasado que alguna de las personas ha fallecido y la familia le sacó todo a la otra, habían compartido toda una vida juntas y la otra persona quedó en banda. Más que nada la ley sirve para eso, para que no quede desamparada la otra parte de la pareja", dice Maximiliano.
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