Jueves, 25 de Abril 2024
Lunes, 10 de Diciembre del 2012

Cosa de mujeres

Cuando hace 17 años el Club San Telmo estuvo al borde de la quiebra, una comisión directiva integrada casi totalmente por pujantes mujeres y encabezada por Juana Echaniz sacó a la entidad del pozo. Hoy, en medio de un recambio generacional, Débora Edreira asumió como nueva presidenta con numerosos proyectos y sueños.

Hace 17 años, mientras promediaba la década del 90, la cosa se puso fea en el Club San Telmo. Un turbio arreglo entre las autoridades del club y un privado permitió que se le prestara el nombre a un bingo que funcionaba en Rosario. La Provincia lo cerró y, debido a las deudas que acarreó el proceso judicial, el club quedó listo para ser rematado.

El Presidente que había llevado al club al desastre estuvo rápido para escapar. Se conformó una comisión de urgencia con la particularidad de que todos los integrantes menos el síndico eran mujeres. A la cabeza del club quedó Juanita Echaniz.

A fuerza de voluntad, organizando evento tras evento, y no sin problemas, este grupo de mujeres que se mantuvo casi sin modificaciones durante 17 años fue pagando de a poco la pesada mochila de la deuda. En el año 2010, se pagó la última cuota de los casi 120 mil dólares a los que ascendió la deuda. Recién ahí San Telmo pudo sacar la nariz afuera del agua.

La semana pasada, tras casi dos décadas al frente del club, Juanita le traspasó formalmente la máxima responsabilidad a Débora Edreira, una mujer de 41 años, del riñón del club, hija de una de las mujeres que conformaron la histórica comisión femenina. Tras Juanita, pasaron a retiro el resto de la comisión, agotados por los 17 años de duro trabajo. Un recambio generacional.

La tradición de mujeres de los últimos años parece haber quedado rezagada. "Quedamos pocas mujeres, somos cuatro", dice la actual presidenta, que viene de una larga costumbre de involucramiento en el club: su abuelo fue presidente, su papá y su tío colaboraron en la construcción de la pileta y su mamá fue vice presidenta hasta hace unos días.

"Ahora venimos la segunda generación, los hijos de. La verdad que podrían haber estado dos más hijos de, pero lamentablemente fallecieron", cuenta triste Débora en el living de su casa. En la cocina, mientras mira futbol, su marido, Diego Scoppa, técnico de la primera división, arma los conjuntos para el decisivo choque que disputarán al día siguiente: se juegan contra ADIUR la posibilidad de hacer historia en el torneo de la Asociación Rosarina.

En lo inmediato la actual comisión tiene entre ceja y ceja abrir la pileta. Para poder hacerlo se deben arreglar bomba, filtros y los techos de los vestuarios. Para ello están esperando concretar una ayuda por parte de la Municipalidad.

Elevando un poco la vista, la nueva Comisión ya está pensando en realizar una campaña de socios que permita duplicar la actual cantidad de asociados, unos mil. "Con una campaña en donde por cada chico que hace un deporte se haga socio uno de los padres, yo creo que lo duplicamos", dice Débora entusiasmada. Con más socios esperan poder aliviar la situación económica, ya que los actuales $25 mensuales que cuesta la cuota no alcanzan para hacer demasiado. Las cosas se mantienen gracias al trabajo ad honorem de directivos, miembros de las Sub-Comisiones, y profesores. 

La jornada laboral de Débora termina a las siete de la tarde. Ahí empieza su jornada para el club. Como hace para dividir el tiempo entre esas responsabilidades además de ser madre, ni ella lo sabe. Lo que si sabe es que con su esposo, ambos son enfermos por San Telmo. "Si no fuese por él sería imposible. Porque estamos los dos, y el día que uno de los dos no pueda estar sería imposible", cuenta. 

Muchos son los desafíos que el Club Atlético San Telmo tiene por delante. De lo que no quedan dudas es que con el temple y la dedicación de las mujeres que rigen y rigieron la vida institucional del club el éxito está garantizado.