Ley de Etiquetado Frontal de alimentos: ¿Por qué es tan importante?
La nutricionista Analía Rodríguez trabaja en Funes y nos ayuda a comprender la importancia de esta ley en la alimentación cotidiana de nuestras familias
Mientras se espera que las principales fuerzas políticas con representación en la Cámara de Diputados aflojen la confrontación y consigan algunos acuerdos de funcionamiento, el proyecto de ley de Etiquetado Frontal se hace desear, entre el apoyo de las organizaciones y profesionales que impulsan la alimentación saludable y el lobby de las corporaciones alimenticias.
En medio de la espera, fuimos a buscar a una licenciada en Nutrición funense para que nos ayude a entender la importancia del proyecto en cuestión. Esta fue la charla que tuvimos con la nutricionista Analia Rodríguez.
-¿Por qué te parece que es tan importante que estén los rótulos claros en los envases?
-Porque es parte del derecho que tenemos como consumidores a saber qué es lo que estamos comiendo. El Estado tiene la obligación de garantizar nuestro derecho a conocer la información de los productos que estamos comiendo.
Hoy la industria alimentaria incorpora en los productos que elabora una enorme cantidad de sustancias no nutritivas que distan muchísimo de ser necesarias para nuestro organismo. Esas sustancias son químicos que funcionan para crear sabor, como emulsionantes, para aportar color, textura, para que un producto extienda su vida útil en la góndola. Y por si esto fuera poco, excesos de calorías que sobrepasan las necesidades calóricas para la media de la población que trabajamos sentados 8 horas diarias. Estas sustancias además estimulan el centro del apetito para generar esa dependencia de placer que dan los sabores exacerbados no naturales de los alimentos ultraprocesados.
El detalle de la gravedad de estas sustancias, mas allá de su contenido hipercalórico, es la cantidad de azúcar agregada, bajo un montón de formas procesamientos (como el famoso JMAF, jarabe de maíz de alta fructosa, que endulza 70 veces más que el azúcar común). El cuerpo, al no poder procesar toda esa gran cantidad, sobresatura su capacidad de recibir y almacenar y esa saturación a larga desencadena la gran epidemia que hoy padecemos de diabetes en niños, adolescentes y adultos, o lo que es el paso previo a la diabetes, la insulinoresistencia.
-¿Pensás que si se aprueba esta ley va a generar cambios en las pautas de consumo de la gente?
-Sí, claro que si, el ejemplo de los países vecinos es bien claro, hubo una gran reducción del consumo de azúcares y calorías totales a partir de la implementación tanto en Chile como en Perú, México y Uruguay, de sus leyes de etiquetado los números son bien evidentes.
En argentina solo el 13% de las personas lee y entiende las etiquetas de los productos y los más afectados o los que en definitiva son el foco de atracción son los niños que miran las publicidades y piden a sus padres el paquetito estrella que sale comiendo el dibujito del momento y le da fuerza y le da energía, y esas cajitas que nos prometen la felicidad contenida en un sabor (momentos felices dice la m color rojo). Esto pienso que es gravísimo. ¿Entonces como no regular eso?
-¿Cuáles son los principales alimentos que la gente consume pensando que son “sanos” y en verdad son todo lo contrario?
-La lista es enorme, pero por nombrar los más conocidos: Activia, Actimel, leches reforzadas con calcio, con hierro, yogur Calciplus, galletitas con avena, Chocoarroz, turrón de maní, juguitos de frutas para niños, y lo que es peor, para bebes que recién arrancan a incorporar sus primeros alimentos. Esto es gravísimo. Cereales de desayunos, estos abundan y prometen tener toda la energía que necesitas para estar fuerte, cuando lo único que producen es ese pico de azúcar después de ingerirlos que lejos esta de darte energía.
-¿Querés hacer alguna reflexión final?
-Pienso que esta ley es super necesaria. No podemos seguir sin un regulado de lo que la industria alimentaria nos vende. Nos marca que comer. Nos impone porque son “las marcas de toda la vida” y para muchos eso es una garantía. El consumidor debe poder elegir lo que es más sano para él y su familia.
Estamos en una época en la que lo rápido y fácil parece la mejor opción, donde ganar tiempo comprando todo hecho es la regla. Pero en ese tiempo que ganamos estamos perdiendo la calidad de lo que podemos estar llevándonos a la boca. Creo que insistir en volver a cocinar en casa y elegir mejores alimentos es la manera de revertir muchas comorbilidades asociadas a la nutrición y la alimentación.
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