Miércoles, 24 de Abril 2024
Miércoles, 13 de Abril del 2022

Leudó con éxito: Amasaban para “sobrellevar la cuarentena” y convirtieron sus panificados veganos en sustento

Una pareja transformó la moda de la masa madre en un verdadero negocio con filosofía naturista. Crecieron desde la pandemia a puro delivery, sumaron puntos de distribución y ya alistan su primer local.

Hace exactamente dos años Lucas y Barby se encontraban como el mundo: en una situación de incertidumbre que afectaba en distintos planos, entre ellos el económico. Amasar madre comenzaba a resonar como el hobbie de moda y eso a ellos ya le salía muy bien. Ya cuidaban a conciencia su propia alimentación, ya tenían idea de cómo y por qué un fermento natural modifica y mejora un producto comestible. 

Lo que no sabían era que el gusto por amasar con harinas orgánicas pasaría de ser un gusto que se daban en pareja, a una buena forma de “sobrellevar la cuarentena” sin trabajo, hasta convertirse en dos años en un negocio exitoso con distribución propia, puntos de venta y local propio con cocina a la vista que inauguran en breve.

El Temple alimentos nació así de la mano de una pareja joven con objetivos claros como sus valores: llevar el veganismo, la agroecología y la fermentación natural a la mesa de todos, más allá de su estilo de alimentación. “La idea nuestra es llegar a todo público, justamente llevar un producto tradicional como una factura o un pan pero en una presentación con estos requisitos”, explica Lucas y cuenta que muchos de sus clientes que comenzaron encargando por pedido previo sus panificados vienen ahora a los locales de Funes y Rosario donde distribuyen o hasta tienen el hábito ya de buscar las facturas veganas de El Temple cada domingo al desayuno.

Pan, facturas y panes de molde. La producción de El Temple fue creciendo con cada pedido. Están alistando un local en Funes City para poder brindar allí una atención completísima, con cocina a la vista: “Ahora que vamos a tener la posibilidad de producción diaria vamos a sumar más productos y tenemos siempre ganas de jugar, queremos experimentar nuevas cosas”, promete Barby.

Tienen 29 y 30 años y ya pasaron uno estar sin trabajo de prepo y la otra apostar dejar el que tenía para dedicarse a su propio emprendimiento. “Logramos vivir de esto”, cuenta con orgullo Lucas y emociona. Hace dos años amasaba con incertidumbre en las manos, hoy los panificados fermentan con proyectos que alcanzan paso a paso, con El Temple que requiere la resilencia.

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