Las peores epidemias no son biológicas, sino morales
Las fuerzas de seguridad, los profesionales de la salud, instituciones y quienes proveen a la población los insumos básicos, han sabido estar a la altura de las circunstancias.
Desde que se decidió el decreto nacional del aislamiento obligatorio y luego se anunció su extensión por doce días más, hasta estos días, cada actor ha cumplido con lo que se esperaba de él. Algo que no se ve mucho por estos lares. De hecho, hasta se desconfía y descree a diario del trabajo de los mencionados, si hay que contextualizar.
En las situaciones de crisis sale a luz lo peor y lo mejor de cada sociedad: insolidaridad, egoísmo, inmadurez, irracionalidad. Pero también emerge en algunos la solidaridad, el compromiso, la empatía. Siempre hay justos que sacrifican su bienestar para cuidar a los demás.
Por naturaleza sabemos que la enfermedad siempre está ahí, pero en general, pensamos que les concierne a otros. Ahora es asunto de todos. El aislamiento social, preventivo y obligatorio decretado como consecuencia de la pandemia, nos recuerda la importancia del otro y del contacto físico en nuestras vidas. Las personas necesitan sentir al otro, palpar su cercanía.
Acostumbrados a una cultura donde todo es motivo de encuentro, el aislamiento también supone uno de los principales desafíos a los que se ha enfrentado la sociedad del siglo XXI. Hasta ahora, el encierro representaba un mecanismo de defensa o resguardo, pero cuando son forzados y se sostienen en el tiempo, pueden producir resistencia (incumplimiento) y/o producir algún tipo de sintomatología emocional y corporal.
Sobre esto se pronunciaron las psicólogas funenses María Alejandra González Casella y Clarisa Quinteros: “Es natural que aún sin razones aparentes (casa y comida asegurada), nos invada la ansiedad ante lo impredecible y desconocido de la situación, en la que todo cambia día a día”.
“La incertidumbre es la que genera ansiedad y hace que nos alteremos en ocasiones, uno puede tener estabilidad individual, por ahora, pero se vislumbra una inestabilidad a nivel mundial. Además, no debemos olvidar que se nos ha transmitido a través de nuestra educación la libertad como un bien supremo, y muchas personas entienden el aislamiento social como una pérdida de libertad, en lugar de pensarlo como una posibilidad de cuidarnos”.
Por su parte, la socióloga Julia Marchetti, reflexionó: “Desde una perspectiva sociológica, observamos que hubo una interrupción de nuestra vida cotidiana. Es decir, un grupo social que en sus costumbres y rutinas incluye salidas, encuentros, trabajos, etc. Es esperable que ocurra un fenómeno de anomia, esto es, un hecho social en el que se desfiguran los marcos que nos contienen. Nos quebramos, porque hay un quiebre, una desestabilización”.
En tiempo de crisis, el correcto o incorrecto manejo político que lleven adelante quienes están en el gobierno será clave no sólo para su imagen sino para las consecuencias. “Es importante un Estado presente, un Estado interventor, y esto es coincidente con los reconocimientos que están teniendo las medidas de Argentina en el mundo. También, es interesante, porque se está poniendo en juego el reconocimiento político”, reflexiona Julia.
“Es necesario seguir una línea de información clara y precisa para la población, un modo de llegar a todo el pueblo, para contener la incertidumbre general. Un mensaje contundente y con contenido específico”, opinan las psicólogas.
Por estos días, son muchas cosas las que están en juego y latentes en la cabeza de cada persona: lo social, lo económico, lo emocional, lo físico. Es un desafío mantener la calma y, al respecto, las especialistas coindicen varios puntos: “Lo importante es mantener un equilibrio emocional para uno y para quienes nos rodean, pero es necesario permitirse sentir las distintas emociones que surjan y no autoexigirse a estar siempre bien y tranquilo. La salud está en la flexibilidad emocional”.
“Debemos darnos la oportunidad de no pensar esta situación como un “encierro” que pareciera tener una connotación negativa de por sí, sino como la posibilidad de cuidarnos y de cuidar a nuestros seres queridos y a la sociedad en general, priorizando por sobre todas las cosas el valor de la vida”.
Julia, que además de socióloga es terapeuta holística, reflexiona: “Tenemos a nuestro favor el ser una sociedad medidada por redes sociales, y el recurso de internet, que hoy nos permite conectarnos a pesar del aislamiento. Es valorable, como surgieron un montón de iniciativas solidarias en torno al acompañamiento del aislamiento”.
“Otra herramienta muy efectiva desde la Programación Neurolingüística es dejar de nombrar el Coronavirus, y simplemente decir COVID-19. Invito a que hagan el ejercicio de nombrar en voz alta Corona Virus y percibir tu sensación corporal. Luego, menciona COVID-19. Sentirás otro registro en tu cuerpo, inmediatamente”, invita la socióloga.
Las redes sociales y el uso del celular y las pantallas, tantas veces criticado, hoy ocupan un rol fundamental para transitar mejor este proceso y acercarnos al otro. Alejandra y Clarisa no se demoran en analizar esto: “Claramente estamos frente a un cambio de paradigma. Durante años hemos demonizado el uso de tecnología sobre todo en el caso de niños y adolescentes y hoy nos encontramos con que la tecnología es la herramienta que nos permite conectarnos con el afuera, ayudar, compartir lo que nos pasa, enterarnos de lo que sucede, pero por sobre todas las cosas sentirnos acompañados”.
Y profundizan al respecto: “El celular y demás dispositivos son herramientas para mantenernos conectados, es un buen momento para recordar el origen de las Redes Sociales, son eso, redes para mantenernos conectados y en “contacto virtual”, en este tiempo en dónde el contacto personal lo experimentamos como amenazante a la salud”.
“Pero pensemos ahora cuantas veces hemos estado en una reunión de amigos o familia y todos estaban con el celular en las manos, más pendientes de lo que pasaba en otro lado que en donde estábamos presentes. Es un buen momento para replantearnos la calidad y la calidez de los encuentros”.
Otro de los “cambios de paradigma” que a simple vista podemos observar, que nos viene dejando la pandemia es, indudablemente, la reivindicación al menos a nivel nacional, de la imagen que se tenía a nivel colectivo de: fuerzas de seguridad, profesionales de la salud y hasta gobernantes.
Desde su mirada sociológica Julia analiza: “Esto se ve notoriamente trastocado y en proceso de transformación. También puede ser una oportunidad de valorar, y visibilizar a los trabajadores de la salud, de la educación. Y la polarización social que hay en relación al reconocimiento de los mismos. Está habiendo una importante transformación en el Imaginario Social”.
Se suman en esa línea Clarisa y Alejandra: “Posiblemente este sea otro de los cambios de paradigmas que se nos presentarán a partir de esta situación la revalorización del personal de salud o de seguridad. Quienes piensan en los posibles escenarios futuros prevén un viraje a la revalorización de los sistemas de salud”. “Tal vez sea la oportunidad de restablecer la percepción del rol de los profesionales de la salud y seguridad, otorgándoles el verdadero valor social”.
Finalmente, algo que genera a diario debates y a quien respeta de manera consiente el aislamiento le cuesta entender, es el por qué hay un “otro” que no lo cumple, un “rebelde”, sobre esto, las psicólogas sostienen que “el incumplimiento de la cuarentena en dónde ya estamos todos al tanto de la situación es un acto de desconsideración y falta de empatía. A lo mejor a mí en lo personal no me pase nada, pero a mi mamá, papá, abuelos, hijos, pareja, puede afectarles un acto irresponsable de mi parte, la repercusión colectiva de un acto individual es crucial”.
Y reflexionan: “Esta crisis sanitaria, nos ha traído múltiples problemas y también nos brinda una oportunidad única de conectarnos como sociedad, unida en un bien común, en donde la colaboración y cooperación nos encontrará construyendo una sociedad más saludable para todos los habitantes de este planeta”.
Habrá, en la posteridad, muchas enseñanzas que extraer de esto que sucede por estos días en el mundo. Resta esperar para ver si el ser humano va a estar a la altura o dejará pasar la oportunidad de cambio.
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