Sábado, 28 de Diciembre 2024
Jueves, 10 de Septiembre del 2020

La inmensa tarea de hablar de adopciones: romper mitos para forjar familias

Betiana Guerrini es una ciudadana funense que “milita” -en el mejor sentido de la palabra- la adopción desde hace más de una década, bastante tiempo antes de que ella misma adopte a sus hijos.

“La adopción no es para todo el mundo pero todo el mundo debe saber de adopción, porque la adopción existe en todo el mundo”. La frase salió de la boca de la reconocida psicóloga rosarina Miriam Tomino que es referente en materia de adopciones. Fue convirtiéndose de a poco en bandera entre quienes integran el Servicio de Apoyo a la Adopción Rosario (SAAR), una ONG en formación de la que participan psicólogos, abogados y padres adoptivos que se dedican voluntariamente acompañar a otras personas y familias que deciden adoptar. “El desconocimiento es tan grande cuando uno comienza a atravesar este camino que sentí que era necesario al menos contar nuestra experiencia”, explica la Acompañante terapéutica que supo en primera persona lo incierto que puede resultar el proceso de adopción sin información.

Desde SAAR se proponen visibilizar y socializar la temática de la adopción, acompañando a otras familias y personas que comparten el deseo de adoptar pero no desde un lugar del “saber”, sino desde la compañía, ir quitando algunas piedras en el camino que en su mayoría tienen más que ver con mitos arraigados en una sociedad que habla poco del tema, que del proceso en sí, según cuenta.

“Haber decidido ser familia por adopción te abre a por lo menos prepararte: en el sentido de que hay discursos jurídicos que uno no conoce, hay un mundo y un sistema, una ley que cambió en este tiempo, un cambio de paradigma. Hace muy poquito que se creó el registro de Adopción, recién en el 2012, cuando toda la vida existió la adopción”, explica Betiana y contextualiza como una experta cuál es y cómo fueron los procesos, cómo van cambiando y sobre todo; de qué se trata este cambio de paradigma en los procesos de adopción y por qué es tan importante que eso haya sucedido. “Este cambio de paradigma que ocurrió hace un tiempo ubica al niño como sujeto de derecho y no al adulto, porque la adopción es un derecho del niño”, remarca.

“Lo que tratamos de hacer a través del SAAR es trasmitir este tipo de preparación y entrada en el tema que desde la vida cotidiana y desde lo cultural no tenemos... Esto obliga a los que queremos ser familia por adopción a prepararnos”, explica y cuenta a modo de ejemplo: “Es un mito decir que la adopción es muy burocrática: Hay muchísimos mitos en torno a la adopción, la inscripción es muy sencilla, no se necesita patrocinio legal, se hace hasta on line. Por lo tanto no es burocrático el sistema de adopción, sino el sistema de Protección, que es la otra pata y la otra cara del sistema”.

Guerrini y sus compañeros del SAAR agradecen los cambios positivos que se dieron en el último tiempo en el Registro Único de Aspirantes con Fines Adoptivos (Ruaga), que anunció hace poco una nueva modalidad de inscripción, con tres frecuencias al año que facilitan y acercan a los adultos interesados al proceso. Sin embargo, son conscientes de que esa otra pata, la referida al mundo de la niñez, tiene otros tiempos y no son los mejores, o al menos podrían ser más empáticos.

El proceso de adopción involucra al sistema de Protección de Infancias. Para que un niño, niña o adolescente, sea declarado en estado de adoptabilidad primero tuvo que haber pasado por el sistema de protección que se activa cuando se detecta una vulneración de derechos, “en la mayoría de los casos grave”, destaca. A ese niño, a esa niña, o a ese grupo de hermanos y hermanas se lo aparta de su familia de origen y se comienza a trabajar con ese niño y esa familia. Recién una vez que se agotan todas las instancias ese niño se encuentra en estado de adoptabilidad. 

En paralelo, el sistema de Registro trabaja con los adultos con voluntad de adoptar. Cuando esos dos procesos coinciden comienza el proceso de adopción, que primero arranca con el de vinculación, que tiene, como cuenta e invita a revisar y poner la mirada, otros tiempos previos.

“Las modificaciones del Ruaga son para mejor siempre, de alguna manera que haya más oportunidades de inscripción también permite que las entrevistas sean más inmediatas, las evaluaciones, el contacto con los interesados, eso es siembre bueno, pero esto es siempre mirando la adopción desde la mirada del adulto”, explica y vuelve a insistir: “Mirando la adopción desde el niño te tenés que poner en la otra pata del sistema y ahí es donde se actúa el Estado monitoreado por el Poder Judicial y es donde y cuando los tiempos son otros: ahí sí que se ve la burocracia”.

“Y hay que pensar que del lado del Ruaga, de los adultos, hay un registro de gente que está deseosa por ser padres, pero del otro lado está el sistema de Protección de las Infancias en el que esa pata es muy compleja. Siempre se habló de que faltan recursos, presupuestos, y de ese lado están los niños con el mismo deseo de tener una familia”. Ahí aún los tiempos no se emprolijan. “Ahí hay que abrir el interrogante, porque ahí si podemos hablar de burocracia, de lentitud y hasta de falta de escucha al niño”, señala de manera constructiva, invitando a poner la mirada en el lugar que el paradigma pregona.

Unos ocho años atrás una niña chiquita hizo una pregunta a un Juez de menores que la invitó a esperar “un tiempito” para tener una familia. “¿Cuánto tiempo es un tiempito?”, indagó la pequeña. Ese interrogante aún resuena.

Betiana y las familias que componen el Servicio de Apoyo a la Adopción de Rosario conocen la anécdota que grafica con claridad esa otra espera. Como esas, las historias de repiten de a cientos. 

En otra oportunidad, una chiquita que en ese entonces tenía seis años vio de lejos en los pasillos de Tribunales a un matrimonio que al tiempo se convirtió en su mamá y su papá. Tiempo después, ya convertidos familia, esa niña confesó que había algo que no cuadraba en la historia que le contaron de cómo la desearon y cuánto la esperaron: “Yo me acuerdo cuando ustedes entraron a Tribunales, yo los vi”, les dijo y continuó: “Dicen que esperaron muchos años, pero yo no creo que hayan estado siempre ahí”.

Claro, es entendible. La espera, el tiempo, los pasillos de Tribunales: esa dimensión que tiene color, olor y hasta un sabor de trago amargo hasta que la vida comienza a endulzarse. No conocen la misma noción de tiempo y espacio las vidas de niños y niñas. 

“Desde SAAR queremos que la gente entienda que aunque uno no está preparado nunca, el adulto puede lidiar un poco más con la frustración, el fracaso y el cansancio, porque cuando transitamos este deseo uno es adulto, pero un niño no está preparado para eso, y no debería”, cuenta y emociona lo sencillo y entendible que puede ser el reclamo: “Los niños también hablan de esa frustración, de ese fracaso, esa espera”.

Para eso trabaja SAAR. Para poder “empatizar con el mundo de la infancia, que es indispensable”. Por eso organizan ciclos de preparación para la adopción: “Se trabaja mucho en los grupos con los miedos y los prejuicios, porque todos estamos atravesados por prejuicios”, explica sobre los encuentros –hoy en día virtuales- que coordinan psicólogos y acompañan también abogados a través del proyecto de Extensión Académica de la Facultad de Derecho de la UNR.

Las familias son un ensamble de historias y no se puede llegar a ser familia por adopción sin tener en cuenta que hubo una historia previa del niño y una historia previa del adulto que decidió adoptar. “Sin esas historias no sería posible esa familia”, cuenta y explica así cómo se acompañan entre familias a construir otras. “Cuando uno llega a reparar algo de esas historias previas enseguida se empatiza”, y ahí algo tal vez mucho más fuerte que un lazo sanguíneo comienza a nutrir un nuevo ADN familiar.

En septiembre el SAAR comienza un nuevo ciclo de preparación para futuros padres adoptivos. Es para quienes estén interesados, quienes puedan tener ese deseo. Betiana remarca e invita: “Muchas familias o personas se acercan a la asociación con inquietudes, interesados pero aún sin un convencimiento cierto. Se les ofrece hacer un ciclo de capacitación que, en la mayoría de los casos, escuchando y preguntando a otros que pasaron por ese proceso, acompañados de psicólogos y abogados, puedan tomar finalmente la decisión”.

Se los puede contactar por teléfono al 341 2574152 o por mail en saarosario19@gmail.com. Además, desde SAAR invitan a seguirlos en redes sociales donde vuelcan toda la información necesaria: @SAARosario en Facebook, Instagram y Twitter.



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